LaMula, 04 Dic 2013
Los
resultados de PISA 2012 son una muestra de que no se han hecho reformas reales
y eficientes en educación. Una conversación con Ricardo Cuenca, León Trahtemberg
y Paul Neira.
Bien,
hemos conocido los resultados de la prueba de PISA 2012 y nos hemos
autoflagelado en redes sociales y en algunos medios de comunicación. Ello aun
cuando era previsible que tres años no era tiempo suficiente para ver logros en
esta prueba elaborada por la OCDE. Más aún si no hace mucho el Índice de
Capital Humano del Foro Económico Mundial mostró que el Perú ocupa el puesto
84, entre 122 países, en educación. Conocidos los resultados, el ministro de
Educación, Jaime Saavedra, dijo ayer que necesitamos “cambios dramáticos”.
¿Es PISA
un estudio representativo de la diversidad de las realidades del mundo? No
necesariamente. Se trata de una evaluación dirigida a países desarrollados y a
aquellos que cuentan con ingresos medios. Por ello, en el listado no
encontramos a Bolivia o Haití, entre otros.
Entonces,
¿los resultados de PISA 2012 no debieran martirizarnos? “En efecto, los
resultados no deberían generar mayores sorpresas. Esta evaluación se hace a
jóvenes de 15-16 años de colegios públicos y privados. Por lo tanto, son
personas que han estado expuestas a una educación de mala calidad en los
últimos 10 años. Una muestra de que, por lo menos desde el 2001, no se han
hecho reformas reales y eficientes en educación”, dice Ricardo Cuenca,
investigador del Instituto de Estudios Peruanos.
Los
resultados no deberían generar mayores sorpresas. Esta evaluación se hace a
jóvenes de 15-16 años de colegios públicos y privados. Por lo tanto, son
personas que han estado expuestas a una educación de mala calidad en los
últimos 10 años.
En tanto,
en opinión del consultor en educación León Trahtemberg, para entender los
resultados de la prueba no hay que fijarse tanto en los puestos o puntitos de
subida o bajada de un país en un área, sino tomar a los participantes por
tercios. “El tercio superior de países asiáticos emergentes y europeos más
chicos, que entre 1960 y 1980 decidieron apostar por la educación como llave
para su desarrollo y ahora disfrutan de los buenos resultados; el tercio medio
que tiene altibajos pero con una inercia y tradición de interesarse por la
educación, usualmente con estados fuertes, y finalmente el tercio inferior,
donde están los subdesarrollados del mundo y todos los latinoamericanos, que hasta
hoy no entienden lo que significa apostar por la educación”.
Trahtemberg
subraya que Chile, país al que muchos peruanos admiran, tampoco se salva: “Es
el líder de la cuarta división en la que están amontonados todos los
latinoamericanos”. Y es que como se puede apreciar en los cuadros del informe
de la OCDE, el 'jalado' no es solamente el Perú. “El problema no es
particularmente el Perú sino todo el modelo de Estado y políticas educativas de
América Latina, que no supo integrar a los sectores populares al mundo de la
educación”, explica.
“Es
necesario comprender que la prueba PISA es una prueba estandarizada aplicada a
65 países del mundo que (la mayoría de las veces) no toma la prueba al mismo
grupo de escuelas de versión en versión, que trata de construir una prueba
igual para contextos educativos tan distintos como escuelas en el Perú y
escuelas en Inglaterra o Finlandia”, subraya Paul Neira Del Ben, director de
Instituto Apoyo.
¿HEMOS AVANZADO?
Más allá
de las primeras impresiones, los resultados de la prueba indican que en
comparación con otros países latinoamericanos, el Perú muestra un ligero pero
sostenido progreso en materia de ‘lectura’. Hemos pasado de un 80% que tenía
dificultades para esta prueba en el 2000 a un 60% (hemos mejorado en 5.2 puntos
anuales). Aunque esto último no puede atribuirse necesariamente a mejoras
educativas. Desde ese punto de vista, ¿no estamos tan mal? “El Perú sí ha
avanzado un poco, especialmente en lectura, aunque en matemáticas y ciencias
seguimos en el subsuelo. El truco para entender PISA es que este no es un
ranking de 'iguales' y 'comparables' porque existen demasiadas diferencias
entre los países, sus sistemas y sus currículos como para hablar de comparabilidad.
