LA HISTORIA OCULTA DE LAS CARICATURAS DE
MAHOMA
Usted
cree conocer a fondo el escándalo de las «caricaturas de Mahoma» y piensa haber
formado su propia opinión con pleno conocimiento del asunto. El hecho es que
usted ignora la realidad sobre esa importante operación de propaganda tendiente
a promover la «guerra de civilizaciones», empezando por el hecho que ninguna de
esas caricaturas representa a Mahoma. Thierry Meyssan analiza aquí los lazos
que vinculan a los diferentes protagonistas con la administración Bush y el
método utilizado para envenenar el debate público, tanto en Oriente como en
Occidente.
En la
foto arriba, Philippe Val, jefe de redacción de la controvertida revista satírica
francesa Charlie Hebdo, que durante mucho tiempo ha logrado fabricarse una
imagen de publicación progresista y de izquierda. Pero, según serias
investigaciones, resulta más bien lo contrario. Para algunos esta publicación
es un aliado estratégico a la prensa oficialista y neoliberal, para otros un
aliado de los círculos de poder atlantistas.
_________________________________________________
El 7 de
febrero de 2007 comenzó en París el juicio contra el semanario satírico francés
Charlie Hebdo por el llamado escándalo de las «caricaturas de Mahoma». En plena
campaña electoral presidencial, importantes personalidades comparecieron para
ofrecer su testimonio a favor «del laicismo y de la libertad de expresión».
La prensa
y los dirigentes políticos son casi unánimes. Marcando la pauta en su
editorial, el diario atlantista Le Monde escribe: «El juicio contra Charlie
Hebdo pertenece a otra era, a otra época. Aunque no fue este el argumento
presentado por la parte acusadora, hay que recordar que lo que desencadenó la
polémica fue la representación [gráfica] del profeta Mahoma, que, para el
Islam, constituye una blasfemia. Estamos por tanto ante una querella
oscurantista» [1].
Sin
prestar oídos a la queja de los reclamantes, y sin esperar por el veredicto del
tribunal, la palabra pública equipara las asociaciones de musulmanes con grupos
oscurantistas, incompatibles con la República laica y moderna. En nombre del
laicismo se estigmatiza a los fieles de una gran religión. Esta paradoja debe
ser para nosotros una señal de alerta: en nombre del laicismo, se nos empuja a
perder el sentido de la tolerancia. Tenemos que razonar antes de dejar que nos
empujen a la «guerra de civilizaciones» [2].
El
laicismo, cuando es verdadero, es hijo de la Razón. Dediquemos un poco de
tiempo al análisis del origen y de las consecuencias de este conflicto. Veremos
entonces que todo fue cuidadosamente organizado. A pesar de las apariencias,
quienes publicaron las caricaturas y quienes organizaron las manifestaciones en
el mundo musulmán en realidad no son adversarios. Todos actúan de forma
organizada y con el objetivo de enemistarnos.
Las
apariencias
En
septiembre del año 2005, la prensa danesa reporta que un autor de literatura
para niños trata infructuosamente de encontrar un ilustrador para un volumen
sobre Mahoma ya que los ilustradores tienen miedo de criticar el Islam. En
reacción, el redactor jefe del más importante diario danés lanza un concurso de
ilustradores dentro de su publicación. Muy pronto, se publican 12 caricaturas.
En
noviembre, la Sociedad Islámica de Dinamarca, estimándose insultada, exige
excusas y organiza una manifestación ante las oficinas del diario. Las partes
endurecen sus posiciones y varios periodistas declaran haber recibido amenazas
de muerte. Una delegación de la Sociedad Islámica de Dinamarca redacta un
informe sobre el caso y lanza un llamado de alerta a la Liga Árabe y a la
Organización de la Conferencia Islámica. Once embajadores acreditados en
Copenhague piden una reunión con el primer ministro danés con vistas a resolver
la naciente crisis, pero el primer ministro argumenta que él no tiene autoridad
sobre la prensa y no acepta el encuentro.
