¿POR QUÉ EL CARGAMONTON DE MEDIOS?
Pero lo más lamentable es el papel que juega
la denominada "gran prensa" que no tiene por que llamarnos la
atención tratándose del diario El Comercio o RPP o Cuarto Poder en América TV,
etc. que controlan el 80% de la información.
LA PAREJA
PRESIDENCIAL ESTÁ SOMETIDA A UNA INMISERICORDE OFENSIVA MEDIÁTICA
Un viejo
silogismo decía más o menos así: a Humala no lo puede atacar la derecha, porque
él y su mujer son de derecha. Ayer, Nelson Manrique nos ha recordado en La
República, que la pareja presidencial está sometida a una inmisericorde
ofensiva mediática, y cuando se habla de carga montones de medios, se está
aludiendo a la prensa concentrada de derecha que es la única que tiene ese
poder.
Y otra
vez, la pregunta es por qué el muñeco que los medios, los empresarios y la
pasividad de los partidos del Congreso, moldearon en años hasta convertirlo en
un dócil instrumento de las políticas que había prometido modificar, es ahora
apaleado y destruido en el último tramo de su gobierno. Hay varias hipótesis para tratar de entender la paradoja
de la dureza derechista sobre el derechizado.
Una de
ellas es que lo quieren igualar en podredumbre a sus tres antecesores para
llevar a la sociedad a la conclusión de que todos son intercambiablemente
corruptos, en otras palabras que el poder corrompe en el régimen autoritario y
en los democráticos, en las regiones y el gobierno nacional, entrando por la
izquierda o por la derecha a la presidencia. Humala que proclamó la honestidad
para hacer la diferencia ya no tiene diferencia.
Otra
posibilidad es que se esté queriendo matar la siempre presente tentación de que
aparezcan candidatos “radicales”, que puedan ganarle a los derechistas y
moderados con propuestas que tengan apoyo de masas. La idea de que este tipo de
personajes desarreglan el escenario y obligan a costosos esfuerzos para
reconvertirlos. Nadie sabe si Humala sacó una ventaja material del cambiazo de
sus primeros meses en el gobierno, o si lo hizo de gratis. Pero a estas alturas
ya sabe perfectamente como paga la derecha esta clase de favores.
Una
tercera hipótesis es que el poder mediático está probando su fuerza para
provocar cambios políticos. Ya tumbó y llevó a la cárcel a presidentes
regionales, ya creó corruptos emblemáticos a punta de decenas de titulares,
mientras deja fuera del foco a los que no le interesa incomodar, y ahora tiene
en jaque a un gobierno que no sabe defenderse presionando a la primera dama,
que antes hacía gruesos alardes de poder. Es verdad que está en marcha una
maquinaria intimidante con la que nadie quiere meterse. Y ese es un dominio que
nadie ha tenido anteriormente en el país.
Tal vez
las tres hipótesis quepan juntas y todo esté ocurriendo de modo que la derecha
se ha apropiado del espacio de la oposición del gobierno que antes era su
gobierno. O sea que cuando vayamos otra vez a elecciones la población estará
aturdida, porque si como muestran las encuestas, quiere un cambio de 180º
respecto a lo que está viviendo, se encontrará que los cambistas de ocasión son
los de la misma política económica y social de los últimos 25 años.
¡QUÉ LOS
DEFIENDA SU ABUELA!
Hay odio
en el ambiente. Es entendible. No se puede negar que ha habido dos Humala en
relación a Tía María, uno que condenaba la represión y apoyaba los reclamos de
la gente para conseguir sus votos, y otro que hace exactamente al revés,
reprime a los agricultores y apoya a la Southern, como presidente. Nadine ha
escrito que la derecha no les perdona haberle ganado la elección, pero se da
cuenta de eso cuatro años después de haber convivido con esa derecha política,
económica y mediática, que quitó su soporte cuando percibió que se acercaban
nuevas elecciones.
En el
pueblo no hay pena del final a cachetadas del romance de Humala-Heredia con la
derecha y hay clara conciencia que Tía María, facultades extraordinarias y los
nuevos paquetes económicos, reafirman el cuño neoliberal de todo el proyecto
económico de este gobierno y que las medidas de represión y militarización no
han sido replegadas, mientras Ollanta Humala sigue confundiendo Estado de
derecho con el papel de guachimán de las grandes inversiones. En esas
condiciones se puede contar cualquier historia sobre Humala: que aún hoy es un
chavista implícito, que se tiró el dinero venezolano en su casa y en lujos de
su esposa, que extorsionaba gobiernos regionales, aunque varias de ellas
carezcan de simple lógica.