Ahora bien, es innegable que sí, es un espejo del cual no nos podemos escapar”,
indica Neira.
El
problema no es particularmente el Perú sino todo el modelo de Estado y
políticas educativas de América Latina, que no supo integrar a los sectores
populares al mundo de la educación
“Los
resultados de la prueba muestran puntos bajos. Particularmente, en el caso de
matemáticas y ciencias. No obstante, en comprensión lectora, los resultados
reportan un leve incremento y, lo que es más esperanzador, es que esta mejora
se ha sostenido en los últimos 10 años”, anota Cuenca. Para Neira, la pregunta
que debemos hacernos es '¿qué hemos hecho como sociedad, como colectivo, como
Estado para voltear esos resultados?'. “Allí hay una agenda pendiente porque
desafortunadamente hemos creído que haciendo más de lo mismo, vamos a obtener
resultados distintos”.
Sin
embargo, Trahtemberg asegura que en el 2015 estaremos igual, “en el pelotón del
fondo, puntitos más o puntitos menos, porque los problemas estructurales no se
resuelven con parches”.
¿PISA, UN PUNTO DE QUIEBRE?
Los
recientes indicadores internacionales hacen ver que hay una gran diferencia
entre el crecimiento económico y el capital humano, por lo que no debemos tapar
el sol con un dedo y aceptar que estamos muy lejos de la reforma educativa que
necesita el país. Lo cual demanda a seguir bregando porque sea una política del
Estado, una decisión política que no se da desde hace años. “Cada una de las
evaluaciones. No sólo PISA, sino las que hace el Minedu y las que hacen cada
día los docentes en el aula deberían ser un punto de quiebre. Hay que recordar
que la calidad educativa es más que los resultados de una prueba estandarizada
longitudinal. Yo creo que el ministerio está haciendo esfuerzos. Los resultados
de las evaluaciones, mirados en su justa medida, deberían ser un indicador más
para tomar en cuenta”, dice Cuenca.
De hecho,
nuestros escolares pasan por otras evaluaciones que permiten avizorar su
futuro. Al respecto, Trahtemberg afirma que no necesitamos los datos de PISA
2012 para saber cómo andamos, pues basta revisar desde la Evaluación Censal de
Estudiantes (ECE) 2007 hasta la ECE 2012 (que son evaluaciones censales de
alumnos de 2do grado que arrojan 90% de desempeño insatisfactorio en
matemáticas y 70% en lectura). “Conceptualmente las ECE nos dicen lo mismo que
la PISA, pero con niños 8 años menores que están en segundo grado mientras que
los otros tienen 15 años. Con los datos de segundo grado no necesitamos pruebas
adicionales para deducir cómo estarán cuando cumplan 15 años”, sentencia.
Cabe
indicar que la población que evalúa la ECE y la muestra que toma PISA también
incluyen a los alumnos de colegios privados.
La
calidad educativa es más que los resultados de una prueba estandarizada
longitudinal.
“Si es
que PISA es un gatillador del tema y de la discusión sobre esta situación,
bienvenido sea. Pero existen suficientes señales que se han acumulado en el
camino que marcan claro que si no hacemos una apuesta real y concreta de cambio
en el sector, vamos a perder una oportunidad sin igual hoy, no mañana, hoy.
Allí están los mapas del vacío de capital humano elaborado por Perú Económico,
el indicador del porcentaje del PBI asignado a Educación casi flat en los
últimos 20 o 25 años, la discapacidad del aparato estatal de gastar el 100% del
presupuesto asignado al sector, los resultados de la ECE. Son señales del
cambio que se debe dar. No sé si podemos progresar en una sociedad que vive
tranquila dejando que en Educación se haga lo que se puede, y no lo que se necesita
o se debe hacer”, detalla Neira.
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