Sobre la
versión alarmista que anuncia cercano el final del planeta
Una vez
más El Comercio da muy duro. Esta vez se trata, nada más y nada menos, que “El
'fin del mundo' sería en el 2100”. ¿Qué se podría rescatar de semejante versión
alarmista? En realidad varias cosas.
No cabe
duda que existe una suerte de puja contínua y ad nauseam para destilar en la
sociedad un miedo útil para imponer una agenda política nacional o
internacional. ¿Cuál es la agenda? Basta leer la declaración de uno de los
ecostafadores autor de ese estudio supuestamente científico para encontrarla y
entender el sesgo que invalida su análisis: “Personalmente creo que también
debemos resolver la desigualdad masiva, rediseñar nuestra economía”.
Ya
anteriormente les dejé entender que a mí no me importa la desigualdad (no tengo
ni envidia ni codicia sobre los bienes ajenos) sino la pobreza. Considero
además que si algo tiene que cambiar en el “sistema” económico, ciertamente no
pasa por más control estatal o más colectivismo, como sueñan los
social-confusos, sino por profundizar el sistema capitalista hacia más libertad
y menos mercantilismo o capitalismo clientelista.
La
confusión del alarmista se nota más aún cuando indica que “la escasez global de
recursos es real”. Claramente existe escasez. Si el Sr. Jones supiera algo de
economía entendería que precisamente por eso existe la economía. ¡Les dije, no
vivimos en el Nirvana! Pero si los recursos naturales son limitados, al
contrario (como nos lo enseñan los 100.000 últimos años) el talento, la
creatividad y el trabajo humano son infinitos, y como cualquier matemático lo
sabe, cualquier cifra, por pequeña sea (salvo el cero), multiplicada por el infinito
da como resultado el infinito. El tema entonces se resume en saber cuál es el
sistema más propicio para dejar que el talento humano se exprese libremente. Si
conocen uno mejor que el laissez-faire, no duden en dejar un comentario al
final de la columna.
Volviendo
al artículo, es interesante sobre otros aspectos.
Primero
es interpelante ver a unos periodistas desubicados tratando de usar un programa
informático (“Gracias a un software”) como una suerte de nuevo libro sagrado,
para darse una apariencia de seriedad. En efecto, ganarían mucho en crédito si
entendieran que las fantasías virtuales solamente son validadas con hechos
concretos en el mundo real.
De misma
manera siempre es interesante ver el tipo de imagen utilizada - por quien
generalmente no conoce nada del tema - a fin de ilustrar la escasez de agua.
Una zona sin agua se parece mucho a esto o esto y ¡jamás a lo que escogió El
Comercio! En efecto, lo que ilustra es un mecanismo de hinchazón y contracción
del suelo por presencia de arcilla (en particular las esmectitas y
vermiculitas) donde el agua es disponible temporalmente. El problema es
entonces cómo colectarla y gestionarla.
Terminaré
con lo más importante. Sin decirlo claramente, el artículo reconoce -lo que ya
comenté- que los anuncios del club de Roma de 1972 eran equivocados, por no
decir totalmente erróneo. Basta ver esta tendencia de la desnutrición en el
mundo, y tomar en cuenta el crecimiento de la población, para darse cuenta de
lo absurdo de los anuncios repetidos de los alarmistas.
Entonces,
si se equivocaron Malthus, el club de Roma, Al Gore con la desaparición de
hielo ártico el 2014, los modelos informáticos para el calentamiento y tantos
ejemplos más; y si además los estafadores no tienen una solución creíble y
rentable. ¿Por qué entonces seguir
haciéndoles caso a estos alarmistas de quinta?
FUENTE: Vincent Dumortier
No hay comentarios:
Publicar un comentario