Hace casi un año, el presidente Trump recibía en la Casa Blanca al vicepresidente Mike Pence y al senador Marco Rubio, quienes venían a presentarle la esposa de un líder de la oposición venezolana. En aquel momento, Trump se opuso a toda acción de desestabilización. Hoy en día, Pence y Rubio han obtenido la aprobación de Trump para actuar contra la República Bolivariana.
VENEZUELA, PUTSCH DEL ESTADO PROFUNDO ESTADOUNIDENSE
El presidente Trump acaba
sometiéndose a las ambiciones del Estado Profundo estadounidense que pretende
destruir los Estados en los países de la Cuenca del Caribe y apoya al
vicepresidente Mike Pence y al senador Marco Rubio en la operación de
desestabilización contra Venezuela. Y puede que acabe apoyándolos también en
su proyecto a favor de Israel y contra Siria.
l anuncio del presidente
Trump reconociendo a Juan Guaidó como «presidente legítimo» de Venezuela se
preparó en una cabina subterránea de televisión, en el Congreso de Estados
Unidos y la Casa Blanca.
Eso es lo que describe
detalladamente el New York Times [1]. Operador principal: el senador
republicano de La Florida, Marco Rubio, «virtual secretario de Estado para
América Latina, quien conduce y articula la estrategia de la administración en
esa región», en coordinación con el vicepresidente Mike Pence y el consejero
para la seguridad nacional, John Bolton.
El 22 de enero, los tres
presentaron su plan al presidente en la Casa Blanca, plan que el presidente
aceptó. Inmediatamente después –reporta el New York Times– «Mr Pence llamó a
Guaidó y le dijo que Estados Unidos lo apoyaría si reclamaba la presidencia».
El vicepresidente Pence
difundió luego hacia Venezuela un video donde llamaba los manifestantes a
«levantar su voz mañana» y aseguraba «en nombre del presidente Trump y del
pueblo americano, “estamos con ustedes” hasta que se restaure la democracia»,
definiendo además a Maduro como «un dictador que nunca obtuvo la presidencia
en elecciones libres».
Al día siguiente, Trump
coronó oficialmente a Guaidó como «presidente de Venezuela», a pesar de que
este personaje no participó en las elecciones presidenciales realizadas en mayo
de 2018, elecciones que la oposición boicoteó –porque sabía que iba a
perderlas– y donde la victoria correspondió a Maduro, al cabo de un escrutinio
realizado bajo la supervisión de numerosos observadores internacionales.
Todos estos manejos entre
bambalinas muestran que en Washington las decisiones políticas vienen, ante
todo, del «Estado Profundo», centro subterráneo del poder real en manos de las
oligarquías económicas, financieras y militares. Esos grupos son los que han
decidido derrocar el Estado venezolano. Venezuela posee, además de grandes
reservas de minerales preciosos, las reservas petrolíferas más grandes del
mundo, evaluadas en más de 300 000 millones de barriles, 6 veces más que las
reservas estadounidenses.
Para escapar a la presión
de las sanciones, que impiden a Venezuela percibir los dólares provenientes de
sus ventas de petróleo a Estados Unidos, Caracas había decidido establecer los
precios de venta no en dólares estadounidenses sino en yuanes chinos, poniendo
así en peligro el exorbitante poder de los petrodólares. De ahí la decisión de
las oligarquías estadounidenses de acelerar los plazos para el derrocar el
Estado venezolano y apoderarse de su riqueza petrolera, ahora necesaria no
como fuente de energía para Estados Unidos sino como instrumento estratégico
de control sobre el mercado energético mundial, utilizable contra Rusia y
China.
Con ese fin, recurriendo
a sanciones y sabotajes, se provocó en Venezuela la escasez de bienes de
primera necesidad para alimentar el descontento popular, mientras se
intensificaba la penetración de «organizaciones no gubernamentales» estadounidenses.
Por ejemplo, en un solo año, la National Endowment for Democracy (NED)
financió en Venezuela más de 40 proyectos sobre la «defensa de los derechos
humanos y la democracia», invirtiendo en cada uno decenas o incluso cientos de
miles de dólares.
Como el gobierno de
Venezuela sigue teniendo el apoyo de la mayoría de los venezolanos, seguramente
debe estar preparándose algún tipo de provocación de gran envergadura para
desatar en el país una guerra civil y abrir el camino a una intervención
externa.
Eso se hará con la
complicidad de la Unión Europea, que después de haber bloqueado en Bélgica
fondos públicos venezolanos por valor de 1 200 millones de dólares, ahora
lanza a Caracas –con la complacencia del gobierno italiano– un ultimátum para
que convoque nuevas elecciones, por supuesto bajo el control de Federica
Mogherini, quién se negó el año pasado a viajar a Venezuela para supervisar
las elecciones presidenciales.
POR MANLIO DINUCCI: Geógrafo y politólogo. Últimas obras
publicadas: Laboratorio di geografia, Zanichelli 2014 ; Diario di viaggio,
Zanichelli 2017 ; L’arte della guerra / Annali della strategia Usa/Nato
1990-2016, Zambon 2016. Guerra nucleare. Il giorno prima. Da Hiroshima a oggi:
chi e come ci porta alla catastrofe, Zambon 2017; Diario di guerra. Escalation
verso la catastrofe (2016 - 2018), Asterios Editores 2018.
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