Por
supuesto que se trata de castigar el atrevimiento de llegar al poder en contra
del plan normal de los dueños del poder, aunque como presidente haya hecho una
mayordomía a favor del estatus quo. Lo mismo que le hicieron a Susana para que
ya no haya alcaldía progresista en Lima en muchos años, se lo hacen a
Humala-Heredia para que en el futuro, nadie juegue a izquierdista en las
elecciones. Todo eso está a la vista, pero lo cierto es que nadie tiene ganas
de decir una palabra para aclarar el asunto de la parejita. Si se cae porque
recibió dinero de Venezuela, qué importa porque es un traidor; si eso de la red
Antalsis que incluye a Nadine, suena a tontería, qué se hunda igualito; si la
derecha se obvia el programa económico y la represión, para hacer que
discutamos sobre la campaña 2006, qué más da, si le cae palo; si se tapa la
corrupción de García y otros, no hay problema porque Humala es el gobernante.
Y así.
Oigo intelectuales educados decir que les parece que el affaire Nadine, hasta
donde se conoce, suena a mucha tontería, pero que a ese par ¡los defienda su
abuela!, que como sospechan está muertas. Es decir nadie va a hacer nada por
ellos, que no sea su abogado. Yo tampoco. Pero preferiría que en el Perú se
castigara la traición de ofrecer algo y hacer lo contrario, de burlar
esperanzas y de apalear y hasta matar a los que reclaman sobre las viejas
promesas. Para bajar el odio y la violencia, hay que empezar por cortar con la
mentira institucionalizada.
EL COMERCIO
Y EL GOBIERNO DE HUMALA
El diario
que capitaneó la “conversión” de la pareja Humala-Heredia al más crudo
neoliberalismo, con el cuento de la Hoja de Ruta, luego de haber sido la punta
de lanza del fallido intento de devolver al fujimorismo al poder, parece estar
preparando otro spot como aquel de “El Comercio nunca estuvo aquí”, pero esta
vez no sobre la salita de Montesinos sino sobre las relaciones con el gobierno
nacionalista. “Nosotros nunca influimos”, ni nos felicitamos con que el viraje
de Humala no tuviera marcha atrás, ni tuvimos que ver con ministros, lobistas
que también son periodistas, ni con empresas beneficiadas, etc.
Nada que
ver, El Comercio, así como jamás colaboró con la dictadura, luchó contra el
golpe y jamás sacó ventajas para sus empresas, y solo por casualidad escogió
para primer director no Miró Quesada del diario que encabeza el tropel de
medios grandes y chicos con que atosiga el cerebro de los peruanos, al asesor
económico principal de ese período, ahora no se acuerda de Castilla (el aliado
de Nadine) e ignora a Segura (el de los paquetes fallidos), porque ellos
siempre combatieron el chavismo implícito que domina el país desde 2006.
Pero,
digamos la verdad. El Comercio estuvo demasiado cerca de Fujimori en los años
en que la dictadura hizo sentir su mayor peso y en que se cometieron sus peores
crímenes (alguien lo recuerda en campaña sobre los desaparecidos de La Cantuta
y otros) y nunca sospechó que las privatizaciones se iban convirtiendo en un
grotesco robo a la nación. Sólo al final, lanzó un pequeño canal por cable que
acogió la denuncia sobre la falsificación de firmas, que es de lo que tanto se
enorgullecen.
De igual
forma, el gran diario que sateliza a muchos otros, celebró descaradamente el
giro de Humala y editorializó varias veces para que los partidarios de las
viejas propuestas de Humala, resumidas en el Plan de la Gran Transformación,
comprendieran que el candidato en segunda vuelta los había cambiado por una
Hoja de Ruta, que no era lo que decían de ella, pero que sirvió de pretexto
para el continuismo. Esa burla a la inteligencia ayudó a crear un discurso para
escindir a Humala en distintas personas: el del 2006, el de la primera vuelta
del 2011, el de la segunda vuelta, el de los primeros meses de gobierno y el
que hasta ahora está en el poder. Este último fue su producto aunque ahora no
lo reconozcan. No lo creó un chavista sino un miró-quesadista.
Finalmente,
a esa señora elegante, de vestidos caros, zapatos y carteras de marca, que
nunca volvía a usar las prendas anteriores, la hemos visto todos y hemos
comentado que su reconversión política había sido rodeada de frivolidad y
arribismo (“borrachita de poder”, decía Isaac Humala). Pero a El Comercio le
pareció lo más normal, hasta la semana pasada en que el tema fue otra manera de
quitarse a Humala de encima. ¿Cuántos habrán aprendido la lección y desde qué
perspectiva?, ¿seguirá mandando para siempre El Comercio en el Perú?
FUENTE: Raúl
Wiener
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