Morir debería escogerse: cómo,
cuándo y con quién, pero no es posible. O por lo menos poder imaginar la gracia
de lo vivido, que tampoco es posible y eso da cierta tristalgia.
Si fuese así acordaríamos juntos,
para hacer homenaje a los que acompañan, y darle descanso a la agradecida
compañera soledad.
Seguramente colgaría una hamaca
bajo la sombra de su cuerpo, merendaría recostado en el fogón tibio de su
pecho, embriagados mirando las estrellas sobre la tierra en el patio de los
recuerdos, o el crepúsculo desde una madera moldeada traída por el mar que
escrita dice “lo único serio es la alegría”, o tomando en el inicio un trago
dentro del oasis, viendo sus ojos que llorarían después por otras razones que
todavía me conmueven.
Nunca alcancé a suponer siquiera
como se entrelaza la dificultad cuando la libertad y la prisión duermen en la
misma cama, sin haber develado el argumento, sin tener otro lenguaje que nos
habilitara comprender lo poderoso de un tabú ni haber derribado el esquema que
nos hace amar y defender lo que nos mata.
Usted quiere Amar libre como lo
desea pero no me deja amar igual como usted vive no era un reto ni quisiera inmiscuirme
en los asuntos internos de sus emociones sino la necesidad de explorar como se
salta la rutina del pensamiento occidental hasta meternos en otra opción, donde
el río sea el mismo cuantas veces nos de la gana.
Lástima el tiempo que ha pasado
para poder saberlo.
Sin embargo, todo prejuicio
desaparece cuando nos desnudamos juntos para volver a sentir el placer de lo
originario.
No pido volver ni clemencia para
evitar irme, me basta la belleza de haber tenido la oportunidad de existir en
este tiempo convulsionado, creativo y
revolucionario, y por fortuna en
este país, incluyente y desesperado por convertirnos en participativos y
protagónicos.
Si la impotencia de no acertar en
todo esto me llegase a deprimir, sería por no tener más brazos para liberarla
con el sentimiento propio de otro mundo haciéndose, del atavío que la endolece
o por lo menos la capacidad indudable de invitar a alguien para unidos
abrazarla toda y sacarla del cerco y acercarla a la naturaleza de otro paisaje.
Aunque también he pensado
fríamente que la único por lo cual zafaría sin duda mis manos de sus senos,
donde me sostengo todavía como un naufrago a su tabla de matemática, como un
malabarista de su cuerda para no caer al vacío doméstico de la lágrima, sería
partir a no ser fatalmente indiferente a un decreto que avisa con alevosía
morirnos malamante.
Esa ridiculez de cedernos el
título de ser el país más amenazante y peligroso del planeta sin siquiera
avisarnos que estábamos postulados a ese galardón, no logró más que juntar grandes
sentimientos soberanos. Aunque no obstante, sea la distinción más importante al
que orgullosamente pudiera optar cualquier sociedad socialista, fue otra
extravagante mentira que nos sirvió mucho para soliviantar lo que quizás por un
instante dudábamos.
Igual continúo hacia ella, sobre
un rayo de luz que viene de su mirada.
Ella hacia a mí, guiada por una
raya blanca de sol sobre el pavimento para juntarnos hacía una definición.
Ellos los mezquinos, los
legalizadores de la muerte por el voto democrático de sus parlamentos, los de
sólo su camino ya han sido obligados a partir también,
cada uno desde una punta del arco
iris. La batalla final será en el lugar de la imagen, a la izquierda de la
belleza, en algún documentado instante de lo multicolor o hasta que todos
descansemos de la estupidez de lo incorrecto o el cansancio de haber llegado a
una especie de fronda no frontera, donde se comprende ineludible que materializar un sueño colectivo comunmente
será más acertado que matarlo. Aunque nada existe en este universo capaz de
abatir la amorosidad de una idea por lo vivo no muerto, extinguirla y sacarla
definitivamente de los archivos íntimos más espléndidos que describen la
querencia por este mundo. De ser así, en un supuesto negado, volverán como fantasmas
desde el caído corazón humano de la verdadera humanidad, para volver a
repoblar.
Es brutalidad no saber que usted
ejerce la libertad de hacer lo que le interesa como un orgasmo pero no acepta
que otros amen justamente distinto a su política de vivir, lo que interpreta
eyeculativamente como terrorismo virtual, como declaración de guerra.
En fin, si algo entristece no
seguir amarrado a la integridad de su cuerpo, cosido a la respiración y atado a
este mundo sería cesar continuar ejerciendo a conciencia la razón casi insomne
e inquebrantable de ser por siempre y eternamente antimperialista…
FUENTE: Carlos Angulo.
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