La agenda
de Nadine, la compra de candidaturas, el dinero de fuera, el dinero de las mineras,
el narcotráfico, todos temas que llevan al mismo lugar. El bolsillo y la
chequera de la política. Todos exigen regular, aun cuando la mayoría hizo poco
por avanzar en un tema que requiere amplitud de debate y, no menos importante,
la integridad de las propuestas.
Pero,
previo hay que contestar ¿qué tipo de campaña queremos?, ¿qué encarece una
campaña electoral?, ¿queremos conocer solo el origen o también el destino del
dinero? Partamos de lo básico. Los partidos políticos apenas tienen recursos
económicos. Basta ver, en épocas no electorales, los pocos locales que existen
y en las condiciones que estos desarrollan sus actividades. Saben
indudablemente que la política cuesta y las campañas mucho más. Para la campaña
electoral del 2011, por ejemplo, todos los partidos gastaron más de 23 millones
de dólares, aunque ciertamente lejos de los cerca mil millones de dólares que
costó la campaña en Estados Unidos, en el 2012.
En
nuestro país, más del 70% se gasta en televisión. Particularmente en producción
y emisión de los llamados spots televisivos. Porcentajes altos, como en todo
país donde los topes en la inversión televisiva es bajo.
Si no hay
financiamiento público, pese a que la ley lo señala, pero el MEF no cumple con
asignar recursos y no pasa nada, la única manera que los candidatos se provean
de recursos es a través de aportaciones privadas en dinero y especie. Si a ello
se le agrega que con el voto preferencial, los candidatos manejan sin control
de sus partidos, su propia caja, se abre un amplio espacio para la influyente
participación de quienes tienen el dinero, que pueden tener origen lícito o
ilícito.
En el
corto plazo, para el caso del financiamiento, lo único que se puede hacer es
apuntar a aprobar un núcleo básico de reformas que estén relacionadas entre sí,
teniendo en cuenta lo que hemos señalado anteriormente.
Esto
debería pasar por las siguientes medidas: a) dejar sin efecto la tercera
disposición transitoria de la Ley de Partidos Políticos que deja al libre
albedrío del MEF la decisión de entregar el dinero a los partidos; b)
incrementar a 0.2% el financiamiento público en año electoral; c) duplicar el
tiempo de la franja electoral, para uso exclusivo de los partidos nacionales,
pero prohibiendo la contratación de espacios fuera de este mecanismo, como
ocurre en Chile, México y Brasil; d) mantener el tope de aportaciones de
personas naturales de 60 UIT, pero elevar el tope para aportaciones de personas
jurídicas, a por lo menos 200 UIT; e) prohibir el financiamiento de gobiernos
extranjeros y partidos extranjeros, a no ser fundaciones pertenecientes a
partidos y para uso exclusivo de formación, investigación, capacitación; f)
prohibir aportaciones de personas naturales o jurídicas extranjeras; g) las
aportaciones mayores a 1 UIT deberán realizarse a través del sistema
financiero; h) incrementar los tipos de sanciones, así como elevar las multas;
i) crear sanciones políticas, como el retiro de la inscripción del partido en
caso de faltas graves y reiterativas.
Lo
anterior debe estar acompañado con la eliminación del voto preferencial, que a
su vez requiere que las internas de los partidos políticos se desarrollen de
manera simultanea y sean, en todas sus faces, desarrolladas por los organismos
electorales, que ofrecen garantía de legitimidad. Esto se convierte, además, en
una de las modalidades de financiamiento público indirecto. Este es un núcleo
de reformas acotadas, pero urgentes, para lo que se requiere mucha voluntad
política. Caso contrario, a lo Hurtado Miller, “que dios nos ayude”.
FUENTE: Fernando
Tuesta Soldevilla
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