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miércoles, 1 de abril de 2015

¿SE CANCELA EL PROYECTO MINERO TIA MARIA?



Esta mañana, la noticia del día se ubicó en Arequipa. Desde el set de RPP, Julio Moriberón, director de Relaciones Institucionales de Southern Perú, anunció que la compañía dejará el proyecto Tía María, decisión que será comunicada hoy formalmente a los canales pertinentes del Estado Peruano.

La noticia tiene varias repercusiones. De un lado, la económica. Resulta evidente que el Ministerio de Economía y Finanzas deberá reajustar a la baja sus proyecciones de crecimiento económico para este año. La puesta en marcha de Tía María, proyectada para este periodo, era parte de las variables que se tenían en cuenta para el cálculo de dicha cifra. Y ya no son pocas las voces que piden, hace rato, al ministro de Economía y Finanzas, algo más de proactividad en el incentivo de inversiones. Aunque también resulta cierto que el proyecto en cuestión nació con problemas, como veremos luego.




Luego tenemos el plano del discurso. El representante de Southern tuvo en su presentación de hoy una frase que será recordada: la alusión a un supuesto “terrorismo antiminero” como uno de los motivos para dejar de lado esta inversión. La frase nos parece infeliz por tres motivos: el primero, porque trata de asociar una posición con la que se puede discrepar o no con uno de los peores males que tuvo nuestra patria. La segunda, porque en el fondo termina descalificando per se a cualquier posición discrepante. Y, peor aún, cuando el propio señor Moriberón terminó admitiendo que Tía María tuvo problemas al inicio del proceso, debido a que enfocaron las relaciones con las comunidades como un mero “favor”.

Ello no niega, por cierto, que existe un sector minoritario que, por cuestiones ideológicas, considera que el Perú debe abandonar toda actividad minera y abocarnos a otras acciones productivas, pero que tiene un peso sustancialmente menor al que algunas periodistas (¿aló, Valenzuela?) quieren atribuirle. Y resulta cierto que el país no debería depender tanto de la minería y tener su inversión más diversificada, pero también es claro que contamos con un buen potencial en este campo, el mismo que debe explotarse con reglas claras, respeto al medio ambiente y buenas relaciones con las comunidades.

Lo que resulta alucinante es como este tema es visto para algunos como “el fin del mundo” y por otros como una “victoria” que habría que festejar con champagne. La cancelación de un proyecto minero siempre tiene varios responsables y en este caso no es la excepción: una empresa que desde el vamos tuvo serias dificultades en torno al tema de recursos hídricos y que, luego de algunos cambios, tampoco pudo superar la desconfianza de los ciudadanos involucrados; ciudadanos dedicados a actividades agrícolas que temen el impacto de la minería en su producción; un gobierno central que oscila entre la desidia y el “meta represión para que vaya esta inversión”; y autoridades locales opuestas a rajatabla a este proyecto.  Y, claro está, tenemos la incertidumbre sobre sí la empresa venderá sus intereses en Tía María - y a quien, considerando que hay cada minera que tiene problemas - y como custodiarse de la minería ilegal.

Añadan a este desenlace, por cierto, un factor que muchos obvian a esta hora: la baja en los precios internacionales de los minerales, lo que hace que sea más fácil tomar la decisión de cancelar un proyecto minero que tiene problemas sociales fuertes. Y de retener la concesión hasta que el precio suba y las condiciones sociales mejoren. Por ello la frase de “terrorismo antiminero” resulta siendo aún más torpe, porque no ayuda en nada a ese objetivo de corto plazo.

Finalmente, el tema político. Obviamente esto va a servir para chancar a Humala por su “poca convicción en atraer nuevas inversiones”. Y Humala también podría responder que los problemas con Tía María comenzaron en el gobierno de García. Pero más allá de la reedición del clásico “yo gobierno mejor que tú”, hay un problema de fondo que no estamos viendo y que, el domingo pasado, Alberto Vergara pinto en todo su esplendor:

Hay que salirle al paso a la insensatez. No por defender a Humala, sino para subrayar que la raíz del problema estuvo siempre en otro lado. Si la economía peruana se ha amodorrado se debe, fundamentalmente, a que los precios internacionales bajaron y a que grandes proyectos mineros se truncaron. Pero esto está lejos de ser un producto humalino. Los precios internacionales hubieran afectado a cualquiera y se debe subrayar que los atrofias institucionales de mediación entre Estado y sociedad que, por ejemplo, confabularon contra Conga, son semejantes a las que entramparon varios otros proyectos durante gestiones anteriores. Premunidos de las mismas falencias institucionales, el presidente Kuczynski –con su pasaporte gringo y su bancada limeñísima– no hubiera destrabado Conga y la presidenta Keiko tampoco lo hubiera conseguido a punta de bala. Dejen de vender cebo de culebra.

Decir que nuestra economía se enarenó por responsabilidad de Humala es la mejor manera de quitarle la nalga a la jeringa, es decir, evitar el análisis de las fisuras del sistema político y económico que ha prevalecido por largo tiempo. ¿Qué otra cosa eran las largas ovaciones para Luis Miguel Castilla en las CADE sino el reconocimiento público a quien garantizaba que Humala se mantuviese al margen de la política económica? Se ha celebrado que el mandatario apenas mande, pero se le enjuicia por los malos resultados. Responsabilizar al presidente y a su gobierno apocado transparenta otra forma de caudillismo: anhelar un individuo alternativo y soslayar lo que hemos construido gradualmente.

Lo bueno y lo malo del Perú de hoy es producto de una tendencia que supera a los gobiernos de turno. Y esto, por cierto, se corrobora en los ránkings internacionales que evalúan estas cuestiones. Si observamos los seis indicadores del Banco Mundial sobre Gobernanza, en cuatro de ellos el Perú mejora sostenidamente en la última década. En cambio, en materia de control de la corrupción nos degradamos sostenida e independientemente de los gobiernos. En cuanto al Estado de derecho, avanzamos y retrocedemos, sin ton ni son.

El Perú, entonces, no pasa por ninguna crisis. Padece, en cambio, el deterioro progresivo de muchas de sus instituciones. Una economía pequeña era menos difícil de levantar con un Estado de derecho endeble, convenía que partidos y sindicatos hubieran desaparecido, un Congreso desprestigiado y compuesto de amateurs siempre fue útil para impulsar el modelo económico desde el Ejecutivo. No lo sería para siempre. El sistema se ha ido tragando a sí mismo. Aquello que antes lo alimentaba, hoy lo envenena. Pero estamos a tiempo de evitar la atrofia, la crisis. Humala es síntoma y no enfermedad. Que no le cuenten la historia desde las hojas del rábano. Piense en dónde están los nudos de nuestra vida política y económica. Y, sobre todo, recuerde a Mafalda: esto no es el acabóse, solo es el continuóse del empezóse de ustedes.

¿Qué dicen quienes quieren dirigir los destinos del país desde 2016 sobre todo esto?

ACTUALIZACION (12:10 PM) La Ministra de Energía y Minas acaba de declarar lo siguiente. Vía El Comercio:

La ministra de Energía y Minas, Rosa María Ortiz, señaló que se comunicó con el presidente del directorio de Southern Copper, Óscar Gonzáles Rocha, y que este ha negado que la empresa minera vaya a cancelar el proyecto Tía María en Arequipa, como había anunciado por la mañana Julio Morriberon, director de relaciones institucionales de la minera.

Ortiz afirmó que la empresa emitirá una rectificación del anuncio de cancelación del proyecto.

¿Un vocero oficial de una compañía aparentemente seria como Southern se fue por la libre? ¿Fue un mecanismo de presión de la empresa? ¿El gobierno acaba de apagar un incendio?


ACTUALIZACION 2 (02:40 PM): Parece que en el MEM estaban mejor dateados sobre el tema. Aquí el comunicado de Southern:

Igual resulta siendo confuso todo. ¿Por qué un funcionario que es el vocero oficial de la empresa se manda con una declaración que incendia la pradera, sobre todo, cuando hay un conflicto social en Arequipa? ¿Y encima le prende fuego a cualquier intento de diálogo con los ciudadanos en Islay? ¿Una forma de presionar a un gobierno desesperado por las inversiones?



FUENTE: José Alejandro Godoy  (Foto: El Comercio)

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