COMEMOS
VENENO: “EL CÁNCER,
LA INFERTILIDAD Y LA DIABETES SON POR LA COMIDA”
Escrito por Iván Gil
“Llevará muchos años
descontaminar las tierras y las aguas subterráneas hasta poder producir
alimentos sanos”.
“El aumento de enfermedades crónicas
como la obesidad, la diabetes y el cáncer está directamente relacionado con los
alimentos que comemos. Las hormonas sintéticas presentes en los fertilizantes y
pesticidas que entran en contacto con la comida son muy peligrosas para la
salud y no suelen detectarse en los análisis toxicológicos, por lo que se
invalida el principio de que la ‘dosis hace el veneno’”. Con esta advertencia a
modo de carta de presentación, la galardonada documentalista y periodista
Marie-Monique Robin nos introduce en el mundo de la agroindustria, su campo de
investigación desde hace más de una década, y sobre el que versa su último
ensayo: Las cosechas del futuro. Cómo la agroecología puede alimentar al mundo
(Península).
Una obra fruto del análisis
comparativo de diversos sistemas de producción alimentaria que, en sintonía con
otras anteriores como Nuestro veneno cotidiano y El mundo según Monsanto,
cuestiona el mito de que el menor precio de los alimentos o de que el fin del
hambre en el mundo solo son posibles mediante la producción industrial de
alimentos. La principal novedad que aporta la autora gala con este último libro
es que existe una alternativa demostrable, ?más sobresaliente de lo que creía
antes de iniciar la investigación?, y que se llama agroecología.
La transición de la agroindustria
a la agroecología todavía es posible, explica Robin, pero aun existiendo la
voluntad política necesaria para propiciar los cambios legislativos que la
permitan, ?llevará muchos años descontaminar las tierras y las aguas subterráneas
hasta poder producir alimentos sanos?. Es por ello que urge, en primer lugar,
limitar el uso de pesticidas y transgénicos. ?América Latina en general es
mucho más permisivo que la Unión Europea con el cultivo de Organismos
transgénicos y la comercialización de otras sustancias tóxicas, como el
bisfenol A que en otros lugares como Francia está prohibido?.
Una permisividad, alerta la
autora gala, con unas consecuencias más que visibles: ?Las parejas españolas
son las que más problemas tienen de infertilidad en toda Europa, al afectar a
una de cada cuatro?. Al mismo tiempo, los cánceres de cerebro y la leucemia
están creciendo a un ritmo anual del uno al tres por ciento entre los niños,
según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ponen también
de relieve el auge del origen fetal de las enfermedades en la edad adulta
(presuntamente por el tipo de alimentación de la gestante). ?La propia
Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ya se está dando cuenta de
estas consecuencias y reconociendo las deficiencias del principio toxicológico
de que 'la dosis hace el veneno? debido a las indetectables hormonas
sintéticas, como demuestra la mayoría de literatura científica sobre esta
cuestión?, apunta Robin.
El cenit del petróleo lo será también
de la comida barata Tradicionalmente se ha relacionado el bajo costo de los
alimentos con los monocultivos, el uso de pesticidas y fertilizantes para
reducir las plagas, así como otras técnicas modernas de producción a gran
escala. Sin embargo, Robin afirma que ?los precios de los alimentos que
compramos en el supermercado son completamente falsos porque no incluyen los
costos directos ni los indirectos?.
Los gastos derivados del
tratamiento de las aguas contaminadas, del pago de las tasas por los gases de
efecto invernadero, de las subvenciones (para el gasóleo, para exportar o
directamente de la Política Agraria Común de la UE), así como de los sistemas
públicos de salud, por el aumento de enfermos crónicos, son algunos de los
costos asociados a la agroindustria que no se incluyen el precio de origen. ?Si
sumamos todos estos costos a los productos en origen, su precio subiría y
serían más caros que los ecológicos?. Además, añade Robin, más de la mitad del
precio está inflado por los intermediarios y el retatil.
Una realidad de la que no estamos
muy lejos, según la autora gala, para quien antes o después tendrá que
dispararse el precio de la comida, ya sea por el fin de las subvenciones, por
la creciente especulación bursátil con las materias primas en los mercados de
futuro, o por el no menos inminente encarecimiento de los combustibles fósiles
como el petróleo y el gas, debido a su cenit.
Los productos químicos utilizados
en la agroindustria se elaboran a partir de petróleo y gas, por lo que un aumento
en el precio de estos recursos, junto a la escasez de agua, pondría a la
agroindustria en la encrucijada. ?Esta es la gran debilidad de las industrias
alimentarias. Se sustentan sobre un modelo que depende de los combustibles
fósiles, y está claro que el precio de éstos será cada vez mayor, por lo que el
de los alimentos será parejo. No tiene sentido que la alimentación en el mundo
dependa de la producción de petróleo en una región tan convulsa como es Oriente
Medio?, lamenta Robin.
Alimentos saludables en un mundo
sostenible Las perniciosas consecuencias para la salud y el medio ambiente de
la agricultura industrial, así como la crónica de una muerte anunciada que
Robin comenzó a describir antes incluso de que se produjesen las primeras
crisis alimentarias en Latinoamérica (relacionadas con los biocarburantes) han
llevado a la francesa a recorrerse el mundo en busca de alternativas
ecológicas. Después de estudiar diferentes técnicas agroecológicas pudo
comprobar que su rendimiento puede ser mayor que con técnicas propias de la
agroindustria.
?Muchas veces, cuando hablamos de
agroecología pensamos que se trata de volver a las técnicas empleadas por
nuestros abuelos. No es así, se trata de prácticas mucho más complejas que
dependerán de la zona geográfica donde se desarrollen, del tipo de cultivo o
del tipo de tierra?, explica la autora. Sin embargo, Robin sí pudo comprobar
que todos ellos coincidían en un principio básico: la complementariedad. ?Se
trata de un principio común mediante el que se busca complementar la
biodiversidad del medio, mediante rotación de cultivos o interfiriendo en los
ciclos biológicos de los insectos, para prevenir plagas y aumentar la
producción?.
La demanda de productos
ecológicos por parte de los consumidores ha aumentado proporcionalmente al
deterioro de la cadena alimentaria, ?pero la oferta todavía no llega para
abastecerlos a todos?, apunta Robin. Para hacerla extensiva a todo el mundo no
llega con la concienciación del consumidor, que al fin y al cabo es el que más
poder detenta con sus decisiones de compra, sino que se necesitan medidas
políticas concretas.
Entre las propuestas más urgentes
para facilitar el cambio, la periodista cita ?la prohibición de la especulación
con alimentos, el fomento de la soberanía alimentaria mediante una férrea
protección de los mercados y agricultores locales, y el acortamiento de las
cadenas de distribución buscando conexiones directas entre consumidores y
productores?. Solo mediante la eliminación de intermediarios y vendedor final,
explica la francesa, el precio de los alimentos orgánicos se reduciría hasta en
un 90%.
Las bases para posibilitar un
cambio de modelo están puestas ?desde hace muchos años?, pero de no iniciarse
una pronta transición, advierte Robin, ?no podremos anticiparnos a las crisis
alimentarias que resurgirán en cualquier momento?.
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