El Niño,
bolsas que se hunden, agendas, en esta madrugada limeña. ¿2016? ¿Con gente popular que lincha a rateros, o es
parte de un psicosocial montesinista? Y en eso tropiezo con un libro de poemas
de Manuel Scorza.
¿Y qué
hombre no ha tenido sus novias muertas? O la mujer con la que pudiste tener una
vida entera, y de pronto la ruptura. “Íbamos a vivir toda la vida juntos.
Íbamos a morir toda la muerte juntos. Adiós.” Y luego la desolación de la
quiebra. “Adiós quiere decir ya no mirarse nunca, reírse de otras cosas, vivir
entre otras gentes. Adiós es viajar lejos, adiós es olvidar.” (…) “Tenemos
otras citas. Está bien: adiós”. Bello, ¿no? Sensibilidad y realismo. Scorza era
a la vez poeta, político y empresario. Sí, pues, otros tiempos. Otra gente.
Cavilo y
me trota un poema aprendido en mi infancia. Uno que NO conocerán millones de
escolares en aulas. “Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no
corta el mar, sino vuela, un ligero bergantín”. Millones de peruanos (de ayer)
aprendieron a soñar y entender la libertad en este poema del pirata de
Espronceda. Sí, pues, esto no me ocurría en un colegio de clase alta. Mi
primaria fiscal fue el 429 de Lince y mis profesoras, provincianas y muy
profesionales salidas de una Normal. Hoy no hay curso de literatura. Una
decisión de cuatro imbéciles. Privaron a millones de peruanos de un mínimo de
humanidades. Y de espíritu.
En las
actuales aulas no se escuchará este poema del español José Agustín
Goytisolo, un padre a una hija: “Tú no
puedes volver atrás, porque la vida ya te empuja, como un aullido
interminable”. (…) “Te sentirás acorralada/ te sentirás perdida o sola/ tal vez
querrás no haber nacido. (…) Entonces siempre acuérdate/ de lo que un día yo
escribí/ pensando en ti como ahora pienso” (Palabras para Julia). Los famosos
valores estaban en cursos de literatura e historia que cuatro “pedagogos” (sic)
irresponsables anularon. Son esas lecturas en apariencia inútil las que forman
el alma y la conciencia. Hoy, un joven acuchilla a su joven esposa delante de
los hijos.
Escolaridad
sin poesía, costo y beneficio. Computadoras sí, pero se olvidaron de algo. De
“las bárbaras, terribles, amorosas crueldades./ Se dicen los poemas/ que
ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,/ piden ser” (Gabriel Celaya). No
está el derrumbe de la educación solo en déficit de infraestructuras sino en el
exilio de las asignaturas. De todo habla el ministro, salvo de eso.
La
segunda muerte de César Vallejo. Hoy, un escolar peruano no escuchará la
totalidad de este verso: “Me moriré en París con aguacero, un día del cual
tengo ya el recuerdo. Me moriré en París. —Y no me corro—.” Aquí, los jóvenes
se van de aulas sin lo del alma en el poema de San Juan de la Cruz. “En una
noche oscura,/ con ansias, en amores inflamada,/ (…) salí sin ser notada,/
estando ya mi casa sosegada”. Muchos pensarán, una mujer que sale para una
aventura amorosa. No, otro es el significado. “En la noche dichosa del alma
sosegada”. ¿Qué se pierde de no estudiar ese poema clásico en aulas? Casi nada.
Solamente la capacidad de simbolizar y el salto al pensar. Ningún país ignora su
patrimonio. Salvo los peruanos, les robaron su lengua y años decisivos de
aprendizaje. ¡Y se dejaron!
Hemos
fabricado zombis, y no los del cine americano. Reales, con tarifa. Los jóvenes
sicarios. Y los reguetoneros de los Barrios Altos, “que controlan el tráfico de
drogas en pleno Cercado de Lima”, y que “no tienen oficio ni beneficio” (ATV).
Hay un nexo entre delincuencia juvenil y miseria cultural. El experimento de
una educación estrambótica, sin lecturas ni asignaturas, nos ha dado 4 millones
de desculturizados que no llegan a ser ciudadanos. Es lo peor que le ha pasado
al Perú. Una contaminación mayor que cien Congas. El mercurio de la satisfecha
ignorancia ¿quién lo cura?
FUENTE:
Hugo Neira
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