Por la alimentación, el agua, la agricultura,
el cambio climático, los bosques son clave. Foto cortesía wiki commons.
Quisiera
ilustrar una idea mencionando la escena de una de las películas de los famosos
humoristas británicos Monty Python. En ella el personaje dice lo siguiente:
“Está bien… está bien… pero aparte de un mejor sistema de saneamiento y
medicina y educación, y sistemas de
irrigación, y salud pública, y carreteras, y un sistema de agua potable, y
baños, y orden público… ¿acaso hicieron los romanos algo bueno por nosotros?”
Esta
famosa escena resalta el hecho de que, si bien los romanos suministraban todos
los bienes y servicios a la sociedad británica, estos no siempre eran
valorados.
Lo mismo
podría decirse de los bosques tropicales del mundo. Mientras que muchas
personas implícitamente consideran que los bosques y los árboles tienen un
valor intrínseco y estético, nosotros, los científicos no hemos tenido mucho
éxito convenciendo a los responsables políticos y las grandes empresas de que ¡
Uno pensaría
que la evidencia científica disponible es suficiente para su protección y
gestión sostenible, pero este no es necesariamente el caso.
EL LADO
POSITIVO DE LOS BOSQUES
La
mayoría de nosotros somos conscientes de que muchos de nuestros productos básicos
más importantes provienen de los bosques tropicales. El té, el café, el cacao,
la quinina, el aceite de palma, entre otros, todos tienen historias de
desarrollo muy interesantes, y a menudo complicadas, que han permitido la
expansión de sistemas económicos que,
aunque basados en economías coloniales de explotación, han cambiado la
naturaleza misma (casi literalmente) de las sociedades que habitamos.
¿Quién
sabía, por ejemplo, que la isla de Manhattan en realidad fue cedida por los
holandeses a los británicos a cambio de su acceso monopólico a islas indonesias
ricas en nuez moscada, haciendo de ellos una potencia económica en Europa
durante los siglos XVIII y XIX?
O que la
plantación en la India del enigmático árbol Cinchona, endémico de las tierras
altas de Ecuador, permitiría la colonización europea de gran parte del Lejano
Oriente (para bien o para mal), al proporcionar la quinina extraída de su
corteza la cura contra la malaria, salvando así millones de vidas en el
proceso.
Todos
nosotros dependemos de los bosques de alguna manera y eso hasta el Papa
Francisco lo entiende.
O que
aquel arbusto de matorral encontrado en los remotos valles de Etiopía generaría
un comercio mundial de café que suministra a la industria un producto sin el
que muchas personas parecen incapaces de funcionar. O que el cacao amargo de
América Latina, uno de los favoritos de la corte isabelina británica, daría
paso a la pasión del chocolate, compartida por millones en el mundo moderno.
Pero a
menudo hemos observado que tan pronto como un producto forestal se
comercializa, es removido de la economía forestal y puede de hecho conllevar a
la destrucción de su propia fuente. La expansión de la palma aceitera en los
últimos veinte años es un ejemplo clásico de cómo la demanda mundial puede
conducir a la deforestación en una escala mayor que muchos otros productos.
Entonces
¿dónde quedamos los que abogamos por que los bosques no sólo tengan un papel en
la conservación, sino también en el desarrollo sostenible?
Investigaciones
recientes han traído de vuelta a la mesa
de discusión el paradigma de que los bosques son sumamente valiosos para las
personas, pero esta vez con una evidencia mucho más sólida.
Se estima
que hasta mil millones de personas dependen de alguna manera de los bosques
para su sustento y que las mujeres son por lo general más dependientes que los
hombres.
En muchos
casos, casi el 30% del ingreso de los hogares rurales proviene de los bosques.
Sabemos que hay una correlación significativa entre el acceso a los bosques y
la diversidad de la dieta, y por lo tanto, una mejor nutrición.
También
sabemos que los servicios ecosistémicos proporcionados por los bosques son
fundamentales para la agricultura moderna en términos de la polinización, el
agua y otros servicios; y que los bosques juegan un papel importante, tanto en
la mitigación como la adaptación frente al cambio climático.
