Si luego
del discurso de 28 de julio, la decisión fue profundizar ideas a través de
entrevistas especiales, el resultado para el presidente Ollanta Humala debe ser
igual a cero. Si ya es conocido sus serias deficiencias comunicativas, el
entrenamiento previo tampoco ayudó. En la entrevista de hoy, por momentos
discute con Augusto Alvarez Rodrich, es dubitativo, confuso, impreciso y
mantiene la mala costumbre de mandar a la gente a leer, viajar. etc. Si la
televisión ayuda a llegar a cientos de miles, pues debió dirigirse a ellos. No
puede dejar que sus respuestas sean interpretables (seguridad, Nadine, indulto
a Antauro, Venezuela, etc.), sino que sean claramente recepcionadas.
La firmeza
y claridad no están en las cifras y fechas, sino en las ideas. No se puede ser
tan necio, cuando casi cuatro de cada cinco peruanos rechazan su gestión. El
resultado es que para el presidente Ollanta Humala, el Perú está bien, pero los
peruanos no nos hemos dado cuenta. Al final, una entrevista en la que debió (y
necesitó) ganar puntos, a los más consiguió no perder alguno. Entrevista
desperdiciada.
FUENTE: Fernando
Tuesta Soldevilla
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