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TRADUCCIÓN A OTROS IDIOMAS - TRANSLATION TO OTHER LANGUAGES

viernes, 1 de febrero de 2019

VENEZUELA ROMPE RELACIONES DIPLOMÁTICAS ‎CON ESTADOS UNIDOS






Estados Unidos no reconoce la reelección del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en la ‎elección presidencial de mayo de 2018, pero reconoció al autoproclamado presidente interino ‎Juan Guaidó (ver foto). Washington ha llamado a todos los países miembros de la Organización de ‎Estados Americanos (OEA) a adoptar la misma actitud, pero ha logrado que lo hagan sólo los ‎países del llamado Grupo de Lima. ‎

En respuesta, la República Bolivariana de Venezuela rompió las relaciones diplomáticas con ‎Estados Unidos. ‎

Venezuela cerró su embajada en Washington y llamó todos sus diplomáticos a regresar a Caracas. ‎Pero Estados Unidos, que sólo reconoce al autoproclamado presidente interino Juan Guaidó, ‎se limitó a reducir su personal diplomático en Caracas y a ordenar que los ciudadanos estadounidenses ‎regresen a su país. ‎

Estados Unidos está tratando de crear en Venezuela un escenario de guerra civil que le permita ‎justificar una intervención militar de varios países latinoamericanos. ‎

La Unión Europea no ha tomado posición. Pero España, ya implicada antes en varias intentonas ‎golpistas en Venezuela, y Alemania están llamando a reconocer al autoproclamado Juan Guaidó.‎

EL PRESIDENTE TRUMP ACABA SOMETIÉNDOSE A LAS AMBICIONES DEL ESTADO PROFUNDO ‎ESTADOUNIDENSE QUE PRETENDE DESTRUIR LOS ESTADOS EN LOS PAÍSES DE LA CUENCA DEL CARIBE AHORA LE TOCO A VENEZUELA


Hace casi un año, el presidente Trump recibía en la Casa Blanca al vicepresidente Mike Pence y ‎al senador Marco Rubio, quienes venían a presentarle la esposa de un líder de la oposición ‎venezolana. En aquel momento, Trump se opuso a toda acción de desestabilización. Hoy en ‎día, Pence y Rubio han obtenido la aprobación de Trump para actuar contra la República ‎Bolivariana.‎





VENEZUELA, PUTSCH DEL ESTADO PROFUNDO ‎ESTADOUNIDENSE

El presidente Trump acaba sometiéndose a las ambiciones del Estado Profundo ‎estadounidense que pretende destruir los Estados en los países de la Cuenca del Caribe y ‎apoya al vicepresidente Mike Pence y al senador Marco Rubio en la operación de ‎desestabilización contra Venezuela. Y puede que acabe apoyándolos también en su ‎proyecto a favor de Israel y contra Siria. ‎

l anuncio del presidente Trump reconociendo a Juan Guaidó como «presidente legítimo» de ‎Venezuela se preparó en una cabina subterránea de televisión, en el Congreso de Estados Unidos ‎y la Casa Blanca. ‎

Eso es lo que describe detalladamente el New York Times [1]. ‎Operador principal: el senador republicano de La Florida, Marco Rubio, «virtual secretario de ‎Estado para América Latina, quien conduce y articula la estrategia de la administración en esa ‎región», en coordinación con el vicepresidente Mike Pence y el consejero para la seguridad ‎nacional, John Bolton. ‎

El 22 de enero, los tres presentaron su plan al presidente en la Casa Blanca, plan que el presidente ‎aceptó. Inmediatamente después –reporta el New York Times– «Mr Pence llamó a Guaidó y ‎le dijo que Estados Unidos lo apoyaría si reclamaba la presidencia». ‎

El vicepresidente Pence difundió luego hacia Venezuela un video donde llamaba los manifestantes ‎a «levantar su voz mañana» y aseguraba «en nombre del presidente Trump y del pueblo ‎americano, “estamos con ustedes” hasta que se restaure la democracia», definiendo además a ‎Maduro como «un dictador que nunca obtuvo la presidencia en elecciones libres». ‎

Al día siguiente, Trump coronó oficialmente a Guaidó como «presidente de Venezuela», a pesar ‎de que este personaje no participó en las elecciones presidenciales realizadas en mayo de 2018, ‎elecciones que la oposición boicoteó –porque sabía que iba a perderlas– y donde la victoria ‎correspondió a Maduro, al cabo de un escrutinio realizado bajo la supervisión de numerosos ‎observadores internacionales. ‎