La prensa
reporta en noviembre que un partido político paquistaní ofrece una recompensa a
quien asesine a uno de los dibujantes. El primer ministro danés condena la
iniciativa pero pronto se sabe que la noticia era falsa.
En
diciembre, la reunión cumbre de la Conferencia Islámica, y más tarde la reunión
de ministros de Relaciones Exteriores de la Liga Árabe, aborda el asunto. La
Alta Comisionada de las Naciones Unidas abre una investigación sobre el racismo
en la prensa danesa. El consejo de ministros del Consejo de Europa toma nota de
la actitud dilatoria del gobierno danés sobre el asunto señalando que no se
trata de una cuestión ligada a la libertad de prensa sino de un problema de
racismo.
En enero
de 2006, el primer ministro danés insiste, en su mensaje de año nuevo, en su
preocupación por la libertad de expresión. El fiscal de Viborg anuncia el sobreseimiento
de la denuncia por blasfemia e incitación al odio presentada por las
organizaciones musulmanas.
En
febrero, numerosas manifestaciones contra las representaciones y los intereses
daneses tienen lugar a través del mundo. Se producen quemas de banderas y
embajadas así como un boicot contra productos daneses. La condena del mundo
musulmán se extiende a Francia, donde un diario publicó las caricaturas, y más
tarde a toda Europa, que parece ser cómplice.
En París,
las caricaturas aparecen publicadas en France Soir y, más tarde, en Charlie
Hebdo lo cual da lugar a una denuncia penal por parte de la Gran Mezquita de
París (GMP) y de la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF).
Mientras que la clase dirigente cierra filas con estas publicaciones, el
presidente francés Jacques Chirac recibe a los denunciantes en el palacio del
Elíseo y recuerda que la libertad de expresión constituye una responsabilidad.
Las
contradicciones
Hasta
aquí parece tratarse de una historia simple en la que la sucesión de hechos
parece coherente. Hay, sin embargo, una serie de detalles que suenan falso.
Si el
redactor jefe de un importante diario danés estaba tan preocupado por la
imposibilidad de encontrar un ilustrador para un libro destinado a los niños,
¿cómo fue que acabó publicando una serie de caricaturas que no tienen nada que
ver con ningún tipo de literatura infantil?
El
Jyllands-Posten es el diario de más amplia difusión en Dinamarca. Posicionado a
la derecha, el diario realiza desde hace 3 años una violenta campaña contra los
inmigrantes. En el marco de esta campaña ha publicado constantemente artículos
y editoriales en los que insinúa que el Islam es incompatible con la democracia
y que es imposible que los musulmanes se integren a la sociedad danesa. El
objetivo de esa intensa campaña es apoyar la reelección de la coalición
gubernamental de Anders Fogh Rasmussen. En 3 años, el Jyllands-Posten inundó
Dinamarca con su retórica islamófoba, de la que el propio primer ministro se ha
convertido en vocero.
La
coalición liberal conservadora sacó del poder a los socialdemócratas, quienes
habían dominado el escenario político durante 80 años. También llevó al país a
cuestionar el Estado-providencia y a lanzarse en una desenfrenada política de
privatizaciones y de desregulación. Siguiendo una técnica electoral clásica,
ante una población que acepta difícilmente estos bruscos cambios, Anders Fogh
Rasmussen ha tratado de evitar el debate sobre las cuestiones sociales mediante
la búsqueda de chivos expiatorios: los extranjeros.
El local
de la revista Charlie Hebdo en París protegido por la policía.
El
Consejo de la Prensa de Dinamarca ya había amonestado al Jyllands-Posten, en
marzo de 2002, por violación de la deontología periodística cuando el diario
subrayó de forma injustificada el origen étnico de personas implicadas en un
caso criminal. En aquel entonces, el primer ministro no vaciló en aprovechar la
ocasión para apoyar a este diario afirmando que el sector periodístico cedía a
la corriente de lo políticamente correcto.
