Una de las maneras de escapar a
las trampas del ego es volver al Ser. Ya viviste afuera, ahora te propongo que
vivas un ratito adentro.
¿Qué tiene de malo el afuera? Es
correr hacia afuera para ver qué te sucede en el día de hoy y cómo te va. Y si
hoy te hablaron y te trataron bien, y las cosas salieron como querías (si te
besaste con tu pareja, o prosperaron tus planes para el fin de semana, o te
aumentaron el sueldo), entonces todo marcha bien.
Pero si no aparece esa persona
especial para besar, si te miran mal, si te descalifican, si no te tratan con
respeto, si en tu casa lo que das no se te agradece, si después de tantos años
de casado tu pareja todavía no entiende lo que de verdad querés, si tu socio te
quiere perjudicar, entonces tu vida no es feliz.
Vivir así es agotador, ¿no te
parece? Pensá en tu día a día y con una mano en el corazón decime si no
tendrías una vida mucho más plena y feliz si no estuvieras tan atado a ese
afuera, si no dependieras siempre de los otros, como si fueran el termómetro
que indica tu escala de dicha.
¿Entendés cómo opera la polaridad
del ego? ¿Cómo esa ilusión externa, que puede ser positiva y negativa, va
moldeando tu existencia?
Si vivís pendiente del afuera
puede que quedes preso de los balances y del día a día. Y como en general el
mundo suele ser hostil, provocador y frustrante, los egos se ponen nerviosos y
pierden un poco el norte. Y los balances que resultan de esa ecuación suelen
ser un poco tristes. Dos días lindo veintiocho horribles.
¡Pero esos son los viejos egos!
Y es hora de dejarlos atrás.
De entender de qué se trata.
Tenés que descubrir quién sos más
allá del ego, quién escribe la telenovela diaria, quién es el autor de tu
personaje. Ese es tu Ser, el que vos sos.
En un viaje a la India, escuché
una frase genial que me impactó: “Todo lo que vos has estado creyendo hasta
ahora que eras, es lo que no sos; y todo lo que hasta ahora no te atreviste a
creer que era, es lo que siempre fuiste”.
En la India explican que la
autoestima real no es el orgullo, que puede convertirse en soberbia, sino la
comprensión profunda de quiénes somos.
Y que, ante la duda, lo mejor es
repetir: “Yo soy lo que yo soy”, “Yo soy un ser valioso sólo por existir”. Si
te gusta, tomalo como mantra.
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