Todos estos manejos entre bambalinas muestran que en Washington las decisiones políticas ‎vienen, ante todo, del «Estado Profundo», centro subterráneo del poder real en manos de las ‎oligarquías económicas, financieras y militares. Esos grupos son los que han decidido derrocar el ‎Estado venezolano. Venezuela posee, además de grandes reservas de minerales preciosos, las ‎reservas petrolíferas más grandes del mundo, evaluadas en más de 300 000 millones de barriles, ‎‎6 veces más que las reservas estadounidenses. ‎

Para escapar a la presión de las sanciones, que impiden a Venezuela percibir los dólares ‎provenientes de sus ventas de petróleo a Estados Unidos, Caracas había decidido establecer los ‎precios de venta no en dólares estadounidenses sino en yuanes chinos, poniendo así en peligro el ‎exorbitante poder de los petrodólares. De ahí la decisión de las oligarquías estadounidenses de ‎acelerar los plazos para el derrocar el Estado venezolano y apoderarse de su riqueza petrolera, ‎ahora necesaria no como fuente de energía para Estados Unidos sino como instrumento ‎estratégico de control sobre el mercado energético mundial, utilizable contra Rusia y China. ‎

Con ese fin, recurriendo a sanciones y sabotajes, se provocó en Venezuela la escasez de bienes de ‎primera necesidad para alimentar el descontento popular, mientras se intensificaba la penetración ‎de «organizaciones no gubernamentales» estadounidenses. Por ejemplo, en un solo año, la ‎National Endowment for Democracy (NED) financió en Venezuela más de 40 proyectos sobre la ‎‎«defensa de los derechos humanos y la democracia», invirtiendo en cada uno decenas o incluso ‎cientos de miles de dólares. ‎

Como el gobierno de Venezuela sigue teniendo el apoyo de la mayoría de los venezolanos, seguramente debe estar ‎preparándose algún tipo de provocación de gran envergadura para desatar en el país una guerra ‎civil y abrir el camino a una intervención externa.

Eso se hará con la complicidad de la Unión ‎Europea, que después de haber bloqueado en Bélgica fondos públicos venezolanos por valor de ‎‎1 200 millones de dólares, ahora lanza a Caracas –con la complacencia del gobierno italiano– un ‎ultimátum para que convoque nuevas elecciones, por supuesto bajo el control de Federica ‎Mogherini, quién se negó el año pasado a viajar a Venezuela para supervisar las elecciones ‎presidenciales. ‎

POR MANLIO DINUCCI: Geógrafo y politólogo. Últimas obras publicadas: Laboratorio di geografia, Zanichelli 2014 ; Diario di viaggio, Zanichelli 2017 ; L’arte della guerra / Annali della strategia Usa/Nato 1990-2016, Zambon 2016. Guerra nucleare. Il giorno prima. Da Hiroshima a oggi: chi e come ci porta alla catastrofe, Zambon 2017; Diario di guerra. Escalation verso la catastrofe (2016 - 2018), Asterios Editores 2018.

ESTADOS UNIDOS CREA CONDICIONES PARA ‎INVADIR VENEZUELA

Considerando el apoyo de Estados Unidos más importante que el voto de sus compatriotas, ‎Juan Guaidó se autoproclamó presidente interino de Venezuela.





Estados Unidos tiene para la Cuenca del Caribe un proyecto que el Pentágono expuso ‎en 2001. Ese plan es tan destructivo y sanguinario que Washington no puede reconocer ‎su existencia, así que tiene que inventar una narrativa aceptable. Eso es lo que estamos ‎viendo en Venezuela. Pero, ¡cuidado!, las apariencias esconden cada vez más la ‎realidad, durante las manifestaciones prosigue la preparación de la guerra.

Creación del conflicto:

Durante los últimos meses, Estados Unidos ha logrado convencer a una cuarta parte de los países ‎miembros de la ONU –entre ellos 19 países de las Américas– para que no reconozcan el ‎resultado de la elección presidencial realizada en Venezuela en mayo de 2018. Por consiguiente, ‎esos países tampoco reconocen la legitimidad del segundo mandato del presidente Maduro. ‎

En una entrevista concedida al Sunday Telegraph y publicada el 21 de diciembre de 2018, el ‎ministro británico de Defensa, Gavin Wiliamson, declaraba que Londres está negociando la ‎instalación de una base militar permanente en Guyana para retomar la política imperial británica ‎anterior a la crisis de Suez. Aquel mismo día, un diputado guyanés hacía caer sorpresivamente el ‎gobierno de su país y, de inmediato, se refugiaba en Canadá. ‎

Al día siguiente, la transnacional petrolera estadounidense ExxonMobil afirma que un barco que ‎había alquilado para realizar trabajos de prospección dentro de la zona en litigio entre Guyana y ‎Venezuela había sido expulsado de aquellas aguas por la marina de guerra venezolana. ‎La expedición contaba con una autorización concedida por el gobierno guyanés saliente, que ‎administra de facto la zona en litigio. Inmediatamente, el Departamento de Estado, y después ‎el Grupo de Lima, denuncian el incidente como un peligro que Venezuela hace correr a la ‎seguridad regional. ‎

Pero el 9 de enero, el presidente Maduro revela grabaciones de audio y video que demuestran que ‎ExxonMobil y el Departamento de Estado mintieron deliberadamente para crear una situación de ‎conflicto y empujar los países latinoamericanos a entrar en guerra entre sí. Los países miembros ‎del Grupo de Lima reconocen entonces la manipulación, con excepción de Paraguay y Canadá. ‎

El 5 de enero, la Asamblea Nacional de Venezuela elige su nuevo presidente, Juan Guaidó, y ‎se niega a reconocer la legalidad del segundo mandato del presidente de la República, Nicolás ‎Maduro. Según la Asamblea Nacional, la situación es similar al caso previsto en el artículo 233 de ‎la Constitución. Según ese artículo, cuando un presidente de la República se ve impedido de ‎ejercer sus funciones –por enfermedad–, el presidente de la Asamblea Nacional lo reemplaza ‎automáticamente. Como puede verse, esto no tiene nada que ver con la situación actual. ‎

El 23 de enero, los opositores a la Revolución Bolivariana y sus partidarios realizan ‎simultáneamente una serie de marchas en Caracas. Juan Guaidó se autoproclama entonces ‎presidente interino del ejecutivo. Estados Unidos, Canadá, Reino Unido e Israel lo reconocen ‎de inmediato como nuevo presidente de Venezuela. España que ya participó antes en varias ‎intentonas golpistas contra Hugo Chávez, empuja la Unión Europea a sumarse a la nueva ‎maniobra. ‎

La lógica de los acontecimientos conduce Venezuela a romper las relaciones diplomáticas con ‎Estados Unidos y a cerrar su embajada en Washington. Afirmando que el presidente Nicolás ‎no tiene derecho a romper relaciones con Estados Unidos, Washington mantiene su embajada ‎en Caracas y sigue aportando leña al fuego. ‎

El 24 de enero, el ministro de Defensa, general Vladimir Padrino, comparece ante la televisión ‎con su alto mando y confirma el compromiso de la Fuerza Armada Bolivariana al servicio de ‎la Nación y del presidente electo constitucionalmente, Nicolás Maduro. El ejército es la única ‎institución verdaderamente eficaz del país. ‎

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El 24 de enero, el ministro de Defensa, general Vladimir Padrino, comparece ante la televisión ‎con su alto mando y confirma el compromiso de la Fuerza Armada Bolivariana al servicio de ‎la Nación y del presidente electo constitucionalmente, Nicolás Maduro. El ejército es la única ‎institución verdaderamente eficaz del país. ‎

La aplicación de un esquema ya utilizado:

Contrariamente a lo que creen los venezolanos, el objetivo de Estados Unidos no es derrocar al ‎presidente Maduro sino aplicar en la Cuenca del Caribe la doctrina Rumsfeld-Cebrowski de ‎destrucción de las estructuras estatales en los países de la región. Eso exige, ciertamente, la ‎eliminación de Nicolás Maduro, pero también la de Juan Guaidó. ‎

Este esquema ya fue utilizado antes para convertir los incidentes internos que tenían lugar en Siria ‎en 2011 en una agresión externa perpetrada por todo un ejército de mercenarios, en 2014. En ‎el caso de Venezuela, la Organización de Estados Americanos (OEA) –cuyo secretario general ‎ya reconoció a Juan Guaidó como presidente– asume el papel que hizo la Liga Árabe‎ en el ‎caso de Siria. El papel de los Amigos de Siria lo asume el Grupo de Lima, que ‎se encarga de coordinar las posiciones diplomáticas de los aliados de Washington. Y Juan ‎Guaidó hace el papel del jefe de la oposición siria Burhan Ghalioun. ‎