Pero ¿y
por qué importa? Esta investigación ha sido bien recibida en algunos círculos
al proporcionar evidencia al menos útil, si no convincente, en cuanto al valor
de los bosques para los medios de vida locales, la seguridad alimentaria, el
alivio de la pobreza y el cambio climático. Y muchos de nosotros estamos, con
razón, emocionados con eso.
Sin
embargo, una pregunta que recientemente me hiciera el representante de un
importante organismo donante durante la exposición de este trabajo me hizo
pensar más respecto a nuestra misión global. Él me preguntó lo siguiente:
“…gran trabajo de investigación, pero ¿está usted sugiriendo mantener a las
personas dependientes de los bosques?”
Una
observación interesante y que sin duda exige un poco de reflexión sobre nuestra
misión como investigadores. Básicamente, es importante destacar que estamos
hablando de una perspectiva mucho más amplia. Porque sí, es cierto: las
personas que viven más cerca de los bosques suelen tener mejores dietas que los
que han migrado a zonas urbanas, independientemente de sus ingresos familiares.
Y sí también es cierto que los servicios prestados por los bosques y los
árboles sustentan gran parte de nuestros sistemas agrícolas mundiales.
Pero la
tendencia mundial orientada a alcanzar la seguridad alimentaria a nivel global
se ha basado tradicionalmente en la tala de bosques para la agricultura, sin
importar las consecuencias.
Tenemos
muchas pruebas de que los bosques y sus servicios nos atañen a todos de alguna
manera y por más importante que sea el hecho de que las comunidades forestales
se benefician del acceso a frutas, verduras y medicinas silvestres o
cultivadas, la historia no termina ahí.
En
resumen: sin los bosques nuestros productos básicos no podrían ser mantenidos
de manera sostenible.
El café
que tomamos en la mañana, por ejemplo, depende de polinizadores forestales, sin
los que nuestra dosis de cafeína al día costaría mucho más. El chocolate
necesita ser cultivado bajo la sombra de árboles para tener alto rendimiento y
estar a salvo de enfermedades. Gran parte de nuestra agua potable depende de la
conservación de las cuencas hidrográficas forestales. Los cultivos de palma
aceitera tienen fama de disminuir cuanto más lejos están de los bosques
naturales. Hay muchos ejemplos.
En
resumen: sin los bosques nuestros productos básicos no podrían ser mantenidos
de manera sostenible.
Sin
embargo, todos estos bienes y servicios valiosos pasan inadvertidos al igual
que los bosques de donde provienen. Y con un clima cada vez más cambiante
muchos de estos productos básicos están en peligro.
Entonces,
para volver a la pregunta inicial: no, no estamos promoviendo la idea de que
sólo los más pobres dependen de los bosques. De ningún modo. Todos nosotros
dependemos de los bosques de alguna manera y eso hasta el Papa Francisco lo
entiende.
Sólo
necesitamos reconocerlo y basar nuestro
enfoque de desarrollo y crecimiento económico sostenido en la gestión de los
bosques que aún nos quedan, y en los
paisajes que ocupan, de forma sostenible. Y debemos hacerlo por la
alimentación, el agua, la madera, la medicina, todo en el contexto de un clima
cambiante. La gestión forestal sostenible no es sólo un problema local, sino
también global.
Entonces,
volviendo a la introducción y a la escena del filme británico al que hice
referencia a comienzos de este blog, el diálogo continúa y el personaje afirma:
“No hay uno de nosotros que no daría su vida para librar a este país de los
romanos de una vez por todas”…
Pero una
voz disidente, consciente respecto a lo que los romanos aportaron en términos
de bienes y servicios interrumpe al personaje: “Este, bueno hay una”.
La
evidencia científica sugiere que necesitamos esas mismas voces disidentes para
ayudarnos a reconocer la contribución de los bosques tropicales para el
bienestar humano y el desarrollo económico mundial.
Terry Sunderland es científico. Puede ponerse
en contacto con él en
t.sunderland@cgiar.org
FUENTE: TERRY
SUNDERLAND
No hay comentarios:
Publicar un comentario