Se viene
discutiendo si Petroperú debe (o puede) hacerse cargo de la administración de
la actividad petrolera del Lote 192 ubicado en la Región Loreto. Algunos
parlamentarios –como el congresista Manuel Dammert- han exigido que la
administración no recaiga en la empresa privada sino en Petroperú. En paralelo,
cierto sector de la ciudadanía parece sostener la ya conocida tesis de que hay
que ocuparse de la explotación nacional y “dejar de regalar” lo que es nuestro.
Muchas
veces se trata de hacer referencia a otras experiencias pero es engañoso comparar
Petroperú con algún otro caso. La verdad es que solo se necesita un poco de
economía elemental y sentido común para descubrir por qué darle la
administración Petroperú es una pésima idea: las empresas públicas no se guían
por el objetivo de maximización de beneficios que conduce a la actividad
económica hacia el bienestar de los consumidores.
Por
ejemplo, podría considerarse una prioridad el simplemente “mejorar la
producción nacional” aunque ello pueda dar espacio a prácticas desafortunadas.
Dado que la actividad es guiada por consideraciones políticas, podría existir
interés en reducir artificialmente los precios y, dado que no existe necesidad
de recuperar pronto lo perdido –porque es una empresa pública- producirse una
tendencia hacia la implementación de conductas predatorias.
Las
empresas públicas son buenos mecanismos para generar afectaciones al desarrollo
sano de la competencia. Sin un desarrollo adecuado del marco competitivo, no es
posible atraer inversiones. Si lo que el Perú quiere es reactivación, debe
dejar de lado este sueño de poner a Petroperú como la cabeza responsable de lo
que, previsiblemente, podría convertirse en una jaqueca peligrosa para el
desarrollo del país.
FUENTE:
Gustavo Rodríguez García
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