VENDERLE A LA IZQUIERDA EL «CHOQUE DE
CIVILIZACIONES»
El
semanario satírico francés Charlie Hebdo y la asociación feminista Prochoix,
después de hacerse de una identidad libertaria y de un público entre los
electores de izquierda, se han convertido en repetidores de las tesis
neoconservadoras sobre el «choque de civilizaciones». Ese rápido viraje les
permitió obtener apoyo institucional y mediático conservando al mismo tiempo
parte de su público. Hoy se dedican a venderle a la izquierda las políticas de
Washington y Tel Aviv, y arremeten
Ya se
sabía que los conceptos, al igual que la democracia o las libertades, pueden
ser desviados de su sentido para ponerlos al servicio de una política
imperialista [1]. Con sus discursos, George W. Bush se ha convertido en un
maestro en el arte de vaciar esas palabras de su contenido. Pero, debido al
odio de su administración por el concepto de laicismo [2], ésta se muestra
reacia a utilizar ese término para promover su política. Cuando más, se hablará
del desarrollo de sociedades «seculares» como uno de los objetivos, menores, de
la «democratización» del «Gran Medio Oriente».
En
cambio, para todo un sector de la población europea, y sobre todo en Francia,
el laicismo constituye un elemento determinante para la aprobación de una
política. Es sobre todo un modelo de organización social que sirve de barrera
al «choque de civilizaciones» [3]. Es por ello que, hoy en día, los partidarios
europeos de la administración Bush se han apoderado de ese concepto y lo han
desviado.
Cambiar
el sentido de las palabras
El
laicismo es una forma de organización social en que la Ley es fruto del debate
razonado del que se excluyen las convicciones de cada cual. Ese sistema
garantiza a cada cual la libertad de conciencia (lo cual incluye el derecho a
la apostasía y la blasfemia) y la paz civil para todos. Son escasos los Estados
que proclaman ese modelo, por lo que Francia aparece como una excepción. Sin
embargo, en este país el discurso político-mediático está atribuyendo al «laicismo»
un sentido diferente. El caso «sobre» el velo islámico en Francia ha sido un
elemento revelador de ello [4].
En aquel
momento asistimos al desarrollo de un discurso que convierte el laicismo no en
garantía de la coexistencia entre todos los ciudadanos, sea cual sea su
religión, sino en un medio de castigar a un sector específico de la población,
los musulmanes y, con ellos, a los franceses de origen árabe. La clase
dirigente francesa se niega a compartir el poder económico y político con esa parte
de la población. Fustigar el Islam es por consiguiente un medio de impedir que
los franceses de ascendencia árabe se inserten en las más altas esferas.
Esos
ataques se hacen más virulentos en la medida en que se asocian al discurso del
«choque de civilizaciones» [5]. La «defensa del laicismo» se transformó así en
la defensa de la supuesta identidad judeocristiana de Francia [6]. Ese discurso
presenta a los musulmanes como gente intrínsecamente hostil al laicismo y
afirma que impedir la afirmación política de los musulmanes y la reafirmación
de la identidad musulmana es el único medio de defender un laicismo ya
manipulado.
Para todo
un sector de la izquierda europea, el discurso que opone el mundo
judeocristiano al mundo musulmán carece del menor sentido. Formada en el
internacionalismo y los sentimientos laicos, no considera que la supuesta
identidad religiosa y cultural de un espacio geográfico sea un argumento que
justifique un enfrentamiento. Sin embargo, la manipulación del sentido de las
palabras «laicismo» o «República» se presenta, en ciertos medios identificados
como «de izquierda», bajo un aspecto que hace parecer aceptables las políticas
de Washington y Tel Aviv. Asistimos, en efecto, al creciente desarrollo de un
discurso según el cual un mundo arabo-musulmán supuestamente hostil a los
Derechos Humanos, al laicismo y a los derechos de la mujer se opone a un mundo
occidental que se autoproclama democrático, impregnado de los Derechos Humanos
y el laicismo, y supuestamente amenazado por el Islam.
Ese
discurso puede ser visto como una adaptación del concepto del «choque de
civilizaciones» a un lenguaje que permite sensibilizar con esas problemáticas a
los electores de izquierda y los movimientos de protesta. Por otro lado, al
diabolizar el Islam en su conjunto mediante asimilaciones de dudosa veracidad,
se presenta a las organizaciones musulmanas como medios con los que no se debe
mantener contacto y se impide la construcción de una amplia alianza
antiimperialista.
Washington
demostró en el pasado su particular interés por el control de los movimientos
contestatarios. Ese control se instrumentó mediante el financiamiento de
organizaciones del movimiento altermundista [7], pero el medio más sutil
consiste a menudo en imponer sus problemáticas, su vocabulario y fijar los
límites del debate en el seno mismo de los movimientos contestatarios. En
Francia, esa forma de actuar ha encontrado aliados, voluntarios o no pero
importantes, en la publicación Charlie Hebdo y la asociación Prochoix.
Charlie
Hebdo es un semanario de referencia para todo un sector de la izquierda radical
francesa. Fundado por Philippe Val en 1992, puede enorgullecerse de su
parentesco con Hara-Kiri y Charlie, publicaciones satíricas de los años 60 y
70. Su redactor-jefe, Philippe Val, es un ex «chansonnier» y humorista que goza
de aprecio en los medios alternativos. En los años 90 participó en la fundación
de la Red Voltaire, de la cual fue un efímero administrador, y de ATTAC
Francia. Sin embargo, se distanció poco a poco de las organizaciones
contestatarias aún cuando su revista conserve cierta influencia en esos medios.
Prochoix
es una organización feminista fundada en noviembre de 1997 por Fiammetta
Venner, Caroline Fourest y Moruni Turlot. Concentrada al principio en
cuestiones inherentes al derecho de la mujer y de los homosexuales ante los
movimientos religiosos y extremistas, esa organización publica una revista y se
encarga de promover obras de Fiammetta Venner y Caroline Fourest, sus
principales animadoras. Progresivamente, ésta y la propia asociación se han
dedicado a la lucha contra «el islamismo», noción cuya definición han extendido
ampliamente hasta abarcar un gran número de organizaciones musulmanas [8].
Fourest y Venner colaboran en Charlie Hebdo desde 2004.