La
violencia del Jyllands-Posten también había sido señalada en el informe sobre
el caso de Dinamarca que presentara el European Network Against Racism, la
federación de asociaciones antirracistas europeas [3]. El informe describía al
Jyllands-Posten como una publicación de extrema derecha. Este observatorio
antirracista de la prensa europea realizó un análisis del contenido de los
materiales publicados en ese periódico en el transcurso de 3 meses. Señaló que
el 53% de las crónicas, el 55% de los artículos, el 70% de las noticias cortas,
el 73% de las tribunas libres, el 79% de los editoriales y el 81% de las cartas
de los lectores sobre las minorías extranjeras presentan a estas últimas de
forma negativa.
En otras
palabras, el Jyllands-Posten no publicó las caricaturas para liberar a los
ilustradores daneses de una autocensura sino en el marco de una gran campaña de
incitación al odio.
Segunda
incoherencia:
¿Por qué
dibujos cuyo objetivo es ridiculizar una religión tratan de hacerlo
vinculándola al terrorismo?
El
concurso de caricaturas fue iniciativa del responsable del suplemento cultural
dominical del diario, Fleming Rose. Este último se define a sí mismo como
«judío sionista» y no se inmuta en lo más mínimo cuando se le señala que
durante los años 1930-40 el Jyllands-Posten fue partidario del fascismo y del
nazismo. Al recibir amenazas de muerte, luego de la publicación de las
caricaturas, Fleming Rose prefirió buscar refugio en Estados Unidos, a pesar de
la protección de la policía danesa.
Fleming
Rose es amigo del teórico de la islamofobia Daniel Pipes [4]. En un artículo
fechado el 29 de octubre de 2004, Rose cuenta sus conversaciones con Pipes y
apoya las tesis de este último. «Pipes está sorprendido de que no haya en
Europa una alarma más acentuada ante el desafío que representa el Islam en el
contexto de la caída del índice de fecundidad y del debilitamiento de la
identidad histórica y cultural», escribe Rose en ese artículo.
Daniel
Pipes es el autor de esta célebre fórmula: «Todos los musulmanes no son
terroristas, pero todos los terroristas son musulmanes ». Partiendo de esa
base, Pipes aconseja una vigilancia policíaca sistemática sobre todos los
musulmanes en Estados Unidos y en Europa. Los dibujos publicados por Fleming
Rose van más lejos aún: insinúan que todos los musulmanes son potencialmente
terroristas.
La
directora del Jyllands-Posten, Merete Eldrup, está casada con Anders Eldrup,
director de la compañía nacional de hidrocarburos, la Danish Oil and Natural
Gas (DONG). Desde hace 5 años, o sea desde la llegada de la coalición liberal
conservadora al poder, Anders Eldrup y el primer ministro participan en las
reuniones anuales del Grupo de Bilderberg. Este club, extremadamente cerrado,
es una emanación de la OTAN y es esta última quien se encarga de invitar, poner
a prueba y aprobar a los mensajeros de Estados Unidos en Europa.
Desde la
primera guerra del Golfo, en 1991, y más aún desde los atentados de septiembre
de 2001, los servicios de la OTAN desarrollan estudios sobre el tema del
enemigo interno. Los suburbios islamizados de Europa son considerados
madrigueras de terroristas. Inmersos en esa atmósfera, Fleming Rose y Merete
Eldrup sólo ven a los musulmanes como potenciales terroristas.
Tercera
incoherencia:
¿Por qué
el primer ministro danés desechó la mediación cuando esta aún era posible?
Anders
Fogh Rasmussen no sólo es el autor de Fra socialstat til minimalstat (Del
Estado socialista al Estado mínimo). Es también el hijo espiritual de Uffe
Ellemann-Jensen, ex presidente de su partido. Este último fue durante mucho
tiempo el hombre de Washington en Dinamarca. Ministro de Relaciones Exteriores
y viceprimer ministro desde 1982 hasta 1993, elaboró la doctrina que lleva su
nombre y según la cual un pequeño Estado como Dinamarca puede desempeñar un
papel importante en el escenario internacional, abriéndole la puerta a Estados
Unidos. En 1991, logró convencer a la muy reticente opinión pública danesa de
participar en la guerra del Golfo.
