TIEMPO
POLÍTICO
En el
universo, todo es proceso. Todo proceso es una evolución. Los humanos y la
humanidad en su conjunto han evolucionado a través del tiempo y aunque no lo
percibamos estamos cambiando en muchos aspectos, incluso genéticamente. Por
ello, la situación actual en que se encuentra la humanidad corresponde a una de
las etapas su proceso histórico, distante ya de la etapa feudal pero cercana al
tiempo del socialismo. No hay nada pues en la naturaleza que esté fuera del
tiempo. La materia viviente como la inerte, bajo cualquier forma de existencia,
tienen calendarios de cambios según como transcurra el tiempo. Todo nace,
desarrolla, alcanza su esplendor, decae y muere.
sin-tituloSiendo
lo inmaterial producto humano, también tiene la relatividad del tiempo como
sucede con los valores de las matemáticas, de la ética, filosofía, ideología y
en general con todo conocimiento humano que la evolución des actualiza y
actualiza permanentemente. La ciencia siempre está en evolución generando
tecnologías innovadoras sin cesar pero que son superadas con el paso del
tiempo. La ciencia social también ha evolucionado.
Entonces
podemos decir que los procesos son infinitos en el tiempo y en el espacio, pues
cada uno de ellos genera otros procesos en cadena dentro del acontecer micro y
macro universo. No obstante, la fisiología universal de los procesos va
resolviendo al propio tiempo, los conflictos procesales logrando equilibrios
que acaban con todo caos. Podemos comprobar esto en el equilibrio del sistema
solar como también, en la energía nuclear de los átomos. Pero también en la
vida cotidiana y en el proceso de deterioro climático que nos afecta cuando el
equilibrio se rompe.
Dentro de
esa infinidad procesal, la evolución social generó el capitalismo que es una
etapa del proceso histórico de la humanidad, como lo fue la monarquía que lo
precedió y que feneció cuando llegó a su fin su ciclo procesal. Por efectos de
su propio desarrollo, la humanidad acabó con la predominancia de la monarquía a
su debido tiempo, cuando las fuerzas renovadoras del capitalismo pasaron a
predominar. Desde entonces, este sistema viene estableciendo las condiciones de
vida de la humanidad hasta que su ciclo procesal concluya cuando otro sistema
lo desequilibre y supere.
Pero
precisamente por tener ese carácter procesal, el capitalismo no es el mismo del
siglo XIX. Nació como una negación de la monarquía clamando igualdad social
frente a los privilegios de casta consanguínea. Pero su evolución lo ha llevado
a generar desigualdades sociales repudiables y privilegios de casta económica.
Entonces su negación se anuncia clamando justicia, equidad y derechos humanos.
Y así como, la monarquía apeló a muchas justificaciones y represiones para
mantener su vigencia, incluyendo el origen divino que la iglesia le atribuyó,
así también el capitalismo recurre a toda clase de justificaciones para validar
su vigencia pero su ciclo procesal es irreversible y acabará cuando ya sea
incompatible con la nueva etapa histórica del desarrollo humano.
Si en los
inicios de la revolución industrial el capitalismo se erigió sobre explotando
puramente la fuerza de trabajo del proletariado, ahora sin embargo, la
situación no es la misma. La fuerza mecánica ha reemplazado en mucho a la
fuerza humana y con la tecnología electrónica una sola máquina puede desplazar
a cincuenta jornaleros con lo cual las empresas reducen costos y evitan
sindicatos. En las grandes explotaciones mineras de nuestra serranía una
máquina perforadora reemplaza con mayor efectividad a treinta perforadores
manuales y aunque las inversiones mineras se han multiplicado, la masa laboral
se ha reducido proporcionalmente. Lógicamente, la fuerza sindical minera en el Perú
ya no es la de otros tiempos.
Los
trabajadores fabriles actuales ya no son proletarios pues gracias a las
heroicas luchas gremiales de sus antecesores pueden ahora disfrutar de
beneficios que evitan caer en la condición que sufrían en el siglo XIX, en que
los harapientos trabajadores efectivamente no tenían nada, solo su fuerza
humana. El capitalismo evolucionado ahora acepta convenios laborales de
negociaciones colectivas, otorga ropa de trabajo, comedores, y participación en
las utilidades haciendo que los trabajadores defiendan a la empresa como suya,
compartiendo intereses de mercado.
En esta
evolución podemos ver ahora al gremio de construcción civil de la mano con la
patronal CAPECO firmando comunicados conjuntos y obteniendo condiciones
laborales envidiables para muchos profesionales. El capitalismo tiene ahora
otros métodos para succionar riquezas sin tener que recurrir a la barbarie de
su pasado salvaje. Se ha sofisticado y utiliza artificios legales para
adueñarse del trabajo ajeno a través del mercado, corrupción de gobernantes,
monopolios, oligopolios, tratados de libre comercio y muchas otras formas
invisibles de apropiación de plusvalía.
Por
consiguiente, si el capitalismo ha evolucionado hasta corporativizarse
renovando su ideología en una plataforma neoliberal; si las condiciones de
lucha social han cambiado; si estamos en otro tiempo histórico; entonces las
organizaciones anticapitalistas no deberían quedarse en el siglo XIX,
desfasados de la historia y repitiendo lemas desactualizados. Ni la revolución
bolchevique ni la cubana hubieran sido posibles si se hubieran atenido a los
viejos apotegmas, esperando que el proletariado sea el que haga la revolución.
Entonces,
se hace necesario que los luchadores anticapitalistas, aun cuando lo esencial
sigue rigiendo, adecúen su versión de la realidad en función del tiempo y
adopten modalidades de acción frente a un adversario cambiante. Esto no
significa claudicación ideológica porque los principios fundamentales siguen
incólumes por su certeza científica. Pero en nuestro país, ha sido el
campesinado (tildado de pequeño burgués) el más aguerrido luchador contra el
sistema feudal que los oprimía y aunque derramó mucha sangre finalmente alcanzó
su liberación y la recuperación de sus tierras ancestrales. Pero sus luchas
desencadenaron cambios que ocasionaron la liquidación de la dominación
oligárquica en el Perú.
Así
mismo, en los últimos gobiernos, también son los campesinos indígenas los
abanderados de la lucha popular (no la clase predestinada) y son ellos los que
siguen derramando su sangre en la lucha contra la destrucción ecológica, la
contaminación ambiental y el saqueo de nuestras riquezas. Claro que esta
apreciación no calza con los dogmas doctrinarios primigenios pero sea como
fuere la lucha de contrarios o la negación de la negación, lo que queda en
claro es que se trata de un asunto de poder. Es este, el que otorga capacidad
de dominio y solo puede ser desplazado por otro poder de mejor sustentación. De
allí la necesidad de construir el poder popular que es la negación del poder
del dinero, pues este, tendrá inexorablemente el mismo fin que la monarquía.
No
necesariamente la lucha de poderes se define en una sola vía. Si no estamos en
condiciones de enfrentar de igual a igual con nuestros adversarios tenemos que
buscar estratagemas efectivas y contundentes para contrarrestarlo, debilitarlo
y llevarlo al fracaso. Si lo llevamos a nuestro terreno entonces tendremos
mayores ventajas. En eso reside el éxito del campesinado en el valle de Tambo y
en las zonas mineras de Cajamarca que pararon en seco al poder de los
depredadores de nuestros recursos naturales, aun cuantos estos, tienen el
favoritismo gubernamental. Otra gran lección fue la marcha popular de los
“cuatro suyos” que hizo huir al sanguinario poder fujimorista.
Señalo
todo lo anterior porque creo que las organizaciones políticas estando inmersas
en el proceso histórico de nuestro país y del mundo, deberían actualizarse
yendo de la mano con la evolución de nuestra realidad para no quedar desfasadas.
El sistema político de “democracia representativa” en nuestro país ha
evolucionado ajustándose a las conveniencias del poder predominante porque no
ha encontrado mayor resistencia a sus arbitrariedades fraudulentas. Pero este
régimen, que tiene su basamento en los partidos políticos exclusivamente, está
muy viciado a tal punto que genera repudio de la población que se siente
suplantada por una representación que no la reconoce como suya.
En sus
inicios, los partidos políticos en el Perú emergieron como protesta social
frente a los gobiernos antidemocráticos y cumplieron un rol histórico desde
mediado del siglo XIX logrando la “democracia representativa” que significó un
gran paso en aquella época. Los caudillos tomaban la iniciativa y se la jugaban
sobre la base de ideales de mejoramiento nacional. Pero la evolución de la
realidad nacional ha cambiado considerablemente desde entonces y la “democracia
representativa” ha sido desplazada por la “democracia del dinero”
reestructurando todo el sistema político nacional.
Aunque el
caudillaje sigue siendo el principal resorte de acceso al gobierno, ya no es
tampoco el caudillaje puritano de antaño. Los caudillos de ahora son
traficantes de la fe popular que actúan por corruptela política bajo los
designios del poder económico interno y externo que son los que financian las
campañas electorales de sus testaferros. Los partidos políticos ahora surgen de
la nada y cualquier aventurero se convierte en caudillo político “sin saber
leer ni escribir”, ideologías. No interesa el respaldo popular porque lo que
vale es el respaldo electoral que se consigue simplemente financiando campaña
política manipulada.
De este
modo suelen llegar al poder personas indeseables sin que la población tenga
otra alternativa debido a la exclusividad que el régimen electoral otorga a los
partidos políticos aunque fueren mafiosos. En la última contienda electoral, la
ciudadana expresó su repudio a los viejos caudillos amenazando apoyar a nuevas
figuras sin advertir el peligro. La maquinaria electoral arbitrariamente
eliminó las amenazas valiéndose de cualquier pretexto para que queden en
carrera solamente los de su conveniencia.
