Un
movimiento social espontáneo emerge ante ineficiencia del Estado
La
inacción e ineficiencia del Estado para detener el avance incontenible de la
delincuencia parece estar desatando una movilización social que podría desatar
el caos en el país si se desborda. Lo que comenzó con unas pocas banderolas
colgadas en un barrio de Huancayo, advirtiendo a los delincuentes que serán
linchados si se atreven a robar, se ha convertido en un fenómeno potenciado por
las redes sociales virtuales.
Aquellas
banderolas decían textualmente “RATERO: si te agarramos no vas a ir a la
comisaría, te vamos a linchar. Nosotros no llamamos a la policía ni serenazgo,
porque aquí tenemos lo que ponen las gallinas”. Palabras más o palabras menos,
la banderola amenazante se ha replicado en numerosas ciudades del país tras su
difusión por Internet.
En
Trujillo, vecinos de los barrios más golpeados por el hampa se han sumado a la
corriente con una campaña que se está extendiendo igual, como reguero de
pólvora, por el país, bajo el lema “Chapa tu choro”, y que está siendo apoyada
por algunos alcaldes, como el de San Juan de Miraflores, Javier Altamirano.
Hasta ayer, lunes, en la red Facebook había 94 páginas de muchas regiones
tituladas “Chapa tu choro”, convocando a la ciudadanía a movilizarse contra el
hampa.
Ha
surgido así un movimiento social espontáneo que busca acabar con la
delincuencia desde la sociedad en vista que el Estado es no solo es incapaz de
darle seguridad a los ciudadanos, sino que en muchos casos es cómplice de los
hampones, quienes reciben impunidad a cambio de pagar coimas a los funcionarios
encargados de perseguirlos.
En honor
a la verdad, no se le puede culpar solo al actual gobierno. El problema viene
desde que Alejandro Toledo, por influencia de la izquierda, liquidó el respeto
a la autoridad policial al prohibirle que haga uso de la fuerza pública. Por
cierto, Ollanta Humala fue elegido porque los peruanos creímos que, siendo
militar, acabaría con la delincuencia, que ya se había desbordado durante el
gobierno aprista.
Al ser
lapidada la autoridad, empezó un desborde total. Los primeros en insultar,
agredir y hasta matar policías fueron los extremistas, sin que nadie fuera
sancionado ejemplarmente por esos actos. Después, como consecuencia lógica, los
ciudadanos le perdieron el respeto a la policía, y los delincuentes se
desataron en delinquir con mayor violencia seguros de que no hay autoridad.
Cansada
de esperar en vano que el Estado la defienda, la población ha decidido
defenderse ella misma, tal como lo estamos viendo hoy. Y el Estado le responde
amenazando con 18 años de cárcel a quien maltrate un delincuente. ¿Cree el
gobierno que así podrá contener a un movimiento social que emerge con fuerza?
El
sentido común aconseja que el Estado corresponda a esa voluntad ciudadana de
combatir el crimen liderando a los pueblos en esa lucha, para que ésta
transcurra por un cauce legal y no se desboque en la barbarie. Los ciudadanos
esperan que sus líderes se pongan al frente de ellos en la guerra contra el
hampa. El líder de nuestra nación es el Presidente de la República, pero ya
sabemos lo que podemos esperar del actual presidente. ¿Quién llenará ese vacío?
FUENTE:
Víctor Robles Sosa
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