Escribe:
Milciades Ruiz
Lo
que más preocupa al pueblo peruano es el declive y deterioro de la economía
nacional que como siempre, ocasiona mayores daños en los sectores más
indefensos. La pita se rompe por el lado más débil pues los sectores pudientes
siempre encuentran la forma de trasladar los efectos de la crisis a las capas
sociales inferiores. Es cuestión de poder. El pueblo puede ser mayoría y tener
la razón de justicia en cómo afrontar la crisis pero, si no tiene el poder,
poco o nada puede hacer para evitar inequidades.
Son
las reglas del sistema imperante en que el pueblo no cuenta. Los que deciden
son los gobernantes elegidos bajo un régimen electoral fraudulento que les da
una representación espuria. Ni siquiera necesitan haberse ganado el sustento
familiar laborando en algún sector socioeconómico pues les basta vivir de la
política exclusivamente. El presidente no es representativo de ningún sector
socioeconómico pero representa al país entero.
Hemos
tenido incluso un presidente extranjero de pura sangre japonesa que ha
procedido por encima de todos nosotros gobernando en nombre del Perú. Aún más,
los susodichos después de haber ejercido la presidencia tenemos que pagarles su
sueldo de por vida pero no conforme con esto, buscan la reelección una y otra
vez, cerrando el camino a nuevas opciones.
En
estas condiciones, tenemos en vitrina a personajes repudiables que se presentan
como únicas alternativas. ¿Es que estamos en sus manos? Quizá pensando en ello
es que el presidente estadounidense haya dicho que el Perú siempre ha sido un
“amigo fiel”. Que nuestro país “es la envidia del mundo” por su economía.
Seguramente porque esta, es fiel seguidora del neoliberalismo inhumano que solo
toma en cuenta las cifras y fórmulas inertes de gabinete sin considerar la vida
de las personas de carne y hueso.
Esta
fidelidad que el amo aplaude, ha sido dejada de lado por países hermanos
andinos cuyos gobiernos cuentan con apoyo popular precisamente por ello. Ellos
no envidian al Perú. Es el pueblo peruano el que los envidia porque sus
economías son más equitativas. Ser fieles al castigo del amo solo es una virtud
en los perros. Después de 24 años de neoliberalismo el resultado es alta
delincuencia en todas partes y a todo nivel.
Pero
mientras los fieles amigos del amo están seguros de que estamos obligados a
votar por ellos, nos guste o no, porque así lo establece el régimen electoral,
el voto de protesta podría darles una sorpresa. Es tan grande la indignación de
nuestro pueblo frente a la degradación moral que representan dichos personajes
que muchos están dispuestos a votar hasta por un cocinero antes que por alguno
de los reincidentes. Besitos y sonrisas entre cloacas y lavado de activos, dan
la impresión de que el fantasma de Sodoma se ha posesionado de nuestro país y
todos temen lo peor.
En
estas condiciones, es posible que empiece a gestarse el voto de protesta cuya
direccionalidad podría ser un salto al vacío. De algún lado ya dijeron: “Por si
acaso, ese cocinero es mío”. En un ambiente de desesperanza en que el deterioro
parece irreversible la oportunidad es propicia para que el electorado se
desborde por donde uno menos piensa. Y eso es lo que muchos están pensando en
aprovechar presentándose libre de pecados.
Esto
nos hace recordar que tras el desastre del primer gobierno aprista y ante la
amenaza de una tiranía derechista el electorado se volcó a votar por un
“chinito” creyéndolo inofensivo. El tiro le salió por la culata y ese voto de
protesta le costó la vida a miles de peruanos, además de todas las atrocidades
que aún están impunes como las esterilizaciones forzadas “para que no hayan más
pobres”. ¿El exterminio preventivo es más efectivo que las cámaras de gas?
