EL COMERCIO Y EL GOBIERNO DE HUMALA
El diario
que capitaneó la “conversión” de la pareja Humala-Heredia al más crudo
neoliberalismo, con el cuento de la Hoja de Ruta, luego de haber sido la punta
de lanza del fallido intento de devolver al fujimorismo al poder, parece estar
preparando otro spot como aquel de “El Comercio nunca estuvo aquí”, pero esta
vez no sobre la salita de Montesinos sino sobre las relaciones con el gobierno
nacionalista. “Nosotros nunca influimos”, ni nos felicitamos con que el viraje
de Humala no tuviera marcha atrás, ni tuvimos que ver con ministros, lobistas
que también son periodistas, ni con empresas beneficiadas, etc.
Nada que
ver, El Comercio, así como jamás colaboró con la dictadura, luchó contra el
golpe y jamás sacó ventajas para sus empresas, y solo por casualidad escogió
para primer director no Miró Quesada del diario que encabeza el tropel de
medios grandes y chicos con que atosiga el cerebro de los peruanos, al asesor
económico principal de ese período, ahora no se acuerda de Castilla (el aliado
de Nadine) e ignora a Segura (el de los paquetes fallidos), porque ellos
siempre combatieron el chavismo implícito que domina el país desde 2006.
Pero,
digamos la verdad. El Comercio estuvo demasiado cerca de Fujimori en los años
en que la dictadura hizo sentir su mayor peso y en que se cometieron sus peores
crímenes (alguien lo recuerda en campaña sobre los desaparecidos de La Cantuta
y otros) y nunca sospechó que las privatizaciones se iban convirtiendo en un
grotesco robo a la nación. Sólo al final, lanzó un pequeño canal por cable que
acogió la denuncia sobre la falsificación de firmas, que es de lo que tanto se
enorgullecen.
De igual
forma, el gran diario que sateliza a muchos otros, celebró descaradamente el
giro de Humala y editorializó varias veces para que los partidarios de las
viejas propuestas de Humala, resumidas en el Plan de la Gran Transformación,
comprendieran que el candidato en segunda vuelta los había cambiado por una
Hoja de Ruta, que no era lo que decían de ella, pero que sirvió de pretexto
para el continuismo. Esa burla a la inteligencia ayudó a crear un discurso para
escindir a Humala en distintas personas: el del 2006, el de la primera vuelta
del 2011, el de la segunda vuelta, el de los primeros meses de gobierno y el
que hasta ahora está en el poder. Este último fue su producto aunque ahora no
lo reconozcan. No lo creó un chavista sino un miró-quesadista.
Finalmente,
a esa señora elegante, de vestidos caros, zapatos y carteras de marca, que
nunca volvía a usar las prendas anteriores, la hemos visto todos y hemos
comentado que su reconversión política había sido rodeada de frivolidad y
arribismo (“borrachita de poder”, decía Isaac Humala). Pero a El Comercio le
pareció lo más normal, hasta la semana pasada en que el tema fue otra manera de
quitarse a Humala de encima. ¿Cuántos habrán aprendido la lección y desde qué
perspectiva?, ¿seguirá mandando para siempre El Comercio en el Perú?
MEMORIA SOBRE EL 31 DE MAYO DE 1970
Mi amigo
Juan Torres Polo, excelente investigador de la corrupción, es además un
sobreviviente de verdad del aluvión de Yungay de 1970. Hace días que
quería referirme a su historia, pero el
aluvión bastante más barroso que se ha estado descargando sobre los peruanos
estas dos últimas semanas, me ha impedido hacerlo.
Han
transcurrido 45 años de la tragedia y Juan aún estaba en el colegio, para lo
cual viajaba semanalmente a Lima donde estudiaba y pasaba los fines de semana
con su familia en una casita serrana en la parte alta de Yungay. Su padre que
trabajaba en Lima también hacia movimientos frecuentes entre la capital y la
provincia.
Esa tarde
del domingo 31 de mayo, cuando la familia Torres Polo, se dirigía a la casa de
la abuela en la parte baja, cercana a la carretera, empezó el remezón brutal de
la tierra y todos buscaron refugio inmediato. En ese instante, Huaraz, Chimbote
y otras ciudades ancashinas se desplomaban en medio de enormes nubes de polvo.
Entonces, se
escuchó el ruido sordo de la masa de lodo y nieve que bajaba de las montañas.
Rápido, la familia de Juan empezó a correr con todas sus fuerzas hacia la casa
de la abuela como si esa fuera la salida segura. Pero mientras ellos y otros
corrían hacia la parte baja, otros lo hacían en sentido opuesto hacia la Plaza
de Armas de la ciudad.
El ruido
ya no era solamente ruido, sino una mole enorme que se dirigía sobre la
población que buscaba donde protegerse. El aluvión bajó por las calles de la
ciudad, llevándose de encuentro las casas y tapando con lodo todo lo que
encontraban a su paso. Juan cuenta que él y sus hermanos corrían delante y más
atrás su mamá y su padre, y lo que sentían tras suyo era que el torrente les
estaba pisando los salones.
