MENÚ DESPLEGABLE

TRADUCCIÓN A OTROS IDIOMAS - TRANSLATION TO OTHER LANGUAGES

domingo, 15 de marzo de 2015

SI UN MÉRITO TUVO LA “MARCHA CONTRA LA TELEVISIÓN BASURA” FUE COLOCAR EN LA MESA UNA DISCUSIÓN SOBRE LOS CONTENIDOS QUE ACTUALMENTE SE TIENE EN LA TELEVISIÓN DE SEÑAL ABIERTA



TELEVISION EN EL DEBATE

Si un mérito tuvo la “marcha contra la televisión basura” - con todo y sus reflejos ultraconservadores así como los actos de vandalismo que se produjeron, que en este blog no compartimos - fue colocar en la mesa una discusión sobre los contenidos que actualmente se tiene en la televisión, sobre todo en señal abierta. Dos temas han sido los centrales: los reality de competencia y programas de farándula y la calidad de los noticieros que tenemos en el Perú. Comentaré un poco sobre el primer punto pero, sobre todo, me concentraré en el segundo.

En torno a programas calificados como “televisión basura”, algunas cuestiones a precisar. La primera, no veo los programas que han motivado la protesta y no son espacios que me agraden. Y, además, algunos de ellos no cumplen con la única premisa con la que simpatizo de la protesta del viernes pasado: el respeto al horario de protección al menor.

La segunda es que comprender que, para la conformación de una oferta como la que tenemos en algunos horarios en la señal abierta hay que tomar en consideración varios factores: el peso del rating - aunque cada vez es menor -, cantidad de anunciantes de un determinado espacio, una tendencia mundial de la señal abierta hacia contenidos de entretenimiento cada día más forzados (aunque algunos canales otrora serios del cable no se quedan atrás, vean en lo que se han convertido, por ejemplo, Discovery Channel e History Channel), entre otros.

Y sí, la oferta, sin duda, podría ser mejor y las opciones no se reducen al consabido “cambia de canal”, pero resulta necesario tener en claro que estamos ante un negocio y que la idea de los canales de televisión no es culturizar, sino vender. Aunque claro, hasta que tengamos el apagón analógico - postergado por algunos años más (ver la columna de Tafur de hoy) - tenemos el legítimo derecho de reclamar sobre el uso del espectro radioeléctrico que pertenece al Estado peruano.

La tercera cuestión es que, más allá de pensar en controles de contenidos o censuras, quizás la clave frente a la televisión está más en la actitud que tenemos frente a ella. Convertida en niñera virtual de varias generaciones - la mía, por ejemplo, vio los últimos decadentes años de Ferrando o Risas y Salsa, por solo mencionar dos contenidos de los que se renegaba hace 20 o 25 años -, dependerá más de los padres de familia cuál es la actitud que sus hijos deban tomar frente a los contenidos que ven todos los días ante la pantalla, así como la posibilidad de ofrecer otras alternativas (como la lectura, por ejemplo).

Pero lo que me causa más ruido es lo que bien describió Marco Sifuentes la semana pasada:

Yo diría que hay algo más. El problema no son los programas sino todo el ecosistema alrededor de ellos. Prender el noticiero y verlos convertidos en extensiones de los realities, comentando sus andanzas como si fueran relevantes. Entrar a Internet y toparse con que la mitad de noticias tratan sobre ellos. Políticos que participan en programas similares. El álbum. Las entrevistas “exclusivas” en otros canales. Las portadas de los diarios. El problema, al final, no es solo la televisión “basura”. Es todo lo demás lo que ha hartado a la gente.

Veamos los noticieros actuales en señal abierta. Con la saludable excepción de TV Perú, la mayor parte de estos espacios tienen una tónica casi similar: harta noticia policial, un pequeño bloque sobre política (circunscrita básicamente a declaraciones de autoridades), dos a tres noticias internacionales (sin contexto), algunas noticias locales, un bloque fijo de deportes (léase, fútbol) y, con cada vez más frecuencia, un bloque de espectáculos que oscila entre el cherry a los espacios del canal y la competencia abierta con Magaly Medina. Los espacios políticos, de lunes a viernes, no existen y, con la excepción de los programas dominicales, el debate público ha sido desterrado al cable y a los demás medios de comunicación.

¿Razones? Algunas las anota Rosa María Palacios hoy:

El periodismo de televisión debe tener un muro alto frente al entretenimiento. Diferentes directo­res para empezar. Hoy ese muro se ha derrumbado como aquel que separaba la noticia de la publicidad o el auspicio encubierto. La administración, es decir el gerente general y el directorio jamás le deben decir al director periodístico, que ellos nombraron garantizándole independencia, cuál es el contenido de un espacio de prensa, ni recortar los espacios al aire, ni mucho menos ahogar con presupuestos diminutos toda posibilidad de hacer periodismo.

De hecho, lo que estamos viendo en los noticieros peruanos es básicamente un reporte de noticias mas o menos presentado, con poca profundidad - salvo en algunos informes - y donde las fronteras entre la publicidad y la información se han difuminado. Y la cuestión se vuelve más compleja cuando algunos grupos que son propietarios de canales de televisión tienen intereses en otros negocios, lo que puede ocasionar determinados conflictos de intereses (p.e: El Comercio respecto de su unidad de educación superior y Enfoca sobre los negocios distintos a Latina).

E incluso si se continua con el mediocre formato de nuestros informativos televisivos de señal abierta, se podrían hacer algunas mejoras: mayor contextualización de notas policiales que vaya más allá de la presentación de “el muerto del día”, noticias políticas que no solo se queden en las broncas en el Congreso de la República, ampliación a otras disciplinas distintas al fútbol en la información deportiva, temas urbanos que generan impacto directo en el ciudadano. Si con todo lo que podemos discutir sobre la línea editorial y la poca o mucha experiencia periodística de sus nuevos editores, El Comercio comienza a esbozar algunos cambios con miras a información con profundidad (y veremos si ese esfuerzo termina de cuajar), ¿por qué no lo pueden hacer los noticieros televisivos?

Finalmente, un tema adicional: el impacto que la pobre oferta informativa tiene para la democracia. Eduardo Dargent explica mejor este punto:

No entremos a discutir que debería cumplir una función social. O que es suicida embrutecer la televisión en un país con bajos niveles educativos, una cobertura de cable limitada y un debate público mediocre. O que los programas tontos engendran más tontos. Simplemente tomemos conciencia que si, como se hace en el país, contamos cada hora como una lucha a muerte por audiencia, quienes buscan otros contenidos simplemente no existen. Siempre perderán frente a una telenovela o un programa concurso rebosante de siliconas y esteroides.

Si, por el contrario, se mira la programación como un espacio que debe responder a intereses diversos, las cosas son distintas. Entendemos que la televisión que tenemos no es un reflejo de la sociedad, como se dice, sino la sacralización del gusto mayoritario para ganar dinero a toda hora y en todo canal.

Y quizás, como señala Dargent, la idea más fuerte, por ahora, esté en transformar al canal del Estado en una televisión pública de verdad, para que su pata informativa - que en los últimos años ha mejorado - responda más a los intereses de todos. Y para ello requiere un directorio plural y mayores recursos. Lo que sería importante para contar con una oferta que contrapese la mediocridad que estamos apreciando, todos los días, en los espacios de noticias que ven la mayoría de peruanos.


FUENTE: José Alejandro Godoy

No hay comentarios:

Publicar un comentario