También
reconoció, antes que cualquier otro país, la independencia de los Estados del
Báltico, provocando así el desmembramiento de la Unión Soviética ante la onda
expansiva de la explosión del bloque del este. En 1995, se postuló para el
puesto de secretario general de la OTAN pero encontró la rotunda oposición del
presidente francés Jacques Chirac, quien señaló el total alineamiento de
Ellemann-Jensen con la política de Washington. Uffe Ellemann-Jensen, quien ya
no está oficialmente vinculado al gobierno, se pronunció contra las caricaturas.
Anders
Fogh Rasmussen aplica la «doctrina Ellemann-Jensen», tendiente a servir de
caballo de Troya de Estados Unidos en Europa. Así que, cuando ejerció la
presidencia rotativa de la Unión Europea durante el segundo semestre del año
2002, fue él quien preparó les acuerdos secretos entre la Unión Europea y
Estados Unidos en el marco de la Nueva Agenda Transatlántica, acuerdos que
fueron firmados el 22 de enero de 2003 y que autorizaron el secuestro, la
detención y la tortura por la CIA y el MI6 de sospechosos en cualquier lugar de
la Unión Europea [5].
Según un
informe del Consejo de Europa, la práctica de secuestros, detenciones y
torturas se ha desarrollado considerablemente. Más de un centenar de víctimas
han sido identificadas. Se trata exclusivamente de musulmanes.
Mientras
tanto, Rasmussen publica en el diario londinense The Times una tribuna libre
que firma junto a otros 7 jefes de gobiernos europeos para tratar de enrolar a
la Unión Europea en la guerra de Irak [6]. En definitiva, Rasmussen acabará
enviando a Irak más de 500 hombres, estacionados en Camp Denevang, cerca de
Basora. Al confirmarse que Irak no disponía de armas de destrucción masiva, una
comisión investigadora del parlamento danés comprueba que –al igual que George
W. Bush y Tony Blair– Anders Fogh Rasmussen mintió de forma intencional a sus
conciudadanos para empujarlos a entrar en la guerra.
No sólo
el primer ministro danés no tenía la más mínimas ganas de aplacar la crisis de
las caricaturas sino que esta última sirve a sus objetivos políticos en la
medida en que profundiza la separación entre las civilizaciones. La tensión
fortalece su posición en el ámbito nacional y favorece la estrategia
internacional de sus aliados. Es verdad que el boicot le costó a Dinamarca
pérdidas ascendentes a mil millones de coronas (134 millones de euros), pero
Estados Unidos sabrá seguramente cómo resarcirla.
Un libro
publicado por el periodista Toger Seidenfaden (también miembro del Grupo de
Bilderberg) y el historiador Rune Engelbreth Larsen demuestra efectivamente,
basándose en 4 000 documentos oficiales, que el primer ministro danés hizo todo
lo posible por provocar la crisis. Para ello le mintió deliberadamente a la
opinión pública haciéndole creer que los embajadores de la Liga Árabe exigían
una censura religiosa cuando en realidad pedían un diálogo tendiente a limitar
la propagación del racismo [7].
En su
informe anual sobre Dinamarca, el Comité Europeo Contra el Racismo y el
Antisemitismo (que no depende de la Unión Europea sino del Consejo de Europa)
expresa su «gran preocupación» ante el desarrollo de un «clima de intolerancia
y de xenofobia hacia los refugiados y los solicitantes de asilo así como hacia
los grupos minoritarios en general, y los musulmanes en particular». Menciona al
primer ministro danés y al Partido Popular, miembro de la coalición
gubernamental, como responsables directos de ese fenómeno. Denuncia además la
no aplicación sistemática de la ley de represión contra el racismo [8].
