LA
VENGANZA
Castañeda es peligroso. Cuando no puede
responder por el hecho que los micros y coaster se estén destrozando y matando
gente en las calles de Lima, mientras no hace nada por el transporte y su
prioridad está puesta en borrar murales y pintar paredes de amarillo, dispara,
con la facilidad que Correo decía hace una semana que Guillermo Bermejo era
multiterrorista y ahora ya salió en libertad (de lo que no han dicho nada), que
el pintor de un mural, de las decenas que va borrando, era simpatizante de
Movadef, aunque la pintura que estaba en el centro de Lima se refería a motivos
ambientales y no tenía ningún vínculo con temas de la violencia.
Así el tiranuelo de Lima quiere
hacernos creer que su campaña de cubrir de amarillo las expresiones de arte
urbano, tiene aunque no nos habíamos dado cuenta una motivación antiterrorista,
más o menos como el procurador Galindo que se gana la vida acusando
exhibiciones y obras de teatro de apologías del terror. Policía del
pensamiento, que le llaman. Y, por cierto, en dónde más publicar estas
tonterías que otra vez en el Correo, que parece distanciarse progresivamente de
la línea de El Comercio para acercarse a la de Expreso, en el sentido de buscar
terroristas en los sectores más moderados y democráticos de la izquierda, a
para generar miedo y apuntalar las tendencias al autoritarismo.
La verdad es que Castañeda tiene
algún problema con sus creencias políticas más profundas. Tantas encuestas y
elecciones con altas votaciones, parecen haberle trastocado la visión de la
realidad y de ahí que sin tener ideas ni propuestas para la ciudad, sigue
creyéndose un genio en decisiones urbanas. El mismo concepto de que el centro
histórico no puede ser revitalizado con la pluralidad de colores ni otros
cambios, porque eso lo vigila la Unesco, pero si atravesado por el
Metropolitano que desmiente su discurso conservacionista, refleja su
incoherencia que parece que sólo se resuelve en el axioma: Lucho tiene la
razón.
Claramente que Lima centro
requiere de mejoras mucho más urgentes que la desmuralización, pero como se ha
visto, este asunto ha sido tomado como bandera de guerra contra su antecesora
que se lleva el odio eterno, porque movió el asunto Comunicore, del que
Castañeda se salvó por un pelo por el juego de los fiscales amigos de Alan
García. ¿Cuánto tiempo más tomará la venganza? Nadie sabe, pero lo que preocupa
es saber si la gente que reclama por las muertes en las pistas, se da cuenta de
quién es el responsable. Más aún si se cree que en octubre se votó la
amirillización de la ciudad, como la gran reforma de Castañeda, por la cual
saco el 50% de los votos que daba la impresión de un mandato claro para hacer
algo importante, aparte de tumbar murales.
FUENTE: Raúl Wiener Periodista,
Analista Político y Económico peruano
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