CAMBIO
CLIMÁTICO Y DESIGUALDAD DE GÉNERO: DEL CAMPO DE CULTIVO AL CAMPO DE DEBATE
Agricultoras trabajan hasta la
puesta del sol en East Nusa Tenggara, Indonesia. Se cree que las mujeres
rurales son más vulnerables que los hombres frente al cambio climático, aunque
es necesaria mayor investigación. Foto: Aulia Erlangga / CIFOR
BOGOR, Indonesia- Con la atención internacional volcada a la
COP20 de la CMNUCC en diciembre pasado, muchos actores se han enfocado en la
importancia de las salvaguardas en el marco de la reducción de emisiones por
deforestación y degradación forestal (REDD+), o en la meta del Fondo Verde para
el Clima de recaudar US$ 100.000 millones para el año 2020.
Pero ¿todavía están pendientes
otros temas de investigación que involucren efectos del cambio climático?
La temática de género está
ganando cada vez mayor reconocimiento en las negociaciones sobre el cambio
climático: en la COP20, el 9 de diciembre fue designado “Día del Género” para
destacar la importancia de los enfoques de género en los paisajes.
Aunque se cree que las mujeres
son más vulnerables al cambio climático, los datos al respecto aún son escasos.
Una investigadora propone
observar con más detenimiento los posibles efectos del cambio climático en las
mujeres rurales, un grupo demográfico que podría verse afectado por las
políticas e iniciativas establecidas por una presencia masculina
desproporcionadamente mayoritaria.
Según Carol Colfer, asociada
senior del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), la
mayoría de las personas que “gestionan formalmente los bosques y su uso tienden
a ser hombres y provienen en su mayor
parte de entornos urbanos privilegiados”.
En una reciente entrevista con
Bosques en las Noticias, Colfer discutió el importante papel de la
investigación y de la participación comunitaria en tanto ayudan a las mujeres a
adaptarse al cambio climático, en lugar de cambios de políticas aplicadas de
arriba hacia abajo (top-down).
¿Cómo afecta o afectará el cambio
climático a las mujeres rurales?
La mayoría de los investigadores
prevé que el cambio climático tenga un efecto más negativo en las mujeres que
en los hombres debido a la mayor vulnerabilidad y pobreza que las afecta a
nivel mundial.
Algunos estudiosos, como Seema
Arora-Jonsson, han protestado porque esto refuerza una tendencia común y
lamentable que considera a las mujeres como víctimas pasivas e indefensas. Pero
por otro lado, ayudarlas a obtener acceso y control de los recursos puede
ayudarlas a enfrentar mejor el cambio climático.
En muchas partes del mundo, las
mujeres tienen a su cargo los cultivos de subsistencia, mientras que los
hombres, los cultivos comerciales. A menudo, las mujeres también son las
responsables de llevar la comida a la mesa. Si el aumento de la temperatura
conduce a un menor rendimiento de los cultivos, esto podría provocar una carga
directa sobre las mujeres ya que ellas podrían
verse incapacitadas para llevar a cabo las tareas que ellas (y otros) esperan
realizar.
Los problemas con el rendimiento
de los cultivos también pueden llevar a la migración de los, dejando a las
mujeres a cargo de la producción, reproducción y acción comunitaria en sus
áreas de origen: esto significa que las mujeres tienen una carga triple.
¿Qué se está haciendo para abordar estos
problemas? ¿Qué se necesitaría hacer que no se ha hecho ya?
Yo diría que una solución
estandarizada no es posible, y tengo mis dudas acerca de los enfoques empleados ampliamente, como REDD+ y los
planes de acción. Parecen ser más de lo mismo, métodos que ya hemos visto que
no funcionan con temas generales como “desarrollo” o “conservación”.
La mayoría de los investigadores
prevé que el cambio climático tenga un efecto más negativo en las mujeres que
en los hombres debido a la mayor vulnerabilidad y pobreza que las afecta a
nivel mundial.
Hay una enorme variabilidad,
incluso en los resultados biofísicos previstos a causa del cambio climático.
Los seres humanos nunca hemos sido particularmente buenos prediciendo el
futuro. Además, distintos grupos de personas tienen metas, expectativas, deseos
y capacidades diferentes.
Otro enfoque que podría tener
resultados positivos es el de abordar los problemas enfatizando las fortalezas
existentes de un grupo. Deberíamos
hacernos la siguiente pregunta:“¿Qué tiene, sabe o qué quiere este grupo
específico de personas que puede contribuir a solucionar los problemas que los
afectan o los afectarán en el futuro? ¿Cuáles son los problemas más acuciantes
o cuáles los llevan a la acción?”.
Si partimos de las fortalezas y
capacidades de las personas, en lugar de considerarlas como víctimas, esto
puede motivarlos a involucrarse y hacer algo para encontrar una solución.
¿Nos puede dar algunos ejemplos
de historias exitosas?
La mayor parte de lo que he visto
ha sido “más de lo mismo”. Los intentos por incluir a las mujeres se han
centrado en soluciones legales o de arriba hacia abajo (top-down), diseñadas
por funcionarios, políticos e investigadores, en lugar de haber sido diseñadas
de manera colaborativa con la población local.
