Sobre la
candidatura de Verónika Mendoza para el 2016
Nada sin
la historia. Y nada sin la historia presente.
Pensaba
en esto, al escuchar en el programa de Milagros Leiva la entrevista a Verónika
Mendoza. Congresista y precandidata, con peso propio. VM no es uno de esos
lamentables cuadros políticos de los improvisados partidos electoreros del
último decenio. Habla con un discurso articulado. Psicóloga por París VII,
magíster en ciencias sociales en la Sorbona Nueva (París III), por mi propia experiencia
y formación aprecio enormemente su formación. Pero por eso mismo, no la
entiendo. VM conoce que se puede ser comunista y por asombroso que parezca a la
vez dentro de las reglas de la democracia, a saber, pluralidad de partidos. Eso
no es solo Europa sino Uruguay y Chile. Pero aquí, por lo visto, la tentación
autoritaria reaparece con regularidad.
Verónika
con ka, de a pocos. Desde ‘Sembrar’, su movimiento, nos presenta un programa
beatífico. “Un país diferente donde todos y todas tengan las mismas
oportunidades, derechos y deberes”. Pero eso cualquiera puede decirlo, desde
una monja a un anarquista. Recuerda lo de Bertolt Brecht, “más vale ser rico y
sano que pobre y enfermo”. Claro está, El Comercio le entró con todo. Y de
sembrar, dijeron, les importaban “las semillas” (jueves 20:A18). Nadie le
reprocha ser de izquierda sino “lo del secreto”.
Ante
Milagros Leiva, fue un desastre. Le preguntan sobre el régimen de Chávez y
se bloquea. Y contesta: “problemático”. Y se calla. O sea, ¿nos debe
parecer normal los 75 presos políticos en prisiones venezolanas? ¿Y Capriles,
el opositor, en la cárcel? Por lo visto a Verónika con ka, condenar lo que
ocurre en Venezuela lo hace a uno reaccionario. Parece que en ese tema, no
puede deslindar. Algo parecido le ocurrió a la izquierda con Sendero en los
ochenta, y le costó y le sigue costando caro. Una distancia se marcó desde
entonces entre ciudadanos y dogmáticos.
Me
sorprende de VM que ella ha vivido en Francia, y como si nada. Un país donde
los comunistas son elegidos diputados o llegan a Ministros —con Mitterrand— y
nadie se echa a temblar. No pusieron en prisión a sus rivales. Ni Hollande
presidente socialista se va a prolongar en el poder bajo diversas excusas como
lo hace Maduro. Ese tipo de republicanismo es el que nos conviene. Nuestra
cusqueña ha pasado por París, pero en política no se nota.
Si el
deslinde con el chavismo la tiene sin cuidado, a muchos nos parece fundamental.
Es definir qué tipo de Estado y sociedad queremos. Ser o no ser chavista, es el
equivalente, entre 1930 a 1989, a la opción de ser socialista o ser socialista
prosoviético, o sea con régimen de partido único. Hoy los socialistas aceptan
los valores liberales, o sea diversidad de partidos y opiniones. Para
socialistas chilenos o españoles o uruguayos, lo del chavismo no tiene nada de
complicado, es simplemente autoritarismo. ¿Por qué no piensa así, Verónika con
ka? ¿Con la ka de Kant o la del coreano Kim Jong-un?
Chávez
era un emir venezolano que repartía los ingresos del petróleo. De ahí la
popularidad. De ahí el colapso. ¿Socialista? No me hagan reír.
En el
Perú ha habido un movimiento juvenil muy fuerte, hace seis meses, de jóvenes
“indignados”, sobre la ‘Ley Pulpín’. No les gusta “ni tecnócratas, ni las
derechas partidarias ni el comunismo ortodoxo”. Lo dijeron en los carteles. Y
usted, ¿ortodoxa? Lo suyo, es el caso de una persona interesante pero que
arrastra ideologías muertas. Por el momento, solo vemos una persona joven de
edad y vieja de ideas. Mande al diablo “el pensamiento único”. En el Perú, hace rato que esperamos una
izquierda moderna y la sucesión de Alfonso Barrantes. Un Mujica peruano. O una
Camila Vallejo, comunista y demócrata. Franca y directa, sin silencios
tácticos. Con Verónika con ka de kilometraje, me queda una pregunta. ¿Su
silencio sobre el chavismo se debe a la ideología de sus bases? ¿Las bases
socialistas en Chile democráticas y en Perú autoritarias?
FUENTE: Hugo Neira
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