En el caso de Siria, Burham Galioun, quien desde hace mucho tiempo colaboraba con la NED ‎estadounidense, fue reemplazado por otro personajillo, que a su vez fue reemplazado por otro, ‎luego por otro y por otro más, tantas veces que ya nadie recuerda su nombre. Juan Guaidó será ‎rápidamente desechado de la misma manera. ‎

Pero el esquema sirio funcionó sólo en parte, en primer lugar, porque Rusia y China se opusieron ‎reiteradamente en el Consejo de Seguridad de la ONU. En segundo lugar, porque el pueblo sirio ‎apoyó a la República Árabe Siria y dio pruebas de excepcional resistencia. Y, finalmente, porque ‎Rusia logró respaldar y equipar al Ejército Árabe Sirio ante los mercenarios extranjeros y la OTAN. ‎Sabiendo que el Pentágono ya no podrá seguir utilizando a los yihadistas para debilitar el ‎Estado sirio, Washington va a poner ahora el caso sirio en manos del Departamento del Tesoro, ‎que hará todo lo posible por impedir la reconstrucción del país y del Estado. ‎

En los próximos meses, el autoproclamado presidente interino Guaidó tratará de crear una ‎administración paralela

Ø para apoderarse del dinero del petróleo en varios litigios;
Ø para “resolver” el diferendo territorial con Guyana;
Ø para negociar la cuestión de los refugiados;
Ø para cooperar con Washington y hacer encarcelar en Estados Unidos a los dirigentes ‎venezolanos con diversos pretextos.‎

Si tenemos en cuenta la experiencia adquirida durante los 8 últimos años en el Gran Medio ‎Oriente, no debemos comparar lo que sucede en Venezuela con lo sucedido en Chile en 1973. ‎El mundo postsoviético ya no es el de la guerra fría. ‎

En aquella época, Estados Unidos trataba de controlar todas las Américas y cerrar el paso a ‎toda forma de influencia soviética. Quería explotar las riquezas naturales de aquella parte del ‎mundo con el menor control posible de los gobiernos nacionales y con el menor costo posible. ‎

Pero hoy, por el contrario, Estados Unidos se obstina en ver el mundo como unipolar. Ya ‎no tiene amigos ni enemigos. Según la visión estadounidense una población está integrada a la ‎economía globalizada o vive en territorios que contienen recursos naturales, recursos que ‎Estados Unidos no explotará necesariamente pero que siempre quiere controlar. Y como esos ‎recursos no pueden estar simultáneamente bajo el control de los Estados-naciones donde ‎se encuentran y del Pentágono, Washington aspira a impedir el funcionamiento de las estructuras ‎estatales de esos países. ‎

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Este mapa proviene de un Powerpoint que Thomas P. M. Bennet, asistente del almirante ‎estadounidense Arthur Cebrowski, presentó en una conferencia realizada en el Pentágono, ‎en 2003. La parte rosada abarca todos los países cuyas estructuras estatales deben ser ‎destruidas. Este proyecto no tiene nada que ver con la guerra fría ni con la explotación de ‎los recursos naturales. Después de haber destruido el “Gran Medio Oriente”, los estrategas ‎estadounidenses se preparan para destruir la “Cuenca del Caribe”. ‎



Cegar a los actores:

‎Es posible que Juan Guaidó crea realmente que puede resolver la crisis y servir a su país ‎autoproclamándose presidente interino. En realidad, es lo contrario. Su autoproclamación creará ‎una situación que será asimilada a una guerra civil. Guiadó, o sus sucesores, pedirán ayuda a ‎Brasil, Guyana y Colombia, que desplegarán fuerzas “de paz” con apoyo de Israel, Reino Unido ‎y Estados Unidos. La violencia continuará hasta que ciudades enteras estén en ruinas. ‎

No importa que el gobierno de Venezuela sea bolivariano o liberal, que sus relaciones con ‎Estados Unidos sean buenas o no. El objetivo no es lograr un “cambio de régimen” sino debilitar ‎el Estado lo más posible. Ese proceso comienza en Venezuela, pero se extenderá de inmediato ‎a otros países de la región, como Nicaragua, hasta que no quede verdadero poder político en el ‎conjunto de esa región. ‎

Esta situación es muy clara para numerosos árabes, cuyos países ya cayeron en esa trampa. ‎Pero, por el momento, los latinoamericanos no parecen verla con claridad. ‎

Por supuesto, también es posible que los venezolanos tomen conciencia de la manipulación, dejen ‎de lado sus divisiones y salven el país. ‎

POR THIERRY MEYSSAN: Intelectual francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestros ojos la gran farsa de las "primaveras árabes"