Parece que parte del problema es la falta de
conexión entre la investigación y la acción.
Existen algunos casos alentadores
de investigación-acción, como la labor de Maria Brockhaus y Houria Djoudi en
Mali, y otros de intentos de describir el contexto local para que los planes
respondan mejor a las circunstancias de cada lugar.
Es posible que existan otros
intentos que yo desconozca, ya que el cambio climático no es el eje de mis
investigaciones, pero a partir de los
materiales que he examinado, parece que parte del problema es la falta de
conexión entre la investigación y la acción.
A los investigadores rara vez se
les permite hacer algo relacionado con la acción colaborativa, y en el mejor de
los casos, es aceptable en ciertos contextos, como dentro de CIFOR. Por otro
lado, los individuos más orientados a la acción no saben lo suficiente de
ciencias sociales aplicadas como para aprovechar las diversas oportunidades que
tienen a la mano.
En su discurso en el Congreso Mundial de la IUFRO
en el 2014, usted mencionó la necesidad de una mayor inclusión de científicos
sociales en la investigación forestal. ¿Cómo cree que los científicos sociales
pueden ayudar a incluir a las mujeres en los planes de gestión forestal
sostenible?
La mejor manera de hacerlo es
estudiando a otros seres humanos, estando en sintonía con la gente y sus formas
de vida dentro de los bosques, en lugar de estarlo con los propios bosques y
sus contenidos biológicos.
A menudo, las actividades llevadas a cabo por
las mujeres son invisibles para aquellos que no pertenecen a las ciencias
sociales, incluso cuando estas tienen lugar frente a sus propios ojos.
Los investigadores biofísicos han
sido entrenados para fijarse en otras cosas; e incluso quienes se interesan o
preocupan por la población local, no tienen la formación y las habilidades
necesarias para distinguir la realidad de la ficción, la realidad de la
apariencia, o patrones de eventos únicos entre seres humanos.
A menudo, las actividades de las
mujeres son invisibles para aquellos que no pertenecen a las ciencias sociales,
incluso cuando estas tienen lugar frente a sus propios ojos. Todos estamos
cegados por nuestros supuestos sobre el mundo. Vemos solo lo que queremos ver.
Incluso cuando hemos sido entrenados para cuestionar y superar estos supuestos,
la tarea es difícil. Pero sin entrenamiento, quienes no son científicos
sociales probablemente pasen por alto gran cantidad de información importante
sobre las prácticas, creencias y metas de la gente en relación con los bosques
que los rodean.
Esto supone más desventajas para
las mujeres. Las personas que gestionan formalmente los bosques y su uso
tienden a ser hombres y provienen por lo general de entornos urbanos
privilegiados, dos características que tienen el potencial de interferir con
cualquier reconocimiento de la participación de las mujeres rurales en los
bosques.
¿Qué es lo que aún no sabemos acerca del
impacto que el cambio climático tiene en las mujeres rurales? ¿Qué más hay por
investigar?
En la mayoría de los casos, solo
podemos adivinar cuáles podrían ser los efectos del cambio climático en las
mujeres rurales, ya que hasta ahora este ha sido un proceso bastante lento en
muchas áreas. Estas conjeturas sugieren la necesidad de un monitoreo de lo que
ocurre en términos del clima, y cuáles son sus efectos sobre diversas
poblaciones, incluyendo a las mujeres.
Existen muchas brechas de
conocimiento en el monitoreo de las comunidades que probablemente sean
afectadas por el cambio climático. Si se investigan estas vacíos, se le podría
proporcionar a las comunidades la información necesaria que les permita superar
los retos del cambio climático.
Necesitamos saber qué pasos pueden y están
dispuestas a dar hombres y mujeres para adaptarse a los cambios relacionados
con el clima.
La migración es un área carente
de investigación. Debemos observar quiénes están migrando, hacia dónde, y cómo
afecta eso a los que se quedan y a los que se van.
Se deberían monitorear los
impactos en la salud familiar. Si esta se está deteriorando, ¿cuáles son las
implicancias para los miembros de la familia?
Deberíamos medir cómo los roles
familiares están cambiando entre hombres y mujeres. ¿Hay cambios en marcha que
impliquen nuevos comportamientos? Si es así, eso podría a su vez involucrar
nuevas normas de género.
También debemos analizar lo que
está ocurriendo con los productos de los bosques y con los rendimientos de los
cultivos, tanto de los cultivos principales como de los subsidiarios que
proveen micronutrientes, y cómo los cambios en el rendimiento y la
disponibilidad de productos forestales están afectando de forma diferenciada a
hombres, mujeres y niños, si este es el caso. ¿Quiénes se benefician y quiénes
se perjudican en estos casos?
Por último, necesitamos saber qué pasos pueden y están
dispuestas a dar hombres y mujeres para adaptarse a los cambios relacionados
con el clima.
Debemos preguntarnos cuáles son
las implicaciones de política, de estos cambios en las comunidades.
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