URGE CONSTRUIR OTRAS FORMAS DE
HACER POLÍTICA, DESDE ABAJO Y CON LA GENTE, PARA CREAR CONTRAPESOS
No es con votos como se van a
solucionar los grandes problemas del Perú, pues está comprobado que CADA CUATRO
Y CADA CINCO AÑOS ELEGIMOS A NUESTROS PROPIOS VERDUGOS.
Sean alcaldes, regidores, del partido que sea, siempre salen
con lo mismo: se vuelven soberbios, roban con impunidad a manos llenas y en vez
de obedecer mandan pero a lo tonto. No rinden cuentas y si los ciudadanos se
descuidan los tienen de regreso por uno o dos periodos más.
Tantito peor ocurre con los
congresistas, que jamás regresan a sus pueblos, a menos que sea para sacarse la
foto cuando arrojan migajas a los pobres o para acompañar a los candidatos de
su partido en la siguiente campaña política.
De los gobernadores, y a todos
los anteriores, hay cinismo, corrupción, simulación e impunidad. De tramposo,
pandillero, mafioso, siniestro y perverso ya se ganó un lugar en el Salón de la
Fama.
La intercepción de sus
conversaciones telefónicas –antes de las elecciones revela el estilo y la
personalidad de un gobernante de los mejores tiempos. Así llevamos ya años en el Perú.
Varias son las piezas del mismo
rompe-cabezas político, que se acomodan a la perfección cada cuatro y cada
cinco años: los millones de pobres que los políticos utilizan como su ejército
de reserva cada vez que hay elecciones, acarreando y cambiando su voto por una
despensa, gorra o polo; la complicidad con el régimen de todos los medios de
comunicación impresos y electrónicos, que por dinero se vuelven sumisos y
manipulan a lectores, oyentes y telespectadores, exaltando propaganda en vez de
información; la cobardía de obispos y curas, que por conservar privilegios y
canonjías con el poder, callan en vez de denunciar; y la parcialidad con que
opera en cada elección.
Pero todo ese andamiaje jurídico,
mediático, político y eclesiástico no podría funcionar como maquinaria de
relojería, si no fuera porque además de utilizarse el dinero de las
prerrogativas de los partidos y buena parte de los recursos públicos, se
advierte que también los grandes empresarios y presuntos narcotraficantes meten
dinero a las campañas para ganarse respeto e impunidad de parte de las próximas
autoridades estatales y municipales.
Esta situación, la gente acaba
confundiéndose y perdiendo todo interés por elecciones, candidatos y partidos.
Además, durante las campañas hubo
más ruido estridente en las calles y basura electoral, con frases y discursos
impecables en los medios, pero con cero compromisos y consultas para resolver los
grandes problemas del Perú: pobreza extrema, reactivación del campo, empleo, protección
de niños, mujeres y ancianos, delincuencia organizada, inseguridad, acceso a la
universidad, equilibrio de poderes, combate a la corrupción y revocación del
mandato para servidores públicos ineficientes.
Por eso, para una ciudadanía más
despierta, las elecciones ya no garantizan un verdadero cambio de rumbo, pues
ni siquiera la alternancia mejoraría la precaria situación económica de
millones, POR LO QUE URGE CONSTRUIR OTRAS FORMAS DE HACER POLÍTICA, DESDE ABAJO
Y CON LA GENTE, PARA CREAR CONTRAPESOS.
Por lo pronto, a quienes lleguen
a los puestos de elección este 2016 se les avisa que si no funcionan, cobren y váyanse;
en segundo lugar, deberán rendirnos cuentas de sus actos y conductas,
escuchando con respeto las críticas de quienes pagaremos sus salarios; y si
nada de eso se cumple, entonces la ciudadanía tiene todo el derecho de empezar
a tomar carreteras y municipalidades. Para empezar.
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