¿POR
QUÉ CRECE EL MUDO?
Pese a los torpedos que le
lanzan, aumenta el apoyo ciudadano al alcalde Castañeda.
Pocas veces se da, en nuestra
historia política reciente, que a un alcalde se le haya dado un período de
gracia tan corto como al actual. Los cuestionamientos a su gestión se iniciaron
cuando aún no había cumplido dos meses en el sillón de Nicolás de Ribera, y
ahora se endurecen, en particular desde cierta prensa. Tal vez el antecedente
más parecido sea el acoso que sufrió Alberto Andrade durante el gobierno de
Fujimori, salvando ciertas distancias. Lo que llama la atención es que, pese a
ello, la aprobación ciudadana del alcalde Luis Castañeda ha aumentado.
Según la última encuesta Datum,
realizada este mes, el 71% de los limeños aprueba la gestión del burgomaestre
(90% en el segmento socio económico D-E), ocho puntos porcentuales más que en
Febrero (63%) y 11 puntos más que en Enero (60%), cuando inició su gestión. La
desaprobación, de otro lado, bajó a 15% en marzo, seis puntos menos que en
Febrero (21%).
Durante estos primeros meses, se
ha fiscalizado de manera estricta, casi implacable, a Castañeda, quien ha
recibido críticas de todo calibre. La principal, la más recurrente, sostiene
que el alcalde “ha abandonado la reforma del transporte iniciada por Susana
Villarán”. Sin embargo, el 90% de aprobación en los sectores populares nos dice
que esta afirmación parece divorciada de la realidad.
Para entender ese 90% hay que
partir de un hecho objetivo: la única reforma del transporte que conocen los
sectores populares son El Metropolitano y el Tren Eléctrico, los únicos que
llegan hasta ellos. Por cierto, el pasaje de los buses alimentadores del
primero ha bajado de un sol a 50 céntimos (0.25 estudiantes) en la gestión de
Castañeda.
En contraste, el Corredor Azul
cubre una ruta limitada entre el Rimac y Barranco, tiene deficiencias desde que
empezó a operar -sin paradero final ni patio de operaciones- y además ha elevado
el costo del pasaje. Por ejemplo, un vecino de Bayovar (S.J. de Lurigancho) que
necesita llegar a la avenida Arequipa, pagaba antes dos soles por viaje; ahora
paga en promedio tres soles porque debe tomar dos conexiones para llegar al
Corredor. Por cierto éste es más lento que los otros.
Pero la alta aprobación popular
del alcalde no podría explicarse solo por el tema del transporte público, que
aún arrastra graves deficiencias. Hay otros hechos que sustentan ese respaldo:
la recuperación de los parques zonales de los conos, del Parque de las
Leyendas, el Circuito Mágico del Agua, el albergue para ancianos de San Juan de
Miraflores y el albergue para niños de Comas; la construcción de Casas
Solidarias (comedor-local comunal) y muros de contención en pueblos jóvenes; el
mantenimiento de la infraestructura del Metropolitano y el inicio de las obras
de ampliación de éste desde la estación
Naranjal hasta el parque zonal Sinchi Roca de Comas. Todas estas obras están lejos
de la Lima oficial.
También sería injusto decir que
la gestión de Castañeda se restringe a esos sectores. Allí están la reapertura
de la Costa Verde mejorada, el avance de los dos túneles que unirán el Rimac
con San Juan de Lurigancho, la reconstrucción en marcha del puente Bella Unión,
la reparación de los seis puentes sobre el río Rimac o la renegociación del
proyecto Línea Amarilla, ruta subterránea que derivará el tráfico de la Vía de
Evitamiento desde el centro de Lima hacia al Callao y el Cono Norte.
Los hechos reseñados revelan una
dinámica de trabajo efectiva y rápida en beneficio de la ciudad. Obviamente, no
puede estar exenta de errores, como toda obra humana. Por ejemplo, Castañeda no
explica aún cuál es su estrategia para reformar el transporte público y se
equivoca al ordenar que se borre murales artísticos porque tiene una visión
distinta del arte.
Pero, más allá de los yerros,
estamos ante una gestión municipal muy superior a la anterior. Y si tuviéramos
que hacer un balance de los tres primeros meses de Castañeda sería, en una sola
palabra: Positivo.
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