Una
lectura política de la última encuesta de la empresa GFK
Me
solicitan que, desde mi punto de vista, plantee mis comentarios respecto a la
última encuesta que GFK publicara en La República el último domingo, en
relación a la posición que en la actualidad ocupan los precandidatos
presidenciales. Como saben, son precandidatos pues aún no ha habido elecciones
internas, en ningún partido, y por tanto la presencia de alguno de ellos, en el
grupo de aspirantes al sillón presidencial, se puede modificar. Trataré de ser
lo más objetivo posible, cuestión que tiene cierto grado de dificultad al tener
posición política, sin embargo trataré de evitar que esta se inmiscuya en la
reflexión solicitada.
Considero
que el orden es un reflejo y consecuencia de lo que viene sucediendo y que ya,
de manera directa, afecta o beneficia a los aspirantes al sillón de Pizarro. En
el caso de Keiko Fujimori es obvio que está haciendo el mínimo esfuerzo, es
decir no desea levantar más en la intención de voto. Su campaña es poco
mediática y más orientada a llegar directamente a los ciudadanos. Esto, aunado
a que los últimos escándalos no la alcanzan, le otorga el primer lugar que
muestra con tranquilidad. Las definiciones se tendrán que ver en poco tiempo,
sobre todo en relación a equipos de trabajo y acompañantes. Parece que el
próximo CADE será el lugar de presentación en sociedad.
El
segundo lugar lo tiene Pedro Pablo Kuzcynski, con un 13% que, si bien más que
duplica al tercer lugar, puede llegar a ser preocupante y apuntar a un
estancamiento, a pesar de haber hecho llamativos “fichajes” y haber presentado
un solvente equipo económico. Como se sabe, lo que interesa a la población es
lo político y, parece que, según señaló en su columna Mirko Lauer, sus
recientes incorporaciones políticas aún no dan fuego. Es evidente. Han habido
ataques de diversos sectores contra PPK y la respuesta política es nula. Esa
situación tiene que cambiar en los próximos días pues se podría afectar aún más
la intención de voto del buen PPK. Las próximas encuestas nos dirán si los
“jales” detuvieron el avance de PPK, lo hicieron retroceder o lo impulsaron. Y
en base a ello se tendrá que recomponer la estrategia.
Luego
viene, con 6%, el expresidente Alan García. Es obvio que ha sido afectado de
manera muy dura por los narcoindultos y la secuela de escándalos de personajes
ligados al APRA como Oropeza, Rómulo León, robos en programas sociales, la
Megacomisión, etcétera. Si bien es innegable la capacidad de reacción de Alan
García la seguidilla de acusaciones siempre mella la popularidad y, por
extensión, la intención de voto. Sin embargo hay tiempo, más que suficiente,
para revertir la figura o, si no se hace nada, deteriorarla. Todo dependerá de
la forma como se presenten las propuestas de campaña y, sobre todo, se muestre
un entorno que sea coherente con la imagen de cambio que se pregona.
Luego
vienen, más distanciados, Alejandro Toledo
y Daniel Urresti, con 4 y 3% respectivamente. Los dos están en franca
campaña desde hace buen tiempo, pero no logran remontar sus pequeños índices
pues ambos están inmersos en procesos judiciales que, ante los ojos de la
ciudadanía, son cuestionables.
No soy
partícipe de señalar la trillada frase “nada está dicho”. A siete meses de las
elecciones el tiempo cuenta y lo que se haga también. No es difícil remontar un
marcador adverso, así como tampoco es fácil descender y volver a subir. Con esto
quiero decir que una cosa es estar en 5% por estrategia y otra como
consecuencia de escándalos y acusaciones. Las estrategias de campaña tienen que
tomar en cuenta que hoy, a diferencia de elecciones pasadas, los entornos
cuentan más que nunca.
FUENTE: Juan
Sheput
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