Hace unos
días se confirmó la intención de la parlamentaria Veronika Mendoza de postular
a la presidencia de la República. Sin embargo, pronto apareció una foto en la
que se la vería junto a otros representantes de la izquierda peruana en lo que
parece ser un evento identificado con un logo que debería despertar todos los
temores posibles: la hoz y el martillo. Ese símbolo representa el
aniquilamiento de personas inocentes y la expresión más sangrienta de
intransigencia y demencia.
Cuando en
una reciente entrevista se le pregunta sobre Venezuela, la respuesta no podría
ser más lamentable: “lo que te puedo decir es que se han dado procesos
electorales democráticos”. Francamente no sabemos qué clase de información ha
llegado a los ojos y oídos de la precandidata Mendoza pero en Venezuela hay
cualquier cosa menos una democracia. Si ese es el concepto de democracia que
maneja Veronika Mendoza, el pueblo peruano queda advertido de por quién no
votar en las próximas elecciones.
La izquierda,
en general, parece no haber aprendido lecciones que deberían ser claras y que
la población sí ha internalizado. El libre mercado no es perfecto pero es lo
mejor que tenemos. No se puede apostar ciegamente por el Estado bajo la idea de
que el mercado es fallido. El Estado también es fallido solo que en mayor
medida. El Perú necesita un presidente o presidenta que impulse al país a
seguir creciendo y a recuperar el tiempo perdido. No podemos darnos el lujo de
regresar al discurso retrógrado que la izquierda parece seguir manteniendo.
Con las
declaraciones de Veronika Mendoza y la polémica foto ya aludida, su candidatura
presidencial debería estar condenada a recibir mucho menos que el
insignificante apoyo porcentual que la izquierda ha venido recibiendo ya en los
últimos comicios. O la izquierda renueva su discurso o pasará a la historia
como la opción política inviable que es hasta el día de hoy.
FUENTE: Gustavo Rodriguez García
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