El Tiempo
(Piura), La Industria (Trujillo), Correo (Regiones), Los Andes (Puno), 28 Jun
2015
La
admiración y envidia que producen los resultados educativos de Finlandia no
solamente han animado a mucha gente a interesarse en lo que hicieron y hacen,
sino que hay quienes sugieren copiar el modelo finlandés para asegurar que se
siga el camino educativo correcto para nuestro país. Creo que es importante
diferenciar lo que significa apreciar lo que hacen países como Finlandia en su
educación, (porque eso estimula nuestra capacidad de pensar en opciones nuevas
para nuestra educación), de lo que significaría intentar copiar el modelo, lo
que sería una ruta ineludible al fracaso.
Así como
un niño se desarrolla como resultado de la interacción entre su persona (carga
genética) y el medio ambiente, lo mismo ocurre con los países. Cada país tiene
su ADN nacional conformado por su historia, tradiciones, vida social,
población, recursos naturales, geografía, economía, tecnología, política, etc.
que producen un mix que se expresa en la visión y prioridades nacionales, así
como la conducta de sus gobernantes y ciudadanos. Es eso lo que explica los
grandes logros de la educación en Cuba, Singapur, Israel y Corea del Sur que no
son replicables en otros países.
Este ADN
cultural heredado de generaciones atrás interactúa con su medio ambiente y
produce opciones particulares de vida (o de educación en este caso). Eso mismo
es lo que debe ocurrir en el Perú.
Lo que el
Perú puede hacer es aprender de lo que hacen los otros países, para inspirarse
y pensar en las propuestas y estrategias que podrían gestarse desde el Perú. Es
algo similar a lo que le ocurre por ejemplo a un agrónomo, arquitecto, ingeniero civil o abogado formado en Estados
Unidos o Europa que para ejercer en el Perú
debe desarrollar proyectos en función de las realidades locales.
Nuestro
reto está en tener el coraje para reinventar nuestra educación, con similar
fuerza y convicción con la que lo hicieron Finlandia, Australia, Nueva Zelanda,
Canadá, Dinamarca y los asiáticos. Partiendo de una mirada crítica hacia
adentro y observando detenidamente a los otros, crear esa visión y proyecto
educativo que nos permita dar el salto hacia la satisfacción educativa. De eso, más allá de algunos esfuerzos
privados, aún estamos muy lejos. Es el
reto de la década.
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