Fue así,
el padre de Juan fue alcanzado por el aluvión que lo cubrió hasta la cintura y
lo fijó en dónde estaba. Un poco más adelante su mamá fue atrapada por los pies
y no pudo seguir corriendo. Los chicos en cambio siguieron la carrera y aún
antes de la casa de la abuela vieron que el aluvión se había detenido un poco
más arriba de ellos.
En medio
de la confusión y el polvo se aproximaron los primeros rescatistas y lograron
sacar a la mamá y el papá de su encierro. Cuatro días después, el señor Torres
murió porque no pudo sobreponerse a sus heridas. El resto de la familia ingresó
a la categoría de sobrevivientes. No de aquel que no estaba, ni siquiera de los
que estaban en la parte alta, sino de lo que corrieron con el aluvión a sus
espaldas.
Cuando me
contó cómo habían sido los hechos, recordé la imagen de la zona del aluvión que
descubrí en 1986. Parecía un cementerio sin tumbas, sobre el cual silbaba un
viento frío y que te conmovía hasta lo más profundo.
SIN GOBIERNO 13 MESES
Desde hace
unos días hay un pequeño debate, entre quienes no creen que haya condiciones
para la vacancia presidencial antes del 28 de julio de 2016, y quienes pensamos
que la hipótesis ha pasado de remota a posible, sin que se pueda decir cómo las
cosas van a ser. Hagamos un subrayado, si bien en las calles ya hay gritos para
que el presidente se vaya, en la clase política e intelectual hay un aparente
consenso acerca de que este sería el peor camino posible.
Para
afirmar que aquí nadie va cambiar el escenario esencial, se argumentan dos
cosas: que Humala está demasiado aislado y débil para autogolpear como lo hizo
Fujimori en 1992, y que los cuatro gatos del Congreso no van a tener el coraje
para ponerse de acuerdo en reemplazar al presidente en funciones. Total un
balance de suma cero. Entonces ¿qué va a pasar con el movimiento del sur que
está en pie de lucha y el gobierno no ha logrado asustarlo con los militares?,
¿seguirá resistiendo el inicio de Tía María?, ¿el gobierno levantará el estado
de emergencia o lo extenderá a otros sectores que están entrando en combate?,
¿acaso la gente está pendiente de lo que haga o no haga el Congreso, o es más
bien al revés que los partidos del Congreso tienen un poco más de un ojo puesto
en los conflictos sociales?
¿Y el
gobierno qué ofrece? Su lista de pedidos de facultades extraordinarias, dónde
no hay una sola medida favorable a los sectores populares y puro programa pro
gran empresa. ¿Qué va pasar allí? Si la derecha se allana, eso va a ser Pulpín
a la quinta potencia, y si se niega a dar las facultades, ¿cómo sigue la
película? Se dice que el gobierno ha perdido toda autoridad, pero lo que se
viene puede ser peor que eso. ¿Y la oposición de derecha y sus candidatos?
Disgregados; el fujimorismo reclamando que el gobierno se rinda en el sur, para
recuperar la calma y enrumbar a las elecciones. PPK, más o menos lo mismo. Pero
el APRA quiere incendiar la pradera para que Alan pueda evadir los procesos que
se le vienen. Sin embargo Alan está callado, podría decirse. Y esa es
justamente la jugada, llevar todo al límite para que regrese el ego colosal y
de una salida al despelote.
Pero en
estas circunstancias nadie tiene el control de todo lo que va a pasar. He
escrito hace poco que hay una conjunción maligna para Humala: una ola social
que sigue creciendo, una aprobación que se encuentra por los suelos y una
ofensiva de la derecha y los medios que ha destrozado la credibilidad de la
pareja y los ha dibujado como corruptos. Humala mismo, además, ha otorgado
poder arbitral a militares y empresarios, los que están siguiendo el proceso
para ver cuánto puede resistir el presidente y garantizar las elecciones.
EL CASO NADINE, LOS ABOGADOS Y LA POLÍTICA
Si algo
hubiera aprendido Humala de política, sabría que la campaña desatada contra su
esposa y que ya logrado colgarle el cartel de la corrupción, requiere mucho más
de cuadros políticos que de abogados defensores y de declaraciones altisonantes
de marido ofendido que realiza a cada rato. Pero, claro, desde que asumió el
poder, el actual presidente no ha hecho sino desplazar la política por las
especialidades técnicas, que se refleja en la composición de sus gabinetes, sus
asesores más próximos y sus funcionarios de primer nivel.
El reflejo
en el parlamento de está lógica ha sido tratar de anular la personalidad e
iniciativa de los miembros de su bancada a través de mandatos de Palacio y
alejando a la pequeña parte pensante y con experiencia que había llevado en sus
listas. Hoy a Nadine la defienden con los más pobres argumentos dos personajes
de la cuarta o quinta línea del nacionalismo, y no se escucha a Abugattás,
Marisol, ni siquiera a Otárola o Isla. Todos parecen desmoralizados y estar
pensando en su futuro personal.