En
esta perspectiva, existe el peligro de que el electorado caiga en otra trampa
si no sabe escoger adecuadamente una nueva alternativa. ¿Entonces, qué fuerza
política nueva podría capitalizar el resentimiento popular? ¿Está la izquierda
en capacidad de asumir el reto o dejará pasar la oportunidad? ¿Será que la ola
popular podría venir desde abajo como sucedió en Bolivia con Evo Morales?
Aunque
las condiciones son distintas como también el régimen electoral, si es factible
que el voto de protesta se oriente hacia un movimiento de masas que provenga desde
las bases de la sociedad. Ello dependerá de la capacidad de manejo estratégico
de tal opción. Esto ya lo sabe la C. I. A que trabaja todas las posibilidades y
si hace falta les daremos libre acceso a toda la información clasificada porque
le somos “fieles”. Es que, si EE UU pierde esta plaza estratégica, su situación
se complica en su dominio sobre el Pacífico y Sudamérica.
En
este escenario, ya están apareciendo algunas caras nuevas y también los
reciclados que piensan que el pueblo ha olvidado sus fechorías. Los partidos
caudillistas están confiados en que la fiesta electoral será solo entre ellos,
amenizada por la orquesta mediática oligopólica. Todos sonríen preparando sus
trampas y anzuelos con las carnadas que ofrecerán al electorado.
En
la margen izquierda, se viene trabajando en varios frentes políticos. Todos
dicen de palabra que buscan la unidad pero en la práctica dividen fuerzas aún
más, porque no hay opción que satisfaga plenamente. El principal móvil de estos
frentes parece ser el apetito electoral que sin duda explotará a la hora de las
definiciones.
Pero
no hay que confundir. No es lo mismo un frente político diversificado que un
movimiento popular que emerge desde la base con un solo sentimiento. Los
frentes son solo circunstanciales pero también los movimientos espontáneos
tienen muchas carencias técnicas como se ha visto en algunas insurgencias
populares latinoamericanas.
Por
ello, es importante que los revolucionarios honestos consideren las
posibilidades de insurgencia de un liderazgo popular espontaneo y la
oportunidad del voto de protesta. No para subirse al carro ni para capturar
mandos sino para servir a la causa popular sin pretensiones personales.
Propiciemos el encuentro de los sectores sociales más afectados por el neoliberalismo
y ayudemos a generar una nueva corriente popular levantando sus demandas.
Si
alguno de los frentes de izquierda aceptara como suyas las candidaturas
procedentes de los sectores socioeconómicos en proporción a su masa poblacional
en vez de que sean producto de repartijas de cúpula, sería también una opción
estratégica de grandes posibilidades.
Sin
embargo, no hay que olvidar que existe una barrera con impedimentos para el
acceso al poder de las fuerzas populares. Es el actual régimen electoral tramposo
que favorece a los adinerados y cuyos resultados arrojan una aberrante
seudodemocracia. Las autoridades corruptas admiten que se necesita una reforma
electoral pero siendo ellas las beneficiarias de ese régimen es ilógico pensar
que legislen contra sus intereses. En todo caso será solo un maquillaje y no un
cambio sustancial hacia la equidad política.
El
modelo de sistema político que nos rige corresponde al siglo XIX en que tras el
caudillismo militar surgió el caudillismo civil bajo la forma de partidos
políticos. La esencia de estos organismos antiguos ha sido siempre la
suplantación de la voluntad popular o democracia “representativa”. La historia
da cuenta de extranjeros en el poder en representación de una provincia o
departamento donde nadie lo conocía. Pero ya en el siglo XXI dicho modelo es
anacrónico y aberrante. Es necesario un nuevo sistema acorde con este momento
histórico para una democracia equitativa.
No
esperemos que los cambios vengan por si solos, ni que venga una expedición
libertadora a luchar nosotros. Los últimos acontecimientos de lucha popular
demuestran que cuando el pueblo se propone: “Si se puede”.
Febrero
2015
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