En
Charlie Hebdo, Prochoix y en las publicaciones que dan la palabra a Val,
Fourest y Venner, podemos encontrar ahora una lectura esencialista del Islam,
opuesta a una visión trunca del laicismo, de la República y de los Derechos
Humanos. Según la visión de estos tres autores, los musulmanes franceses
quieren minar el modelo laico mediante provocaciones sucesivas y numerosas
organizaciones musulmanas francesas estarían ligadas a movimientos islamistas y
terroristas, lo cual hace de ellas grupos con los cuales las organizaciones de
izquierda deben evitar todo contacto.
La
aparición del «peligro islamista»
La
focalización de Charlie Hebdo en el supuesto peligro que representan los
movimientos musulmanes empezó a fines del año 2003. Anteriormente, esa
dimensión estaba mucho menos presente y se diluía en una animosidad global
contra todo tipo de creencia religiosa.
Sin
embargo, el 23 de octubre 2002, un artículo sorprendía ya a los lectores del
semanario. El filósofo Robert Misrahi, contribuyente regular de la publicación,
escribía en forma elogiosa sobre el libro La Rage et l’orgueil, el panfleto
racista antimusulmán de la periodista italiana Oriana Fallaci. Aunque esta
última comparaba la reproducción de los musulmanes que viven en Europa con la
de las ratas, el cronista afirmaba: «El libro y su autora han sido calumniados:
Oriana Fallaci no es racista.» [9]. Y agregaba: «Ella protesta también contra
la denegación de moda en la opinión europea, ya sea italiana o francesa, por
ejemplo. No se quiere ver ni condenar claramente que es el Islam el que
emprende una cruzada contra Occidente y no a la inversa. No se quiere ver que
los muy numerosos atentados, cometidos en todas partes del mundo, expresan
evidentemente una voluntad única y un proyecto común.» [10].
Se trata
presentar un Islam (y no solamente un islamismo) agresivo, en guerra con
Occidente y unido en un proyecto común con designios desconocidos. Palabras que
podría suscribir un Daniel Pipes [11], que tiene sin embargo la reputación de
situarse en el extremo opuesto del espectro político. A la semana siguiente, el
semanario publicaba protestas de lectores y la respuesta de la redacción hacía
pensar que algunos de sus propios periodistas no estaban precisamente
encantados por la publicación de aquella crónica. Robert Misrahi salió
rápidamente del equipo de Charlie Hebdo y aquello no fue, al parecer, un
incidente casual.
Todo
cambió a partir de octubre de 2003 y, más exactamente, del Forum Social Europeo
(FSE) de Saint-Denis, caracterizado por una polémica sobre la participación de
las organizaciones musulmanas. Primer encuentro de ese tipo después de la
invasión estadounidense a Irak, ese forum proporcionó a los movimientos
altermundistas y musulmanes la oportunidad de reunirse para emprender el debate
sobre el imperialismo.
A partir
del verano anterior a la reunión, la presencia anunciada de las organizaciones
musulmanas fue objeto de denuncia por parte de los círculos atlantistas. La
protesta se concentró en la posible llegada de Tariq Ramadan después de la
publicación de una tribuna de este intelectual sobre la actitud comunitarista
de ciertos intelectuales judíos franceses en su defensa a toda costa de la
política israelí [12].
En su
editorial del 5 de noviembre de 2003, Philippe Val se implicó a fondo contra la
presencia de Ramadan en el FSE [13]. A partir de ese momento, su revista se
orientó progresivamente hacia una denuncia sistemática del peligro islamista,
publicando frecuentemente caricaturas de musulmanes barbudos que maltratan a las
mujeres, son antisemitas e incitan a actos suicidas de terrorismo, algo que
sólo se veía antes en la prensa de extrema derecha.
Fue
también en ese período que Caroline Fourest y Fiammetta Venner publicaron Tirs
Croisés [14]. En la cubierta de ese título, se puede leer que «Desde el 11 de
septiembre de 2001, el mundo vive bajo la angustia del terrorismo musulmán. Ese
trauma no ha permitido una reflexión profunda sobre el origen de ese
terrorismo: el integrismo.
Cuando la
hizo, el mundo occidental trató de persuadirse de que solamente el Islam podía
suscitar la barbarie, lo que tiene la ventaja de tranquilizar y apoyar la tesis
del «choque de civilizaciones». (…) [Caroline Fourest y Fiammetta Venner]
aportan un mentís a esa ilusión demostrando que, en muchos puntos (…) el mundo
con el que sueñan los integristas musulmanes se parece como una gota de agua al
que predican los integristas cristianos y judíos.». Esa nota del editor es
engañosa. En realidad, lejos de ser un alegato por el laicismo, Tirs croisés está
elaborado para que el lector tenga la impresión de que, en todos los aspectos,
el integrismo musulmán es mucho más peligroso que los integrismos cristianos y
judíos. De esa forma, cada capítulo está construido para demostrar esa tesis y
más de la mitad del libro está dedicada solamente al integrismo musulmán. Las
autoras no lo disimulan: «Sería falso afirmar que el integrismo musulmán no
representa un importante riesgo. El islamismo ocupa efectivamente un lugar
destacado entre los integristas. Es actualmente el mejor ubicado para imponer
sus dictados y aterrorizar a quienes se le resisten.
Pero esa
fuerza no está ligada a una diferencia de fondo con sus homólogos judío y
cristiano. Ese excedente de nocividad no tiene nada que ver con la religión
sino con el uso de la religión como instrumento.» [15], «Al lado del integrismo
musulmán, los integrismos judío y cristiano parecen fenómenos marginales más
bien folklóricos y, en todo caso, sin consecuencias.» [16].
Si el
islamismo es el más peligroso de los integrismos, es a causa de sus
especificidades. De esa forma, si bien no tiene el monopolio de la violencia,
«es el único que tiene la ventaja de poseer un arsenal de bombas humanas» [17].
El hecho de que los integristas judíos gocen del apoyo de Tsahal para desarrollar
sus colonias en los territorios palestinos no se tiene en cuenta, como tampoco
los encantamientos de un Billy Graham cuya ONG llegó a Irak con las tropas
estadounidenses con el objetivo declarado de convertir a los pueblos
«liberados».
Para las
autoras, el islamismo dispone además de medios que lo hacen más peligroso que
los otros: «Su financiamiento goza, también, de una ausencia de límites» [18],
y es por consiguiente «susceptible de ser puesto al servicio de una empresa
terrorista.» [19]. Si bien los integrismos judíos y cristianos disponen de
abundantes fondos, estos provienen de la economía legal y están enmarcados por
reglas jurídicas. No es ese el caso del financiamiento islamista cuyo origen es
opaco y cuyo origen parece ser el crimen internacional.
En
realidad, según las autoras, el verdadero problema del integrismo musulmán
reside en que es la forma extrema de una religión que, al contrario del
cristianismo y el judaísmo, no se ha adaptado a la evolución del mundo actual
debido a que el mundo árabe es incapaz de evolucionar: «La falta de desarrollo
de ciertos países árabes y/o musulmanes está relacionada con su incapacidad de
[aceptar] el secularismo. Esos dos fenómenos se automantienen.» [20], «Por
rechazo a la hegemonía occidental, los únicos movimientos sociales realmente
populares no son guiados por el espíritu de las Luces sino que encuentran la
fuente de su radicalismo en el fundamentalismo musulmán, aunque eso implique
mantener el arcaísmo y el subdesarrollo que permitieron a Occidente consolidar
su hegemonía sobre Oriente.» [21]. Nos deslizamos así de la denuncia del
islamismo hacia la denuncia de toda una civilización en su conjunto.
Meses
después de la publicación de este libro, Fiammetta Venner emprenderá una activa
colaboración con Charlie Hebdo, mientras que Caroline Fourest escribirá
esporádicamente para ese semanario. Ambas tendrán entonces la oportunidad de
aplicar a la información diaria el punto de vista que defendieron en Tirs
croisés y escribirán regularmente artículos en los que denuncian el peligro
que, según ellas, representa el Islam para el modelo laico francés.
Seguidamente redactarán, esta vez por separado, dos libros: Frère Tariq [22] y
OPA sur l’Islam de France [23].
En esos
dos libros, las dos afinan aún mas su denuncia contra el islamismo.
Concentrándose en Tariq Ramadan y en la Unión de Organizaciones Islámicas de
Francia (UOIF), ambas ofrecen una imagen de un Islam conquistador deseoso de
destruir el laicismo francés y de doblegar la República para imponer sus
propias reglas. Así afirman, en esos dos ensayos (que contienen a veces
párrafos idénticos punto por punto), que son los musulmanes franceses quienes
volvieron a poner sobre la mesa el debate sobre el velo con la esperanza de
doblegar a la República mediante un paciente trabajo de zapa. A pesar de los
hechos, afirman que la legislación sobre el velo no es fruto de la manipulación
de Nicolas Sarkozy para retomar el asunto [24] e importar a Francia el «choque
de civilizaciones», sino que es una ley que se impone a Francia cuando este
país toma conciencia de la labor de zapa de los islamistas en su contra: «Al
principio, un 80% de los miembros de la Comisión Stasi son hostiles a la idea
de establecer una ley, pero las audiencias pronto los harán cambiar de opinión.
Durante
semanas, los medios y la opinión pública descubren, atónitos, la extensión de
los daños: mujeres que se niegan a que las atiendan médicos del sexo masculino
en nombre del «pudor islámico» en los servicios de urgencia, alumnos que
protestan cuando se habla de Voltaire o se aborda el evolucionismo, una alumna
que pregunta en qué dirección se encuentra la Meca para orar en plena clase.»
[25]. Ambas autoras criticarán a Nicolas Sarkozy, no por haber retomado el
debate sino por haberse mostrado, según ellas, demasiado complaciente con «el
islamismo».
Esta
presentación de los hechos será evidentemente retomada en Charlie Hebdo, que no
dejará pasar ni una ocasión de mostrar «barbudos» que obligan a mujeres a usar
el velo y transagreden las leyes de la República. Es esa la tesis que Philippe
Val defenderá en sus editoriales: «En definitiva, el velo no es más que un
instrumento estratégico para, mediante la humillación de la mujer, combatir la
igualdad en la escuela de la República.» [26].
A esa
visión del Islam en Francia se agrega, por supuesto, una imagen del terrorismo
forzosamente musulmán que Fiammetta Venner, Philippe Val y parte de la
redacción del semanario denunciarán en cada una de sus columnas. Esa nueva
orientación será una de las razones que mencionará el sociólogo Philippe
Corcuff al dejar la publicación satírica: «Charlie Hebdo se ha entregado
directamente a la fabricación de «conspiraciones» con los artículos de
Fiammetta Venner sobre el Islam. Recurriendo a la repetición de la amalgama
entre el Islam como religión, las diferentes corrientes del Islam político, el
integrismo y el terrorismo, Charlie Hebdo –fuera de algunos corajudos que
resistieron mediante la sutileza y la complicación– se enroló entonces en una
cruzada de la Civilización («europea») contra la Barbarie («musulmana»)» [27].
Luchar
contra la política árabe de Francia
Manteniendo
esa imagen del mundo musulmán, Charlie Hebdo lanzará regularmente ataques
contra la política de Francia hacia el mundo árabe. Para Fiammetta Venner, esta
política la dictan los musulmanes franceses. Incluso llega a acusar
implícitamente a la población francesa originaria del norte de África de haber
contribuido a la derrota de Lionel Jospin en la primera vuelta de la elección
presidencial de 2002 como represalia por haber hecho una revisión de esa
política: «El 5 de mayo de 2002, Jacques Chirac es reelecto presidente de la
República con más del 82% de los sufragios. (…) Esa misma noche, en la Plaza de
la República, decenas de miles de franceses se reúnen para expresar su alivio y
su alegría ante la tribuna de Chirac.
Muchos
son originarios del norte de África. Las cámaras inmortalizan esa muestra de apoyo
al candidato de la derecha, hombre conocido debido a su política exterior
proárabe, mientras que su adversario socialista Lionel Jospin fue apedreado en
Palestina por haber calificado a Hamas [28] de movimiento terrorista.» [29].
Ya que el
mundo árabe está poblado de teócratas y terroristas, y que es atávicamente
antisemita, Francia estaría deshonrándose al mantener relaciones cordiales con
los países que forman parte de él y con los grupos religiosos musulmanes. Esa
lectura de la diplomacia francesa se desarrollará en particular en los
artículos dedicados a los secuestros de periodistas franceses en Irak.
Para
empezar, para Charlie Hebdo no cabe la menor duda de que esos secuestros son
cosa de los islamistas [30], a menudo considerados miembros de la resistencia
iraquí.
Es así
que durante todo el cautiverio de la reportera de Libération, Florence Aubenas,
aparecían en la primera plana de Charlie dibujos que recordaban el secuestro de
la periodista en los que se veía casi siempre la imagen caricaturizada del
islamista (barba, túnica árabe típica, cuchillo o cinturón con explosivos,
sonrisa de vicioso).
En cuanto
a los casos, Charlie se interrogará constantemente sobre el papel de las
organizaciones de musulmanes franceses y los contactos que Francia tendría que
hacer para lograr la liberación de los periodistas.
Philippe
Val expresaría entonces su inquietud en cuanto a la movilización de los grupos
musulmanes a favor de la liberación de los rehenes: «Es cuando menos curioso
que las «autoridades del Islam» más radicales llamen a liberar a los rehenes
franceses. (…) Tariq Ramadan, evidentemente, aprovecha la oportunidad para
intervenir y haya que agradecerle algo. Los mollahs iraníes, Hamas, el
Hezbollah, la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia, teóricos
integristas como el muy influyente al-Qaradawi, muy popular entre los Hermanos
Musulmanes y animador de un programa en Al-Jazira, los salafistas del Consejo
para la Prédica, el jefe de éstos, Mehdi al-Sumeidai, uno de los dirigentes del
movimiento fundamentalista sunita, Fakri al-Qaissi, todos actúan, envían
emisarios, despliegan una intensa actividad secreta para tratar de salvar a los
dos periodistas franceses. Toda esa gente no hizo nunca lo más mínimo durante
otros secuestros.» [31].
La lista
de esos dirigentes y la manera de presentarlos y mezclarlos, aún tratándose a
veces de movimientos opuestos, se parece muchísimo a los artículos y libros de
Fiammetta Venner y Caroline Fourest. A modo de conclusión, Philippe Val se
pregunta: «Que los más decididos defensores de la shariah, que obedecen sin
embargo a jerarquías y tendencias diferentes, y algunos de los cuales son
inspiradores de atentados suicidas que nunca han criticado, estén hoy todos de
acuerdo en condenar esta toma de rehenes no puede menos que hacernos
reflexionar...» [32]. Para el redactor-jefe del semanario satírico, el que
secuestradores que se presentan como musulmanes rechacen los pedidos de
liberación de todas las autoridades musulmanas, cualesquiera que sean éstas, no
es sorprendente ni merece que uno se interrogue.
Lo que sí
le parece inquietante es lo que los grupos que se movilizan por la liberación
de los rehenes van a exigir a cambio. Lo que cuenta es lo que Francia se expone
a tener que aceptar a cambio de esa ayuda: los musulmanes son obligatoriamente
culpables, y aquellos que no lo son no pueden más que ser cómplices o
aprovecharse de la situación para sacar alguna ganancia política de la
situación.
Después
de la liberación de Christian Chesnot y Georges Malbrunot, la diplomacia
francesa no parecerá mejor desde el punto de vista de Charlie Hebdo y su
redactor-jefe. Después de pasar rápidamente sobre la alegría de volver a ver
con vida a los periodistas franceses, la inquietud sobre los compromisos que
Francia tuvo quizás que aceptar en ese asunto vuelve a la superficie: «¿Por qué
el pago de un rescate sería menos honorable que no se sabe qué negociación
secreta que convertir¬¬á a Francia en cómplice de no se sabe qué ejército
islámico de no se sabe dónde? ¿Quién es esa gente seducida por la política
árabe de Francia? ¿Acaso aquellos que matan tan fácilmente como respiran? »
[33].
Y llama
por tanto a los franceses a desconfiar del discurso oficial de su propio
Estado: «Como si Chirac y Raffarin no tuvieran más que un objetivo: que toda
Francia padezca el síndrome de Estocolmo y se ponga a dar gracias por la
existencia de terroristas islámicos lo suficientemente amables como para
liberar a nuestros periodistas y apreciar nuestra política exterior.».
Entonces
poco importa la liberación de los rehenes y poco importan las nebulosas que
rodean el secuestro. Lo único que importa es que Francia no debe mantener
vínculos con aquellos que los círculos atlantistas presentan como terroristas o
aliados de los terroristas. El redactor-jefe llegará aún más lejos la semana
siguiente en un artículo de supuesto análisis de la visión que tiene la
corriente altermundista del secuestro de Ingrid Betancourt. Al enumerar las
diferencias que podrían existir entre el secuestro de la senadora franco-colombiana
y el de los dos periodistas franceses según el punto de vista de aquellos que
él trata de estigmatizar, Philippe Val aprovecha para denunciar el
antisemitismo, según él intrínseco, de los países árabes: «[Christian Chesnot y
Georges Malbrunot] fueron secuestrados por terroristas islámicos que adoran
degollar occidentales, a no ser que sean franceses, porque la política árabe de
Francia tiene raíces profundas que se hunden hasta el régimen de Vichy, cuya
política antijudía era ya en aquel entonces, por defecto, una política árabe.»
[34].
La
política árabe de Francia estaría por tanto basada en una vieja tradición
antisemita. Peor aún, mediante esa política Francia estaría colaborando de
hecho con aquello que Estados Unidos y su repetidor de diplomacia pública
presentan como la peor amenaza de nuestra época: la adquisición de armas de
destrucción masiva por parte de los terroristas: «Gracias a Irán, que nos debe
su tecnología nuclear; gracias a Irak, que nos debe lo mismo, y gracias a un
montón más de países árabes a los que hemos entregado todo el material militar
necesario para avanzar hacia la democracia, tenemos amigos casi en todos los
lugares en que las redes de Bin Laden están explorando para abrir nuevos
estaciones de servicio.» [35].
Como puede
verse, el análisis que hace Charlie Hebdo de la política árabe de Francia se
basa a la vez en una visión peyorativa del mundo árabe musulmán y en las
orientaciones de la política exterior de la administración Bush. Eso no tiene
nada de raro dado que Philippe Val se había convertido ya en celoso
propagandista de la OTAN cuando la guerra de Kosovo. Así que no es sorprendente
que las políticas imperialistas de Washington y Tel Aviv sean juzgadas con
ambigüedad en las columnas del semanario y por parte de Prochoix.
Los
enemigos de mis enemigos son mis amigos
Ante
todo, se impone una precisión. No afirmo que los responsables de Charlie Hebdo
o de Prochoix escribieran artículos que hacen implícitamente la apología de la
política de Ariel Sharon o de George W. Bush. Ambos dirigentes son repulsivos a
los ojos de las opiniones occidentales y los dibujantes de Charlie Hebdo han
publicado a menudo caricaturas muy duras contra ellos. Hay que ver también que
el semanario satírico cuenta con varios redactores resueltamente antisionistas
[36].
Sin
embargo, se puede notar que muy a menudo, cuando no se les aplaude o, a veces,
se les condena, ambos dirigentes aparecen justificados, ignorados o se adoptan
las líneas esenciales de su propaganda. Así, no se encuentra en los editoriales
de Charlie Hebdo la misma violencia cuando se trata de denunciar los crímenes
de la Coalición en Irak y los que comete Tsahal en los territorios palestinos,
que cuando se trata del «peligro islamista» o de la diplomacia francesa hacia
el mundo musulmán. Lo mismo sucede en Prochoix, que dedica muchos más artículos
a estigmatizar el antisemitismo de los islamistas palestinos [37] que al racismo
entronizado por el Estado en Israel.
Los
redactores de Charlie que son fieles a Philippe Val, Fiammetta Venner y
Caroline Fourest integran regularmente a sus análisis los principales elementos
de la propaganda sionista. Según sus artículos, el problema regional central es
la ausencia de una contraparte árabe con la que se pueda llegar a la paz. Esa
orientación es también una de las razones que invocó Philippe Corcuff para
explicar su salida de Charlie Hebdo [38].
Así que,
según las fundadoras de Prochoix, los dirigentes de los países árabes utilizan
a Israel para mantenerse en el poder o para evitar introducir reformas en sus
regímenes y abrirse a la modernidad: «Para la mayoría de los pueblos del
Machrek o del Maghreb, el hecho de que Israel ocupe territorios en Palestina
sirve también a menudo de pretexto para dejar para más tarde la adaptación del
Islam a la evolución del mundo. Ese es, en todo caso, el argumento que dan
ciertos gobiernos dictatoriales para rechazar la democratización de sus
países.» [39].
Siguiendo
esa lógica, los países árabes no tienen ningún interés en llegar a la paz con
Israel, razón por la cual estimulan el terrorismo palestino de acuerdo con la
Autoridad Palestina: «El gobierno israelí puede vanagloriarse de desactivar las
bombas (de los integristas judíos) antes de que exploten (…) los Estados árabes
y la Autoridad Palestina no dan prueba de la misma determinación de disuadir a
sus conciudadanos de transformarse en bombas humanas.» [40].
Además de
su incapacidad para impedir los atentados, la Autoridad Palestina se ve acusada
de complicidad en la organización de los atentados: « A fuerza de educar a
generaciones enteras en el culto al martirio, ya sea en la escuela, en la
familia o durante los entierros, prometiendo constantemente una vida de ensueño
después de la muerte, la Autoridad Palestina se ve cada vez más confrontada a
fenómenos suicidas entre los niños» [41].
Encontramos
de nuevo esa denuncia contra la Autoridad Palestina del lado de Philippe Val
quien fustigará varias veces la actitud de Yaser Arafat, incluso antes de que
se produzca el gran virage antimusulmán de su revista a fines del año 2003:
«Actualmente, la totalidad de la prensa y de los medios franceses apoya a
Arafat, un poco como fue apoyado José Bové (…) Sharon y Arafat son dos
engranajes complementarios de la máquina que fabrica el miedo sobre el que se
basa el sometimiento voluntario de los pueblos.
Si Sharon
es culpable por dejarse arrastrar hacia lo irreparable, Arafat es culpable por
haber deseado y premeditado esa estrategia.» [42]. Señalemos que en este
fragmento, aunque se pone a Sharon y a Arafat en el mismo plano, es el
palestino quien aparece como responsable de la situación. El primer ministro
israelí solamente comete el error de reaccionar de forma indebida. Por su
parte, Fourest y Venner no vacilan en presentar a los palestinos como
responsables del desencadenamiento de la segunda Intifada [43]. Al hacerlo
olvidan que las primeras acciones violentas de los palestinos durante la
segunda Intifada fueron una reacción a la provocación de Ariel Sharon en la
Explanada de las Mezquitas.
Finalmente,
y de manera clásica, estos autores califican toda crítica a Israel de
antisemitismo. Señalemos, por ejemplo, que a Philippe Val le pareció
intolerable que un sondeo realizado a pedido de la Comisión Europea arrojara
que el 59% de los ciudadanos de la Unión Europea estimaba que Israel representa
una amenaza para la paz mundial [44].
Y,
retomando uno de los peores ejes de la propaganda sionista, acusa a quienes
critican la política colonial israelí de criptonegacionismo: «Llegamos al
momento absurdo en que la emoción suscitada por un ataque que debe ser
condenado –del ejército israelí en una zona palestina– permite ignorar la
memoria de las víctimas de los nazis» [45]. El redactor-jefe de Charlie Hebdo
se cuidará sin embargo de citar la menor frase demostrativa de su punto de
vista, pero ¿qué importa?
De forma
general, como se considera que el peligro principal en el plano internacional
es el Islam, toda política que anuncie como objetivo el combate contra el
terrorismo islámico encuentra circunstancias atenuantes. Tal es el caso del
presidente Ben Alí, según las animadoras de Prochoix. Contrariamente a otros
Estados, las autoras no presentarán a Túnez como una dictadura sino como una
«democracia oficial mantenida con mano de hierro por el ejército» [46]. En
realidad, en Túnez el ejército no desempeña un papel esencial y el poder se
apoya más bien en la policía. Pero esa situación política parece ser una
necesidad ya que «los movimientos islamistas amenazan aún un tímido proceso de
modernización» [47].
Ello
conduce a Caroline Fourest y Fiammetta Venner a condenar Reporteros Sin
Fronteras, culpable de haber hecho campaña por la liberación de Mohamed El
Hachmi, periodista tunecino condenado por delito de opinión, a quien ellas
acusan, al igual que el régimen de Túnez, de hacer la apología de la shariah.
Sin embargo, aunque las autoras se hayan hecho muy amigas de Antoine Sfeir
[48], no van tan lejos como este último, quien presenta a Túnez como un modelo
de democratización para el mundo árabe [49].
En vista
del adversario, hay que relativizar incluso el crimen que representa la
ocupación de Irak. Refiriéndose otra vez al secuestro de Christian Chesnot y
Georges Malbrunot, Philippe Val la emprendió contra lo que consideró como una
ingratitud francesa hacia las fuerzas de la Coalición que accedieron a
desempeñar un papel en la liberación de los periodistas franceses: «No hubo
tampoco ni una palabra sobre los estadounidenses y los ingleses, a pesar de que
éstos ocupan Irak. Fuimos allí, negociamos, hicimos ir y venir columnas de
carros, aterrizar y despegar aviones, pero ¿los estadounidenses no tienen nada
que ver con eso y no vieron nada?» [50]. En realidad, lo que de verdad le
parece inquietante a Philippe Val es que Occidente pueda dividirse ante la
amenaza islámica. ¿Qué importan los crímenes de la Coalición o los excesos
cometidos en nombre de la guerra contra el terrorismo? Lo importante es que
Europa siga siendo la aliada de Estados Unidos.
Es así
que, después que en un casete atribuido a Osama Bin Laden, una voz declarara
que ofrecía una «tregua» a los Estados que prometieran cesar los ataques a los
musulmanes, el redactor-jefe de Charlie Hebdo montaba en cólera: «Se dirige
primero a las poblaciones europeas que desprecia. Contando con su cobardía,
quiere convencerlas de que se doten de gobiernos que se mantengan pasivos
mientras que él asesina, por ejemplo, estadounidenses. Después se ocupará de
nosotros. Pero eso no lo dice. Espera que el estúpido medio prefiera creer lo
contrario, que prefiera hacer como si creyera lo contrario, en lo que le llega
el turno.» [51].
O sea, si
Europa no elige gobiernos que se enrolen en la guerra de Washington contra el
terrorismo, será una prueba de «cobardía». Nos encontramos ante la misma lógica
de los halcones que denunciaban la victoria del Partido Socialista Español en
las elecciones que siguieron a los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004.
Charlie Hebdo
llega incluso a denunciar como desertores a los europeos que tengan la audacia
de negarse a ver las cuestiones geopolíticas a través del prisma de Washington.
Después de haber sido, en otra época, una publicación libertaria, el semanario
llega incluso a exigir una política de control de las fronteras más estricta
para combatir el terrorismo. Es así que, bajo el título prudente y sutil de
«Barnier a-t-il fait entrer Ben Laden en France?» [¿Barnier hizo entrar a Ben
Laden en Francia?] [52], el periodista de Charlie Olivier Boulens protesta por
la entrada al territorio francés de 6 000 peregrinos que volvían de la Meca y
que, según él, no fueron sometidos a controles adecuados en el aeropuerto de
Riad: «En pleno plan Vigipirate y en momentos en que Francia aconseja a sus
ciudadanos abstenerse de toda estancia en el país wahhabita debido a un
«elevado riesgo de atentado terrorista», el gobierno no juzgó conveniente pedir
más garantías sobre esos aviones que pudieron entonces aterrizar en Francia a
pesar de las reglas de seguridad en vigor. París consideró sin duda que los
pasajeros estaban bajo la protección de sus frascos de agua santa de
Zemzem...». Como el peligro es enorme, los medios para combatirlo deben ser
importantes. Tanto peor si ello va en contra de las libertades públicas.
Es por
eso que, por su lado, Caroline Fourest denuncia la actitud de la Federación
Internacional de Derechos Humanos (FIDH) cuando ésta expresa inquietud ante los
procedimientos antiterroristas a que recurre el juez antiterrorista francés
Jean-Louis Bruguière [53], métodos que son, efectivamente, extremadamente
criticables: «La FIDH lucha desde hace años por lograr la disolución de la 14ª
sección antiterrorista de París del juez Bruguière, a la que denuncia como «una
máquina de fabricar «culpables» musulmanes haciendo pesar sobre éstos una
presunción de terrorismo».
Hay que
decir que no se trata de denunciar algunos excesos sino de acusar la lucha
contra el terrorismo en su conjunto de ser una inmensa cacería según el físico…
Palabras publicadas después del 11 de septiembre.» [54].
No se
trata más que de uno de los ataques contra la FIDH o contra la Liga de Derechos
Humanos que aparecen en Frère Tariq. Se acusa a ambas organizaciones de prestar
demasiada a atención a los casos de violación de los derechos de la gente de
origen árabe, combate obsoleto desde el 11 de septiembre de 2001, según la
autora.
La FIDH
no es el único blanco de la cólera de las fundadoras de Prochoix o de los
artículos de Charlie Hebdo. Asociarse a organizaciones musulmanas o poner en
tela de juicio las políticas imperialistas de la administración Bush que se
esconden tras la guerra contra el terrorismo es exponerse a ser presentado como
un enemigo, como un «islamo-izquierdista», un «rojo-pardo» u otro epíteto
lesivo a la credibilidad de quien lo recibe.
Los
amigos de mis enemigos son mis enemigos
Partiendo
de los terroristas islamistas, Prochoix y Charlie Hebdo han llegado a presentar
a todos los islamistas como personas increíblemente peligrosas y, seguidamente,
a todos los musulmanes antiimperialistas como cómplices de ese movimiento
integrista hipertrofiado. Ese método de acusación mediante asimilaciones
sucesivas es utilizado también con los grupos no musulmanes que se oponen a las
políticas atlantistas y sionistas, y que se asocian a grupos musulmanes. La
demonización sucesiva de esas organizaciones permite ridiculizar a cualquier
adversario político sin tener ni siquiera que tomar en cuenta sus argumentos o
su discurso, técnica que la Red Voltaire conoce bien por haberla sufrido en
carne propia.
Debido a
nuestra visión de la política internacional y de la importancia de los grandes
rejuegos estratégicos futuros, era evidente que la Red Voltaire no podía dejar
de convertirse en blanco de los ataque de Prochoix y de Charlie Hebdo. El libro
L’Effroyable Imposture cometía, en efecto, el pecado de «[rehabilitar]
parcialmente a los islamistas ya que, según argumentaba, ningún avión se había
estrellado contra el Pentágono y la lista de kamikazes a bordo del avión había
sido agregada posteriormente por el FBI (…). Uno se queda con la impresión de
que el gobierno estadounidense es extremadamente manipulador y finalmente casi
más peligroso que el islamismo» [55].
Philippe
Val irá más lejos aún durante un debate en el canal televisivo Arte el 13 de
abril de 2004 ya que presentará a quienes ponen en duda la versión oficial del
11 de septiembre como «criminales» comparables a los negacionistas [56].
Poner en
perspectiva el «peligro islamista» y desmontar el discurso dominante sobre los
atentados del 11 de septiembre y las políticas que ese crimen permitió
justificar nos convertía en un enemigo a eliminar. Por consiguiente, se dio un
tratamiento exclusivo a la Red Voltaire y a su presidente, Thierry Meyssan:
acusación de negacionismo, de paranoia y de antisemitismo a través de
caricaturas y de múltiples artículos, tantos que la lista sería demasiado
larga, e incluso la redacción de un libro cuyo objetivo era ensuciar la
reputación de Thierry Meyssan ofreciendo una lectura novelada de su biografía
[57]. Sin embargo, me parece interesante sobre todo analizar las acusaciones
sobre las simpatías islamistas atribuidas a la Red Voltaire, ya que esos
ataques son reveladores de cómo funciona el método de asimilaciones sucesivas
que utilizan Prochoix y Charlie Hebdo.
Mohamed
Bechari es un miembro electo del Consejo Francés del Culto Musulmán. Durante el
cautiverio de los rehenes Christian Chesnot y Georges Malbrunot, realizó una
gira por el mundo árabe y musulmán para recoger la mayor cantidad posible de
compromisos de dirigentes musulmanes a favor de la liberación de ambos
periodistas franceses.
Durante
esa gira, Bechari sostuvo un encuentro con el dirigente del Frente Islámico de
Salvación Argelino, exilado en Qatar, Abassi Madani. Este último había
emprendido una huelga de hambre en solidaridad con los rehenes franceses y, en
ese contexto, Bechari lo besó en la frente, gesto que fue fotografiado y que
Caroline Fourest condenó en su libro Frère Tariq [58], cosa que también hizo
Philippe Val en Charlie Hebdo. Poco a poco, se fue olvidando el contexto en que
fue tomada la foto y Bechari ya fue presentado solamente como el hombre que
besó a Abassi Madani. Al extremo de que cuando Voltaire publicó una tribuna de
Bechari, Prochoix vio en ello una prueba de las simpatías islamistas de la Red
Voltaire: «Mohamed Bechari, presidente de la Federación Nacional de Musulmanes
de Francia, acaba de publicar una tribuna en el diario Voltaire, que dirige
Thierry Meyssan, el hombre en cuya opinión ningún avión se estrelló contra el
Pentágono. En 2004, Mohamed Bechari escandalizó al público al retratarse
besando al líder del FIS, Abassi Madani.» [59].
Como
Abassi Madani es un islamista, Bechari es necesariamente un islamista y
Voltaire una publicación proislamista. Lo uno demuestra lo otro. El único
problema de ese razonamiento es que Bechari firmó en Voltaire una tribuna a
favor del laicismo, que él presenta como la verdadera fundación cultural de
Europa [60].
Es así,
sin tener en cuenta lo que se dice, que Prochoix y Charlie Hebdo se han hecho
un listado de personas con las que no se debe tener relación alguna y cuya
simple participación en un proyecto permite desacreditar todo el proyecto en su
conjunto. En esa lista están la Red Voltaire, Tariq Ramadan, los miembros de la
UOIF, de la FNMF, los participantes del sitio Oumma.Com y muchos otros [61].
Ese absurdo método de análisis conduce a veces a denuncias risibles ya que el
periodista del sitio sionista Proche-Orient.Info, Sylvain Attal, fue incluido
recientemente en una lista de personas que, según Prochoix, deben ser
condenadas por haber participado en el sitio Oumma.Com cuando lo que hizo fue
publicar una respuesta [62].
Sin
embargo, esas prácticas apuntan ante todo a los movimientos altermundistas que
se acercan a organizaciones musulmanas con vistas a construir una coalición
antiimperialista. Personalidades del movimiento altermundista fueron así
ridiculizadas por haber debatido con las figuras anteriormente diabolizadas por
las animadoras de Prochoix o en las columnas de Charlie.
Como esas
organizaciones no pueden ser estigmatizadas como islamistas, se les acusa de
ingenuidad o de antisemitismo. Philippe Val recurre de nuevo a la imagen de un
movimiento islamista amplio y manipulador que trabaja con un objetivo,
engañando a los tontos altermundistas: «Los intelectuales [islamistas] analizan
muy bien el fenómeno de pérdida de memoria de la sociedad occidental y la
próxima desaparición de las memorias vivas del periodo nazi. Sienten que ha
llegado su hora. Que quizás van a lograr, mediante el Islam, reagrupar el
resentimiento que siente todo el tercer mundo, y todos aquellos que, en las
sociedades occidentales, se sienten excluidos. Los payasos altermundistas (…)
hacen pensar en quienes seguían con fascinación los discursos del ayatolah
Khomeyni durante su exilio en Neauphle-le-Château.». [63].
Pero,
aunque denuncia una buena dosis de credulidad entre los altermundistas, el
cemento de la alianza entre las organizaciones musulmanas y los movimientos
contestatarios es el antisemitismo, punto de vista que comparte Prochoix. Y
afirman, refiriéndose a la conferencia de la ONU en Durban: «Organizada en
principio sobre el tema del racismo, la Conferencia Mundial de Durban de agosto
de 2001 quedará grabada como un momento en que ciertos militantes de extrema
izquierda se acercaron a los islamistas en nombre de la lucha contra el
americano-sionismo. Durante el discurso de Fidel Castro, en el forum de las
ONG, algunos activistas oyeron claramente algunos «Hill Jews» después de «Free
Palestine».» [64].
Esa
táctica de diabolización ha funcionado bien en ocasiones. Según el sitio
TouTEsEgaux.net [65], numerosos militantes podrían haber renunciado a participar
en la gran manifestación antirracista del 7 de noviembre de 2004 debido a una
advertencia de Philippe Val, quien afirmó tres días antes que «los que desfilen
el domingo, quiéranlo o no, marcharán por una defensa de las comunidades, de
sus costumbres, de sus hábitos, de sus creencias.
Los que
se nieguen a desfilar se quedarán en sus casas porque defienden un estatus
humano universal» [66]. La manifestación respondía sin embargo al llamado de la
LDH, del MRAP [67], de la CFDT, de la CGT, de la UNAS, de la FSU, de G10
Solidaires, de la Federación de Consejos de Padres de Alumnos y de la Liga de
la Enseñanza. La LICRA y SOS Racisme fueron los únicos que no se solidarizaron.
Para Philippe Val, participar en aquella manifestación contra todas las formas
de discriminación equivalía a asumir la «defensa de la libertad de exhibir
símbolos comunitarios y, principalmente, el velo –porque hay que llamarlo por
su nombre– [eso] es en realidad la defensa a la vez de una opresión de la mujer
y la importación de una visión étnica del conflicto israelo-palestino.» [68].
Militar
por los derechos de los musulmanes y contra la discriminación de la que son
víctimas sería olvidar que el verdadero problema es el antisemitismo y, por
tanto, dar prueba de complicidad con los islamistas que lo propagan: «El que un
antisemitismo musulmán que se expresa en Europa se esté fusionando con un viejo
antisemitismo europeo es un fenómeno que nos toma por sorpresa, ante el cual
nuestros contravenenos habituales –las diferentes asociaciones antirracistas–
se ven desarmadas al extremo de encontrarse en vías de implosión. Una de las
consecuencias es el deseo de algunos judíos de dejar Europa, si el fenómeno se
amplía.» [69].
Y si no
bastaran las acusaciones de antisemitismo, todavía cabe la posibilidad de
dedicarse a la desinformación pura. Por ejemplo, dando fe a rumores sobre un
posible superdespliegue de islamistas en el Forum Social Europeo (FSE) de
Londres. Eso fue lo que hizo Fiammetta Venner a propósito de una hipotética visita
de Yussef al-Qaradhawi, en un artículo intitulado «FSE: un autre jihad est
possible» [FSE: Otra jihad es posible] [70].
Apoyándose
en ese rumor, la periodista profetizaba la infiltración total de los islamistas
en el movimiento altermundista: «En medio de esa avalancha de debates
organizados en asociación con islamistas en el FSE de Londres se deslizó un
coloquio intitulado: «El movimiento islámico: ¿asociado o enemigo?» Al paso que
van las cosas, es posible imaginar ya la interrogante alrededor del próximo
FSE: «El movimiento laico: ¿amigo o enemigo?»»
Este
artículo será ampliamente criticado por el movimiento altermundista y Charlie
Hebdo se verá obligado a justificarse, con gran dificultad [71].
Este
asunto no es en sí más grave que todas las demás campañas de calumnias que han
emprendido Prochoix y Charlie Hebdo, aunque sí es revelador de la existencia de
una nueva tendencia. Cuando Charlie Hebdo fue puesto en el banquillo de los
acusados, recibió el apoyo de una parte de la prensa mainstream, ayuda con la
cual seguramente no habría podido contar hace algunos años.
La
legitimidad en el «sector informativo»
Cuando se
puso a Charlie y a Fiammetta Venner debido al artículo sobre el FSE de Londres,
la publicación y la autora encontraron apoyo en Claude Askolovitch, figura del
Nouvel Observateur y firme sostén de las responsables de Prochoix desde la
publicación de Tirs croisés. Invitado junto a Philippe Val al programa de
France Culture, Le Premier pouvoir, el 2 de octubre de 2004, Claude Askolovitch
felicitó al redactor-jefe del semanario satírico por la excelente investigación
realizada por Fiammetta Venner. El 21 de octubre de 2004, firma en su semanario
un artículo intitulado «Los izquierdistas de Alá» donde, al igual que Fiammetta
Venner, denuncia la influencia del islamismo en el movimiento altermundista.
Fustiga
también la presencia de Tariq Ramadan en el FSE citando el libro Frère Tariq de
Caroline Fourest, que acaba de aparecer en las librerías. Esta devolviendo la
moneda ya que su propio artículo «L’encombrant M. Ramadan» [72], escrito el año
anterior durante el FSE de Saint-Denis aparece citado varias veces en el libro
como referencia.
Claude
Askolovitch no esperó por Philippe Val, Caroline Fourest y Fiammetta Venner
para denunciar el «peligro islamista» y el «antisemitismo» de izquierda. El
periodista había denunciado antes el supuesto «antisemitismo» del investigador
Pascal Boniface luego que éste saliera de la dirección del Partido Socialista Francés
habiendo recomendado a dicho partido, sin éxito, que se distanciara de la
política de Israel.
Más
tarde, denunció el «antisemitismo» de Bernard Langlois, fundador de la revista
Politis, en el Nouvel Observateur del 14 de agosto de 2003, cuando éste último
salió en defensa de Boniface [73].
Imputaba
esa deriva antisemita al acercamiento del movimiento altermundista hacia las
organizaciones musulmanas [74].
La
temática de la infiltración islamista es retomada y amplificada a partir de
octubre de 2003 y de la participación de Tariq Ramadan en el FSE de Saint-Denis
[75].
La salida
a la venta de Tirs croisés llegará en el momento justo para esa campaña y
Claude Askolovitch multiplicará las referencias a ambas autoras en sus
artículos. El 7 de enero de 2004 dedica a Fourest y Venner una entrevista de
dos páginas en el Nouvel Observateur, el 22 de febrero se apoya en el trabajo
de éstas para fustigar el «islamo-izquierdismo» y las presenta como arquetipo
de la izquierda laica que lucha contra la infiltración islamista y hace, el 27
de mayo de 2004, un retrato elogioso de las dos animadoras de Prochoix.
Sin
embargo, Claude Askolovitch es un fuerte apoyo mediático para las dos autoras
pero no es el único. La reorientación de las problemáticas de Prochoix ha dado
a Caroline Fourest y Fiammetta Venner una aureola que no podían esperar antes
[76].
Philippe
Val se benefició también con la reorientación de la línea de su semanario.
Desde entonces se le invita regularmente a la televisión para embestir contra
la «amenaza islamista» y servir de justificación de izquierda a la condena de
los movimientos contestatarios.
Cosas
impensables hace algunos años, Philippe Val vio sus palabras recibir el aplauso
del ex primer ministro Raymond Barre durante un debate televisivo [77] y su
argumentación a favor del referéndum sobre el Tratado Constitucional Europeo
fue retomada por Bernard Henri Levy en su Bloc Note de Le Point [78]. Un
reconocimiento que el redactor-jefe de Charlie Hebdo deseaba ardientemente
puesto que en febrero de 2005 declaraba a la revista TOC: «La segunda cosa que
traté de hacer es legitimar el título a los ojos de la gente que constituyen el
sector de la información y con quienes mantengo relaciones cordiales. El
verdadero peligro para una publicación es el de ser marginal. Se puede tener
grandes ventas y ser marginal. A la inversa, un diario puede vender poco y ser
importante. Hay que aceptar ser minoritario y rechazar ser marginal.
Evidentemente, sólo se puede ser minoritario durante un tiempo, si no el mercado
te mata.».
Como lo
demuestra ese nuevo eco medi‡tico, Charlie Hebdo et Prochoix, se han
convertido hoy en los vectores, en el seno de los movimientos contestatarios,
de los prejuicios y las orientaciones geopolíticas de los medios de difusión
dominantes, ellos mismos ampliamente influidos por las problemáticas de
Washington.
Sus
artículos y obras sirven para disuadir a los movimientos contestatarios de
asociarse a los movimientos musulmanes, y de formar una coalición opuesta a los
políticos atlantistas y sionistas. Las evoluciones geopolíticas de los diez
últimos años han traído como consecuencia una reorientación por parte de un
sector de la izquierda francesa. No darse cuenta de ello y conservar a esos
grupos como referencia no es más que retrasar la constitución de un polo
antiimperialista.
FUENT: Cedric Housez
LECTURA PARA SER LEÍDA Y PARA SU DIFUSIÓN
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