Ollanta-Nadine,
hundieron el nacionalismo, le arrebataron lo que tenía de combativo, y lo
sometieron a sus virajes y contra-virajes, prefirieron rodearse de tecnócratas,
amigos empresarios y generales de tres estrellas. A la doña le encantó la
posibilidad de codearse con las damas de sociedad en sus desfiles de vestidos,
zapatos y carteras, mientras que Humala se desvivía por la foto con otros
presidentes, especialmente los que no fueran a tomarle cuentas de su pasado al
lado de la corriente progresista en América Latina, en particular sus nuevos
amigos de la Alianza del Pacífico.
Pero hoy
su propia labor de demolición se vuelve contra ellos, y la tonta idea de que
los partidos solo son franquicias para participar en las elecciones y el único
que gana es el que llega a presidente, o él y su mujer como ha ocurrido
recientemente, le está pasando la cuenta. Sus enemigos en la derecha ya se
dieron que pueden construirle cualquier historia a partir de algún dato suelto
y tenerlos permanentemente a la defensiva. Mientras que en la izquierda no
existe nadie que quiera sacar la cara por ellos. Por eso presenciamos una
discusión sobre habeas corpus, cambio de fiscales y otras jugadas legaloides
cuando el daño político ya se ha hecho.
Fujimori
hizo una doctrina de la antipolítica y del antipartidismo, pero Humala ni
siquiera eso. Se quedó en declaraciones sobre los que acusan a su mujer por
razones “políticas”, o los que le lanzan acusaciones por estar próximos a las elecciones.
Así ha llegado al puno en que estamos. La pareja sin lealtad con nadie,
empeñada en ganarse un lugar entre los sectores dominantes, está siendo pateada
por estos mismos grupos. Lo que demuestra que la traición siempre se paga. Y
que la política, ciertamente debe ser cambiada, precisamente para cerrarle el
paso a los aventureros que se aprovechan de los huecos del sistema.
¿Y SI CAE HUMALA?
¿Puede
ocurrir que Ollanta Humala sea obligado a dejar el poder antes de concluir su
mandato? Por primera vez, en cuatro años, contesto que sí, que existe una
posibilidad basada en los siguientes hechos:
(a) no
haber podido desactivar el estado de movilización del sur como efecto de la
lucha de Tía María, que tiene ecos además en otras partes del país, incluida
Lima; (b) una aprobación de 16% con tendencia a seguir bajando, que indica que
carece de fuerza social para enfrentar la crisis; (c) una sensación de
corrupción, más bien difusa: financiación del 2006, frivolidades de Nadine
Heredia, gestiones de Martín Belaúnde en las regiones, a diferencia de García
involucrado en decenas de corrupciones concretas.
De estos
males han padecido los dos gobiernos anteriores y por ello mismo pasaron una
temporada en el cuerda floja, pero a Toledo lo salvaron los partidos APRA-PPC,
que se veían ganadores en las siguientes elecciones, y García pudo llegar al
2011 porque la marea social se canalizó hacia las elecciones cuando se creía
tener un candidato de los sectores populares.
Humala
llega en cambio a su último año más peleado que nunca con la derecha política,
que empujó su propia derechización para abandonarlo a su suerte poco después.
Tampoco hay nada que entusiasme en la siguiente elección y que lleve a
esperarla como salida política. El actual presidente con su traición
postelectoral ha creado un vacío de esperanzas delante suyo que puede tener
graves consecuencias.
Ollanta
Humala además ha cometido dos pecados capitales: (a) ha convertido a la gran
empresa, la Confiep, las mineras, la banca, en los jueces del poder, que así
como ahora pueden darle el visto bueno al estado de emergencia, mañana pueden
bajarle el dedo a un gobierno que fracasa en reprimir o cualquier otro motivo
que los enerve; (b) ha hecho reingresar a los militares a la política directa,
primero en Islay y luego en siete regiones, los que deben pensar que están
poniendo su prestigio en juego en contener conflictos sociales y no actos de
guerra para los que son preparados.
Si se
recuerda de dónde viene el golpe de Fujimori de 1992, se verá que nació de una
alianza del poder con la gran empresa para ajustar la economía y de la
necesidad de los uniformes de no cargar con las derrotas de los gobiernos
civiles en la guerra contra Sendero Luminoso. Hoy, a diferencia de hace 23
años, aún con presidente de origen militar, las posibilidades que el alto mando
se compre una batalla que consideran a nivel de la policía, sólo por salvar a
Humala parecen bastante discutibles.
Si cabe la
hipótesis de que Ollanta pueda dejar de ser presidente antes de tiempo en
cualquier variante: reemplazado por la vicepresidente o por el presidente del
Congreso, o por alguna forma fuera de la Constitución hasta las siguientes
elecciones; es porque la pareja se ha buscado este desenlace. Creyeron que eran
muy poderosos y ahora hacen equilibrios con muy mal pronóstico.
FUENTE: Raúl
Wiener
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