Un nuevo estudio cuestiona la lógica de los
Pagos por Servicios Ambientales (PSA) y resalta la importancia de los factores
sociales en estos esquemas. Foto: Thinkforest.
Durante
décadas, los científicos especializados en conservación han tratado de ponerle
un precio a la naturaleza.
El último
de estos cálculos considera que el valor de servicios ambientales, como la
captura de carbono, la regulación de los ciclos de agua y la protección de la
biodiversidad, entre otros, asciende a
125 billones de dólares al año.
En la
lógica de estos intentos de valoración, el pago por servicios ambientales (PSA)
es uno de los modelos que ofrecen incentivos financieros a cambio de la
protección de estos “activos”. Pero un nuevo estudio, realizado por el Centro
para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) y el Instituto para el
Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI, por sus siglas en
francés), cuestiona esa lógica, sugiriendo más bien que los pagos en efectivo
son uno de los tantos factores que tienen un impacto en los resultados de la
conservación.
“Hemos
puesto demasiado énfasis en transacciones económicas complejas a la hora de
tratar de comprender cómo funciona la conducto humana frente a estos esquemas.
Las fuerzas del mercado se han sobredimensionado”, afirma Romain Pirard,
científico de CIFOR y uno de los autores del estudio.
La
investigación en mención se centró en la cuenca del río Cidanau en Banten, Java
Occidental, Indonesia, donde la disminución de la cubierta forestal ha
conducido a la erosión de la tierra y a la reducción de la calidad del agua del
río.
Para
resolver este problema, una empresa local de agua que se abastece del río
estuvo dispuesta a financiar un esquema de PSA (intermediado y monitoreado por
diversas partes, entre ellas ONG locales y líderes de la comunidad) y pagar a
los agricultores locales por no reducir aún más la cobertura forestal.
Pero en
vez de encontrar una relación directa entre la oferta de dinero y una mejor
gestión de la tierra, Pirard y sus colegas observaron que la situación era
mucho más complicada: muchos agricultores no comprendían los contratos que
estaban firmando, ni por qué estaban recibiendo dinero.
Son
muchas las causas, según Pirard. “La organización y los pagos fueron
intermediados por los líderes de la aldea, muchos de los cuales no fueron
transparentes a cerca de la naturaleza del acuerdo, ni constantes en los
pagos”, dice.
“En
Indonesia, muchos agricultores no cuentan con educación superior, por lo que
delegan muchas de las responsibilidades
a los líderes del grupo. Cuando una aldea decide cumplir con un esquema,
todos sus miembros deben acatar la decisión, poniendo así presión social sobre
ellos”.
“Muchos
de los agricultores aceptaron el esquema a pesar de que no existía un vínculo
claro entre la acción y la retribución monetaria. Su participación respondía a
motivaciones y presiones muy distintas del simple retorno financiero”, explica
Pirard
Aunque un
39% de los 270 encuestados señaló que la razón principal de su participación
respondía a los pagos en efectivo, las motivaciones sociales (sobre todo en
forma de presión social) fueron igualmente importantes, pues un 35% las
mencionó como la razón principal para participar en el esquema.
Además,
un sorprendente 85% de los hogares apenas conocía las cantidades y el
calendario de pagos, a pesar de que el
contrato era muy claro al respecto.
“Este
estudio cuestiona la idea de que los instrumentos basados en incentivos puedan
cumplir objetivos ambientales por sí solos, y muestra que existen realidades
más complejas en la práctica”, dice Pirard.
PARTICIPACIÓN
Y MOTIVACIÓN
La
importancia de los factores sociales también se ha evidenciado en otros
estudios sobre la participación y la motivación en diversos esquemas de PSA en
el mundo.
Una
investigación en Centroamérica, por ejemplo, ha encontrado que los valores y
las percepciones de la comunidad son fundamentales para los proyectos
ambientales.
Resultados
similares se han encontrado en proyectos en los Andes colombianos y en Namibia.
Romain
Pirard cree que para los escépticos de los PSA y de otros instrumentos basados
en el mercado, el surgimiento del consumismo y la economía de mercado son las
causas principales de los daños ambientales, por lo que consideran que una
mayor mercantilización de los servicios ambientales no es la mejor solución al
problema.
“Muchas
personas están en contra de estos instrumentos porque mezclan la conservación y
la naturaleza con el comercio y la economía”, afirma.
De hecho,
dentro del movimiento de los PSA existe un debate acerca de si los incentivos
financieros tienen un impacto negativo al excluir otras motivaciones para
conservar. “Hay quienes dicen que las motivaciones financieras pueden desplazar
otro tipo de motivaciones, más intrínsecas por así decirlo, y conducir a una
menor valoración de los beneficios del bosque”.
MIRADA
MACRO
A partir
de estos resultados, Pirard se muestra escéptico frente a la eficacia de los
PSA y los posibles resultados a favor de la conservación, sobre todo a nivel
macro.
Pero
tampoco cree que los PSA sean perjudiciales, y piensa que incluso pueden
conllevar a efectos positivos no contemplados en un principio.
“Irónicamente,
parece ser que este esquema ha logrado fomentar el diálogo que se necesitaba
para educar a la población local acerca de los beneficios de los bosques, lo
que se ha puesto en práctica independientemente de cualquier incentivo
monetario”.
Según el
estudio, el 81% de los participantes dijo que conservaría los árboles aun si el
programa llegara a su fin; el 88% señaló que utilizarían los bosques para la
extracción de frutas y madera, mientras que el 51% reconoció que los árboles
eran una buena inversión a largo plazo.
“Hemos
observado que a pesar de la complejidad de los supuestos económicos, el esquema
realmente funciona como un medio para educar, aunque este sea un resultado
secundario al objetivo principal de los PSA”, agrega Pirard.
Para obtener más información acerca del
trabajo sobre PSA, póngase en contacto con Romain Pirard en
r.pirard@cgiar.org
Esta investigación fue financiada por ERA-NET
BiodivERsA, en conjunto con la Agence Nationale de la Recherche de Francia.
FUENTE: JACK
HEWSON
No hay comentarios:
Publicar un comentario