¿Por qué
la derecha es tan dura con Humala?
Escribe:
Raúl Wiener
Un viejo
silogismo decía más o menos así: a Humala no lo puede atacar la derecha, porque
él y su mujer son de derecha. Ayer, Nelson Manrique nos ha recordado en La
República, que la pareja presidencial está sometida a una inmisericorde
ofensiva mediática, y cuando se habla de cargamontones de medios, se está
aludiendo a la prensa concentrada de derecha que es la única que tiene ese
poder.
Y otra
vez, la pregunta es por qué el muñeco que los medios, los empresarios y la
pasividad de los partidos del Congreso, moldearon en años hasta convertirlo en
un dócil instrumento de las políticas que había prometido modificar, es ahora
apaleado y destruido en el último tramo de su gobierno. Hay varias hipótesis
para tratar de entender la paradoja de la dureza derechista sobre el
derechizado.
Una de
ellas es que lo quieren igualar en podredumbre a sus tres antecesores para
llevar a la sociedad a la conclusión de que todos son intercambiablemente
corruptos, en otras palabras que el poder corrompe en el régimen autoritario y
en los democráticos, en las regiones y el gobierno nacional, entrando por la
izquierda o por la derecha a la presidencia. Humala, que proclamó la honestidad
para hacer la diferencia, ya no tiene diferencia.
Otra
posibilidad es que se esté queriendo matar la siempre presente tentación de que
aparezcan candidatos “radicales”, que puedan ganarle a los derechistas y
moderados con propuestas que tengan apoyo de masas.
La idea
de que este tipo de personajes desarreglan el escenario y obligan a costosos
esfuerzos para reconvertirlos. Nadie sabe si Humala sacó una ventaja material
del cambiazo de sus primeros meses en el gobierno, o si lo hizo de gratis. Pero
a estas alturas ya sabe perfectamente como paga la derecha esta clase de
favores.
Una
tercera hipótesis es que el poder mediático está probando su fuerza para
provocar cambios políticos. Ya tumbó y llevó a la cárcel a presidentes
regionales, ya creó corruptos emblemáticos a punta de decenas de titulares,
mientras deja fuera del foco a los que no le interesa incomodar, y ahora tiene
en jaque a un gobierno -que no sabe defenderse- presionando a la primera dama,
que antes hacía gruesos alardes de poder. Es verdad que está en marcha una
maquinaria intimidante con la que nadie quiere meterse. Y ese es un dominio que
nadie ha tenido anteriormente en el país.
Tal vez
las tres hipótesis quepan juntas y todo esté ocurriendo de modo que la derecha
se ha apropiado del espacio de la oposición del gobierno que antes era su
gobierno.
O sea que
cuando vayamos otra vez a elecciones la población estará aturdida, porque si
como muestran las encuestas, quiere un cambio de 180º respecto a lo que está
viviendo, se encontrará que los cambistas de ocasión son los de la misma
política económica y social de los últimos 25 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario