Lo visto
el viernes último es el intento de Nadine Heredia de distraernos, de
confundirnos y hasta de enfrentarnos.
Cuando
algo inexplicable ocurre, cuando se produce un hecho que no tiene razón de ser
o cuando se desencadena una crisis sin una clara justificación siempre es bueno
preguntarse quién se beneficia, quién saca réditos políticos y a quién le
termina por convenir.
Lo visto
el viernes último es el intento de Nadine Heredia de distraernos, de
confundirnos y hasta de enfrentarnos.
La
aprobación de las facultades legislativas solicitadas por el Jefe del Gabinete
Pedro Cateriano estaba prevista con mucha antelación. Todos estaban interesados
en que se debatieran y, eventualmente, se otorgaran. Lo lógico era, como había
hecho durante los días previos el propio Cateriano, que se allanara el camino, que
se creara el ambiente propicio y que, en suma, se trabajara políticamente en el
ánimo de conseguir ese objetivo.
Pero eso
que a cualquiera le puede parecer lógico no fue lo que se hizo. Ana María
Solórzano -la presidenta del congreso impuesta con la venia de la primera dama-
fue incapaz de resolver el tema “Yovera” y en lugar de enfrentar el problema el
Jueves, dejó el Pleno y se fue a palacio de gobierno.
Yovera es
un congresista, ex fujimorista, que ha sido ya condenado por el Poder Judicial
que ha ordenado su desafuero. No hay nada que hacer ni decir sino cumplir con
la orden judicial. Pero Yovera ha pasado piola “vendiendo” su voto al
oficialismo. Nadine Heredia ha protegido a un congresista delincuente porque
cree que con ese voto todavía puede aspirar a que el oficialismo gane la
presidencia del congreso el 28 de Julio del 2015. Por eso ella ordenó a
Solórzano no dar trámite a esa orden judicial. La oposición protestó y puso una
moción de censura contra Solórzano que no ha sido ni será levantada hasta que
Yovera no se vaya a su casa.
Cierto es
que la oposición es la que se benefició políticamente porque, numéricamente, el
oficialismo pierde un voto y ellos ganan pero así es la política. Los votos se
ganan haciendo política y este gobierno sólo ha sabido perderlos desde que
llegó al poder. Han sido y son incapaces de convencer a nadie y creen que la
política es capricho, disfuerzo o soberbia. Los resultados los vemos y los
estamos padeciendo.
Ya hay
varios voceros del gobierno que en las últimas horas han iniciado el proceso de
recule señalando que “Yovera se puede ir en las próximas horas” o que “No hay
problema en que Yovera se vaya si se retira la moción de censura”. En suma, los
congresistas del oficialismo –los que todavía quedan- son de una incompetencia
muy oportuna para quien necesita cambiar la primer plana de los medios.
Y
Cateriano ha jugado, en esto, un papel de distractor. Ayer en la mañana,
“mortificado” por la falta de quórum en el congreso dijo: “Nosotros ahora sí
vamos a ejercer todos los poderes que la constitución permita”. Eso sonó, para
muchos, como una amenaza de cierre del congreso.
Mientras
esto ocurría y la tensión subía unos “despistados ciudadanos independientes”
desplegaban una enorme banderola de unos diez metros de longitud en un puente
peatonal de la Av. Javier Prado. La banderola decía: “Fuerza Nadine el pueblo
está contigo”.
La
envalentonada de nuestro Jefe de Gabinete no duró mucho. En realidad sólo un
par de horas. A la 1 de la tarde volvió a salir, desde palacio de gobierno,
para anunciar que ante la negativa del congreso de recibirlo –hecho falso
porque esa negativa no había ocurrido- el gobierno vería la pertinencia de
emitir decretos de urgencia y repitió, presionado muy seguramente por voces
sensatas fuera del gobierno, “El gobierno no va a cerrar el congreso”.
Esta ha
sido la crisis. Lo evidente es la genuflexión y la indignidad de muchos de los
congresistas que acompañan a la, todavía, mujer más poderosa del país. Es una
pena que la política peruana, que debería ser un espacio de atracción para los
jóvenes que quieren y pueden dar mucho de su tiempo y talento para cambiar
nuestro presente y futuro, se vea tan devaluada por conductas tan inmaduras.
Que cada
uno saque sus conclusiones pero la mía es que tenemos que cambiar la cosas y
ese cambio sólo se puede dar si aprendemos a votar mejor. Hoy nos podemos
quejar, pero que no lo sigamos haciendo los próximos años depende de nosotros.
No basta el voto, es cierto, pero es el camino de poner gente decente donde hoy
están unos improvisados, aventureros e incapaces.
FUENTE: Alfonso
Baella Herrera
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