Cuarta
incoherencia:
Las
caricaturas son tan espantosamente mediocres que, al principio, suscitaron más
desprecio que cólera. Entonces, ¿cómo es posible que las caricaturas provocaran
en el mundo musulmán más cólera que la ocupación de Palestina, la invasión de
Afganistán y los bombardeos contra el Líbano?
Ante la
publicación de las caricaturas, varias organizaciones musulmanas danesas se
reunieron para definir una estrategia común. Presentaron entonces una denuncia
por blasfemia (artículo 140 del Código Penal danés) e instigación al odio y la
discriminación contra un grupo de personas por causa de su creencia religiosa
(artículo 266b). Paralelamente a esa acción colectiva, ciertos participantes de
esa asamblea organizaron manifestaciones y una acción de cabildeo dirigido a
los embajadores de Estados musulmanes acreditados en Copenhague, acción
nucleada alrededor de Ahmad Abu Laban [9], imam de la grupuscular Sociedad
Islámica de Dinamarca (Islamik Trossamfund) y de su amigo Ahmed Akkari,
autodesignado vocero de un Comité Europeo de Defensa del Profeta creado a raíz
de todo este asunto. Según ellos el objetivo era ampliar el debate a la
cuestión general de las muestras de discriminación de las que son víctimas los
musulmanes en Dinamarca. Para ello montaron un expediente de 43 páginas, expediente
que ilustraron con caricaturas, entre las que se encontraban las del
Jyllands-Posten.
Pero el
llamado «Expediente Akkari» también contiene dibujos mucho más insultantes que
los del Jylands-Posten, como por ejemplo uno en el que se ve un musulmán arrodillado
en posición de orar mientras que es sodomizado por un perro. Fue la lectura de
ese documento lo que dio lugar a la movilización de numerosas autoridades
árabes y musulmanas, civiles y religiosas. Así que fue aquel expediente lo que
convenció a los representantes de la opinión del mundo musulmán de que las
caricaturas eran sobre Mahoma y el Islam.
Abu Laban
y Ahmed Akkari emprendieron una gira internacional durante la cual se reunieron
con el secretario general de la Liga Árabe, con el gran mufti del Cairo, con el
director de la universidad Al-Azhar, con el gran mufti de Beirut, con el jeque
Faldlalah del Hezbollah, con el cardenal Sfeir y el gran mufti de Damasco.
Esa gira
resulta tanto más sorprendente cuanto que Abu Laban no debiera haber podido visitar
Egipto, país que anteriormente le había prohibido la entrada a su territorio,
al igual que los Emiratos Árabes Unidos. Laban es, en efecto comandante de un
movimiento parcialmente clandestino, el Hizb ut-Tahrir (Partido de la
Liberación), organización que los nacionalistas árabes no tienen en gran
estima.
Creado
por el jurista Taqiuddin al-Nabhani en 1953, el Hizb ut-Tahrir afirma querer
restablecer el califato otomano que dominó y oprimió al mundo árabe. Este
movimiento tiene muy mala reputación en los Estados árabes, que lo consideran,
con razón o sin ella, como un grupo de locos manipulados por la inteligencia
británica para mantener su influencia en la región. Su fundador murió en
Beirut, en 1977. Aunque este partido se presenta como una organización no
violenta, su programa no deja lugar a dudas sobre las intenciones que abriga.
Prevé la creación de un Estado islámico único bajo el mando dictatorial de un
califa y la aplicación de una interpretación severa de la shariah. El califa
gobernaría con ayuda de un emir de la Jihad encargado de movilizar a todos los
hombres de más de 15 años para hacerle la guerra a todos los no musulmanes.
Contrariamente
a lo que usted pudiera creer, el cuartel general del Hizb ut-Tahrir no está en
Estambul sino en Londres, donde goza de una fuerte protección policial, a pesar
de que el primer ministro Tony Blair lo ha calificado de organización
terrorista. Los principales dirigentes londinenses del movimiento reciben
remuneraciones similares a las de altos responsables de multinacionales
anglosajonas de la informática, a pesar de que ese tipo de empleo exige una
acreditación clasificada como secreto militar.
