Para
Trahtemberg, si no hay reforma del Estado, la educación peruana no tendrá
opción. “Un Estado pensado para 5 millones de habitantes y menos de 1 millón de
escolares no puede dar la pelea con 30 millones de habitantes y 8 millones de
escolares. Sumemos a ello el deterioro de la inversión per cápita en educación
en los últimos 50 años, lo que vino aparejado con la caída del prestigio y
nivel de formación docente. Agreguemos la promulgación de leyes elaboradas por
congresistas populistas e incompetentes que no escuchan a los expertos, la
falta de una burocracia estatal y ministerial experta y bien remunerada, y
sobre todo la carencia de un liderazgo político”, advierte.
Requerimos
profesores bien formados y bien pagados; un adecuado sistema de directores y
estructura de gestión de la educación; una sociedad que valore realmente la
educación
El
consultor e integrante del Consejo Nacional de Educación, debe ser “un
liderazgo que tenga visión de largo plazo, coraje político para pisar callos,
capacidad de convocatoria para lograr acuerdos de largo plazo e interés genuino
por la infancia y la educación”. Aunado a eso –resalta– ha habido una enorme
falta de entendimiento y visión de que si no se invierte en investigación,
ciencia y tecnología como lo hacen los países del tercio superior de PISA, el
país no tendrá una ‘succionadora para arriba’ para la educación, tanto la
universitaria y tecnológica como la escolar”.
“Consolidar
el papel del docente. Sin docentes no hay posibilidad alguna de cambio. Este
fortalecimiento de los docentes pasa por mejorar su formación, sus condiciones
de trabajo. Solo así podemos exigirles más y mejor trabajo. Pero junto con esto,
tiene que haber una relación de respeto con ellos. Se tiene que recuperar la
confianza en el docente y valorar la profesión”, argumenta Cuenca.
En el
caso de Finlandia –agrega– los docentes son socialmente valorados y respetados.
Es una relación de ida y vuelta. “Finlandia es una realidad muy distinta a la
que no sé si debemos parecernos o no. Lo que sí creo es que debemos aprender de
ellos dos cosas: continuidad en las políticas y reconocimiento del docente”.
Para
Neira requerimos de tres elementos fundamentales: buenos profesores en las
aulas, bien formados, bien reconocidos y bien pagados; un adecuado sistema de
directores y estructura de gestión de la educación, que lidere realmente el
potencial de los estudiantes y sus buenos profesores; y una sociedad (los de
arriba y los de abajo) que valore realmente la educación y sus profesores en el
lugar que deben estar.
JUSTOS POR PECADORES
¿Son
nuestros escolares son tan malos en estos temas o no son educados para este
tipo de pruebas? Trahtemberg dice que no es justo culpar a los escolares por
estas cosas, y que más bien lo justo sería decir que nuestros políticos han
sido y son tan mediocres que han convertido a la mayoría de nuestros niños en
inválidos escolares. “Claro que ellos van a salir a los medios a culpar a
gobiernos anteriores o decir que estamos mejorando, hacer un poco de
figuretismo populista sabiendo que en una semana más dejará de ser noticia
PISA, como ocurrió con la ECE-2012. Y de allí hasta las elecciones regionales y
nacionales, cuando los candidatos otra vez hablarán de la revolución educativa
que piensan hacer y recibirán como premio el voto de los ciudadanos
desinformados o desinteresados. Esos votos definirán nuestra educación”,
afirma.
Así la
cosas, se desprende que el cambio en la educación peruana pasa por incrementar
la inversión en el sector, evaluar y actualizar al profesorado, la
participación de la empresa privada, pero sobre todo la voluntad política de
los gobiernos de turno, acompañada de una verdadera reforma del Estado. El
debate está abierto.
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