Si bien
los partidos de izquierda ponen por delante sus ideales, tampoco son ajenos al
caudillaje y a los vicios degenerativos de los partidos políticos en general.
No tienen interés en luchar por el cambio del sistema eleccionario para lograr
una democracia más equitativa. Por el contrario, se avienen a él, participando
en condiciones desventajosas pero con las mismas prerrogativas de un régimen a
todas luces injusto, arbitrario y fraudulento. Utilizan las mismas artimañas
que los partidos de derecha sin cuestionar el régimen electoral vigente y los
oportunistas electoreros sacan provecho sin merecerlo. En estos días, mientras
el pueblo viene luchando contra el poder depredador en provincias de Puno,
Cusco, Ancash, Loreto y otros lugares, sufriendo las represiones del nuevo
gobierno, los oportunistas pugnan por el acomodo partidista en Lima, lejos de
la lucha popular.
Pero el
proceso histórico sigue su marcha y transcurrido siglo y medio de la
“democracia representativa” es claro que ya no encaja con las expectativas de
la ciudadanía en la época actual. Sin embargo, los partidos políticos se hacen
los desentendidos porque no les conviene otra forma que la que viene rigiendo y
habiendo algunos de ellos llegado al poder precisamente gracias al nefasto
sistema electoral vigente tampoco están dispuestos a legislar en contra de sus
intereses cambiando las reglas electorales. Entonces la ciudadanía pierde la fe
en el sistema político del que depende la suerte familiar.
La
derecha sabe muy bien de esta necesidad de cambio pero solo opta por remendar
el viejo ropaje electoral sin cambiar la estructura del régimen en el que
reside el fundamento de la arbitrariedad y el fraude. Financiar a los partidos
políticos es una de sus propuestas de reforma electoral que solo encubre la
podredumbre. Lo que se reclama no es mejorar el maquillaje de la vieja
“democracia representativa” sino una nueva democracia acorde con las
expectativas de la sociedad peruana en el siglo XXI. Una democracia auténtica
realmente representativa de todos los sectores de la sociedad peruana.
Una nueva
democracia debería ser una de las banderas de la izquierda respondiendo al eco
nacional con alternativas viables que satisfagan las aspiraciones sociales de este
momento histórico. Dado que el régimen electoral vigente ha sido estructurado
premeditadamente para impedir el acceso al poder a las fuerzas populares y
consolidar una seudodemocracia basada en el dinero, por propia conveniencia
necesitamos de un nuevo régimen electoral más equitativo que despeje el camino,
eliminando las vallas interpuestas contra la izquierda.
Esto
sería ponerse a la altura de las circunstancias de la época actual tomando la
iniciativa de enarbolar las banderas del cambio del sistema democrático. Pero
tengamos en cuenta que no se trata de cambiar solamente el régimen electoral de
por sí fraudulento, sino de formular una nueva concepción de gobierno
democrático, un nuevo sistema de representación política, una nueva etapa
republicana.
Esta
renovación significa también, innovación en los partidos de izquierda acordes
con las exigencias de nuestra época. Actualización ideológica del mensaje
político, innovación organizativa y de funcionamiento, renovación de los
métodos de trabajo, de la democracia interna y del trabajo político con el
pueblo. No podremos crecer orgánicamente sino dejamos atrás los viejos vicios
que solo nos ocasionan dispersión y aislamiento del pueblo. No podremos
construir el poder popular que necesitamos si no nos desprendemos de los viejos
hábitos de maniobras deshonestas.
Para
romper con el oportunismo electorero hay que acabar con el exclusivismo de los
partidos políticos en el régimen electoral dando al pueblo libertad
eleccionaria. Actualmente, todos los partidos políticos incluyendo los de
izquierda, son suplantadores de representación social. ¿Qué sector
socioeconómico del Perú acreditó como representante a cada uno de los
congresistas actuales? ¿A qué sector socioeconómico representan Kuczynski,
Keiko, Alan, Toledo? ¿A los pescadores? ¿A los productores agrarios? ¿A los
industriales? ¿A los comerciantes?
Si
queremos una nueva democracia deberíamos ser más equitativos. En el Congreso de
la República deberían estar representados todos los sectores socioeconómicos en
la misma proporción que tienen en la sociedad peruana, llenando cupos
establecidos equitativamente. Pero no necesariamente acceder exclusivamente a
través de los partidos políticos sino permitir otras alternativas como podría
ser por elecciones sectoriales. En las instituciones representativas
sectoriales están los expertos que más conocen la problemática respectiva y
están en mejores condiciones para opinar y legislar.
En un
sistema como este, la república se institucionalizará necesariamente desde el
nivel local hasta el nacional y sería muy difícil que lleguen al poder tanto
indeseable. Pero no me extiendo más porque ya no me queda espacio para seguir
sustentando esta temática, pero les dejo la inquietud para lo que pueda ser de
utilidad.
FUENTE: Milcíades
Ruiz
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