A falta
de ser populares en el mundo árabe, los partidarios del restablecimiento del
califato otomano sí lo son en el seno de ciertas poblaciones de lengua turca de
Asia central. El Hizb ut-Tahrir fomenta el desorden por toda esa región, incluyendo
la zona china de Xin Kiang, sin distinción de los regímenes en el poder. La
compasión se impone cuando sus miembros son arrestados y torturados por el
régimen de Karimov, en Uzbekistán, pero nada indica que ellos mismos serían más
compasivos que sus torturadores si lograran llegar al poder.
Los
Estados de la región no tardaron en comprender el peligro que representa el
Hizb ut-Tahrir. De hecho lo consideran un instrumento de la CIA y del MI6, como
antes lo fueron los muyahidines contra la URSS [10] y se han unido para
combatirlo, siendo este uno de los objetivos de la Organización de Cooperación
de Shangai, la nueva alianza ruso-china.
Incitaciones
al odio
El
personaje de la caricatura de arriba (Centro de Estudios del Problema Judío de
Boloña, 1943) no es Moisés sino una personificación de los judíos en general, a
quienes se atribuye la responsabilidad de la Segunda Guerra Mundial. El
personaje de la caricatura de abajo (publicada por le diario danés
Jylland-Posten, 2005) no es Mahoma sino una personificación de los musulmanes
en general, a los que se atribuye la responsabilidad por el terrorismo, que el
presidente Bush califica de «Nueva Guerra Mundial». Estos dos dibujos no tienen
nada que ver con una supuesta crítica hacia una religión. Son dos caricaturas
de propaganda tendientes a estigmatizar a grupos de creyentes. La primera fue
utilizada para justificar un genocidio. ¿Cuál es el objetivo de la segunda?
La
manipulación en Francia
France
Soir fue la primera publicación que reprodujo las caricaturas en Francia. Este
diario, que en aquel momento se encontraba en quiebra, era entonces objeto de
feroces luchas de influencia entre los financistas que aspiraban a apoderarse
de su control. El personal encargado de tomar las decisiones editoriales en el
seno de la publicación está ligado en aquel entonces a un misterioso posible
comprador del diario cuyo nombre sólo saldrá a relucir varios meses más tarde.
Se trata del comerciante de armas Arcadi Gaydamak, presidente de Betar (la
milicia del Likud) y del club de fútbol que también lleva ese nombre y
candidato a la alcaldía de Jerusalén. Su identidad se mantuvo en secreto
durante el mayor tiempo posible debido a la existencia de una orden
internacional de arresto por fraude fiscal contra este personaje.
Una
semana más tarde, las caricaturas aparecen de nuevo, en Charlie Hebdo. Como ya
demostrara anteriormente en nuestro sitio web Cedric Housez, el semanario
satírico viene concentrándose, desde finales del año 2003, en la denuncia del
peligro musulmán tomando posición contra la participación de Tariq Ramadan en
el Forum Social Europeo, por la prohibición del velo, contra la política de
Francia hacia el mundo árabe, a favor de la política de Israel, etc. [11]
Tanto en
el caso de France Soir, como en el de Charlie Hebdo, la publicación de las
caricaturas es la prolongación de ya viejas campañas de prensa al servicio de
la ideología neoconservadora de la «guerra de civilizaciones». Y resulta eficaz
ya que la clase dirigente francesa finge, de forma casi unánime, no ver el
aspecto antimusulmán del asunto y expresa su apoyo a tan “bella” manifestación
de la libertad de expresión. La única voz discordante será la de Jacques
Chirac, quien subraya que «Francia, país laico, respeta todas las religiones y
todas las creencias».
Yendo un
poco más lejos aún en el campo de la hipocresía, Charlie Hebdo publica El
mafiesto de los doce . Este documento denuncia el islamismo como el nuevo
totalitarismo [12] que se opone a la libertad de expresión. Entre sus firmantes
se encuentran, además del propio director de Charlie Hebdo, Philippe Val, la
diputada mitómana holandesa Ayaan Hirsi Ali, los periodistas Carolina Fourest y
Antoine Sfeir y el ensayista Bernard Henry-Levy.
