REFORMA
ELECTORAL O DEL SISTEMA POLÍTICO
El llamado “diálogo” ha acordado
en Palacio hace unos días, impulsar la reforma que se supone promueven los organismos
electorales y la presidenta del Congreso ha dicho que el tema tendrá prioridad
en la agenda de inicio de la nueva legislatura. Claro, que cada quién agarra la
reforma del lado que le interesa.
A Humala le entusiasman los
castigos que se aplicarían a los tránsfugas que abandonan los partidos, y que
en el caso del nacionalismo representan casi el 30% de la nómina inicial. Habla
de lealtad, pero se refiere en verdad a incondicionalidad ante los volteretazos
que ha impuesto a los miembros de su organización y que son la causa de
múltiples crisis.
A otros les parece que lo crucial
está en prohibir la reelección de presidentes regionales y alcaldes, sin que
interese explicar porque esa regla no se aplicaría a los miembros del Congreso.
Y hay algunos que hacen el énfasis en que los candidatos deben carecer de
antecedentes penales en diversos delitos.
En lo que no hay consenso, por
cierto, es en la anulación del voto preferencial, que para unos es una
desgracia (destruye los partidos) y para otros una maravilla (porque les
permitió llegar a la cima). En fin, la reforma que se viene va a ser, como ya
ha pasado, una suma de parches y una negociación de intereses, donde a los
congresistas que la votarán lo que más les interesa es conservar su puesto.
En realidad, la idea que el
actual Congreso se auto-reforme con sus propios votos, y abra el juego político
para que las elecciones no sean la permanente decepción que vivimos los
peruanos cada cierto tiempo, se asemeja mucho a la cuadratura del círculo. Los
partidos que ya tienen inscripción y dentro de ellos los congresistas que se
creen dueños de sus curules, van a batallar siempre porque cualquier reforma no
los afecte.
Cada uno de los consensos y no
consensos que se expresan en estos días refleja que mientras el diagnóstico
advierte de una profunda crisis del sistema político, que implica a partidos,
instituciones y procedimientos, lo que se va a obtener es un acomodo de algunas
normas de lo que se hablará algún tiempo antes de que nos olvidemos del tema
por no haber cambios reales y profundos.
La verdad de las cosas es que
sólo un órgano que aparezca ajeno a la crisis y los actuales compromisos, puede
ser creíble para la gente de que será capaz de tomar las medidas que sean
necesarias, le afecte a quién le afecte. Varias veces he escrito que el sistema
de partidos está podrido y no puede ofrecernos otra cosa que podredumbre. ¿O es
que Alan García quiere una reforma contra el caudillismo y la corrupción del
poder? La salida va por otro lado, pero no hay aún suficientes fuerzas para
abrir la vía a una Asamblea Constituyente.
FUENTE: Raúl Wiener Periodista,
Analista Político y Económico peruano.
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