La Gran
Mezquita de París y la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF)
presentaron ante la justicia una denuncia contra Charlie Hebdo. Varios
candidatos a la presidencia de Francia expresaron su apoyo al semanario
satírico, en nombre de la «libertad de expresión». Primero fueron Corinne
Lepage (Cap 21) y Dominique Voynet (de los Verdes), mediante una petición. Más
tarde lo hicieron François Bayrou (UDF) y François Hollande (representante de
Segolene Royal, Partido Socialista), al comparecer como testigos durante la
vista de la causa. Y finalmente, también lo hizo Nicolas Sarkozy (UMP) en carta
dirigida al tribunal. Jacques Chirac, cuya intervención había tenido lugar al
principio de la polémica, no se expresó de nuevo, pero ofreció su abogado a la
GMP y a la UOIF. La justicia dará su veredicto el 15 de marzo de 2007.
Nicolas
Sarkozy (candidato presidencial francés por la derecha en las elecciones de
2007) desempeñó un papel sui generis. En el momento de la publicación de las
caricaturas, en su calidad de ministro del Interior y de Cultos, se negó a tomar
medidas de carácter jurídico y aconsejó a las asociaciones que forman parte del
Consejo de los Musulmanes de Francia que se encargaran de hacerlo.
Posteriormente, para sorpresa de estas asociaciones, envió en el último minuto
a los abogados de Charlie Hebdo una carta de apoyo a la publicación. Lo cual
explica las dudas del Consejo de los Musulmanes de Francia ante la posibilidad
de renunciar en masa.
¿Blasfemia
o incitación al odio?
Reproducimos
aquí la caricatura más polémica. En ella aparece un hombre que lleva un
turbante que en realidad es una bomba. Según el Jyllands-Posten, el personaje
es Mahoma y la caricatura ridiculiza a los extremistas que invocan al Profeta
en la práctica del terrorismo. Sin embargo, el turbante del personaje lleva
inscrita la profesión de fe de los musulmanes: «Dios es grande y Mahoma es su
profeta». Por consiguiente, el personaje no es Mahoma sino un musulmán
emblemático. El objetivo del turbante-bomba es asociar su imagen con la de un
terrorista. Este mensaje estigmatiza a los musulmanes en su conjunto y
constituye una instigación al odio castigada por la ley en cualquier sociedad
democrática.
O sea, se
habla indebidamente de las «caricaturas de Mahoma» cuando en realidad se trata
de caricaturas sobre los musulmanes [13].
En un
primer momento, parecía indudable para el tribunal que no se trataba de una
crítica hacia una religión sino de una injuria y/ó difamación contra un grupo
de personas por causa de la supuesta pertenencia de estas últimas a una
religión. En efecto, el tribunal no aceptó una denuncia de una asociación
religiosa que quería defender a las personas que creen en el Islam, pero si
aceptó las de la GMP y la UOIF ya que los estatutos de esas dos asociaciones
incluyen la defensa de los derechos de sus miembros como miembros de la
sociedad y no como creyentes. Sin embargo, en un segundo tiempo, el presidente
del tribunal dejó que la vista se desarrollara como si se tratara de un juicio
sobre el derecho a criticar el Islam.
En este
caso, ya se sabe, en este momento, que los principales protagonistas mintieron
(el Jyllands-Posten en cuanto a sus objetivos, el primer ministro danés en lo
tocante a los reclamos de los embajadores árabes, la Sociedad Islámica de
Dinamarca sobre el carácter de las caricaturas y Abu Laban sobre su propio
compromiso político). También se sabe que todos estos protagonistas están
vinculados a la administración de Estados Unidos, que se dedica a promover la
«guerra de civilizacioneS.
FUENTE: Thierry
Meyssan
OBLIGADA LECTURA Y PARA SU DIFUSIÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario