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TRADUCCIÓN A OTROS IDIOMAS - TRANSLATION TO OTHER LANGUAGES

martes, 2 de junio de 2015

CHOQUE DE CIVILIZACIONES



VENDERLE A LA IZQUIERDA EL «CHOQUE DE CIVILIZACIONES»


El semanario satírico francés Charlie Hebdo y la asociación feminista Prochoix, después de hacerse de una identidad libertaria y de un público entre los electores de izquierda, se han convertido en repetidores de las tesis neoconservadoras sobre el «choque de civilizaciones». Ese rápido viraje les permitió obtener apoyo institucional y mediático conservando al mismo tiempo parte de su público. Hoy se dedican a venderle a la izquierda las políticas de Washington y Tel Aviv, y arremeten
Ya se sabía que los conceptos, al igual que la democracia o las libertades, pueden ser desviados de su sentido para ponerlos al servicio de una política imperialista [1]. Con sus discursos, George W. Bush se ha convertido en un maestro en el arte de vaciar esas palabras de su contenido. Pero, debido al odio de su administración por el concepto de laicismo [2], ésta se muestra reacia a utilizar ese término para promover su política. Cuando más, se hablará del desarrollo de sociedades «seculares» como uno de los objetivos, menores, de la «democratización» del «Gran Medio Oriente».

En cambio, para todo un sector de la población europea, y sobre todo en Francia, el laicismo constituye un elemento determinante para la aprobación de una política. Es sobre todo un modelo de organización social que sirve de barrera al «choque de civilizaciones» [3]. Es por ello que, hoy en día, los partidarios europeos de la administración Bush se han apoderado de ese concepto y lo han desviado.

Cambiar el sentido de las palabras

El laicismo es una forma de organización social en que la Ley es fruto del debate razonado del que se excluyen las convicciones de cada cual. Ese sistema garantiza a cada cual la libertad de conciencia (lo cual incluye el derecho a la apostasía y la blasfemia) y la paz civil para todos. Son escasos los Estados que proclaman ese modelo, por lo que Francia aparece como una excepción. Sin embargo, en este país el discurso político-mediático está atribuyendo al «laicismo» un sentido diferente. El caso «sobre» el velo islámico en Francia ha sido un elemento revelador de ello [4].

En aquel momento asistimos al desarrollo de un discurso que convierte el laicismo no en garantía de la coexistencia entre todos los ciudadanos, sea cual sea su religión, sino en un medio de castigar a un sector específico de la población, los musulmanes y, con ellos, a los franceses de origen árabe. La clase dirigente francesa se niega a compartir el poder económico y político con esa parte de la población. Fustigar el Islam es por consiguiente un medio de impedir que los franceses de ascendencia árabe se inserten en las más altas esferas.

Esos ataques se hacen más virulentos en la medida en que se asocian al discurso del «choque de civilizaciones» [5]. La «defensa del laicismo» se transformó así en la defensa de la supuesta identidad judeocristiana de Francia [6]. Ese discurso presenta a los musulmanes como gente intrínsecamente hostil al laicismo y afirma que impedir la afirmación política de los musulmanes y la reafirmación de la identidad musulmana es el único medio de defender un laicismo ya manipulado.

Para todo un sector de la izquierda europea, el discurso que opone el mundo judeocristiano al mundo musulmán carece del menor sentido. Formada en el internacionalismo y los sentimientos laicos, no considera que la supuesta identidad religiosa y cultural de un espacio geográfico sea un argumento que justifique un enfrentamiento. Sin embargo, la manipulación del sentido de las palabras «laicismo» o «República» se presenta, en ciertos medios identificados como «de izquierda», bajo un aspecto que hace parecer aceptables las políticas de Washington y Tel Aviv. Asistimos, en efecto, al creciente desarrollo de un discurso según el cual un mundo arabo-musulmán supuestamente hostil a los Derechos Humanos, al laicismo y a los derechos de la mujer se opone a un mundo occidental que se autoproclama democrático, impregnado de los Derechos Humanos y el laicismo, y supuestamente amenazado por el Islam.

Ese discurso puede ser visto como una adaptación del concepto del «choque de civilizaciones» a un lenguaje que permite sensibilizar con esas problemáticas a los electores de izquierda y los movimientos de protesta. Por otro lado, al diabolizar el Islam en su conjunto mediante asimilaciones de dudosa veracidad, se presenta a las organizaciones musulmanas como medios con los que no se debe mantener contacto y se impide la construcción de una amplia alianza antiimperialista.

Washington demostró en el pasado su particular interés por el control de los movimientos contestatarios. Ese control se instrumentó mediante el financiamiento de organizaciones del movimiento altermundista [7], pero el medio más sutil consiste a menudo en imponer sus problemáticas, su vocabulario y fijar los límites del debate en el seno mismo de los movimientos contestatarios. En Francia, esa forma de actuar ha encontrado aliados, voluntarios o no pero importantes, en la publicación Charlie Hebdo y la asociación Prochoix.

Charlie Hebdo es un semanario de referencia para todo un sector de la izquierda radical francesa. Fundado por Philippe Val en 1992, puede enorgullecerse de su parentesco con Hara-Kiri y Charlie, publicaciones satíricas de los años 60 y 70. Su redactor-jefe, Philippe Val, es un ex «chansonnier» y humorista que goza de aprecio en los medios alternativos. En los años 90 participó en la fundación de la Red Voltaire, de la cual fue un efímero administrador, y de ATTAC Francia. Sin embargo, se distanció poco a poco de las organizaciones contestatarias aún cuando su revista conserve cierta influencia en esos medios.

Prochoix es una organización feminista fundada en noviembre de 1997 por Fiammetta Venner, Caroline Fourest y Moruni Turlot. Concentrada al principio en cuestiones inherentes al derecho de la mujer y de los homosexuales ante los movimientos religiosos y extremistas, esa organización publica una revista y se encarga de promover obras de Fiammetta Venner y Caroline Fourest, sus principales animadoras. Progresivamente, ésta y la propia asociación se han dedicado a la lucha contra «el islamismo», noción cuya definición han extendido ampliamente hasta abarcar un gran número de organizaciones musulmanas [8]. Fourest y Venner colaboran en Charlie Hebdo desde 2004.

En Charlie Hebdo, Prochoix y en las publicaciones que dan la palabra a Val, Fourest y Venner, podemos encontrar ahora una lectura esencialista del Islam, opuesta a una visión trunca del laicismo, de la República y de los Derechos Humanos. Según la visión de estos tres autores, los musulmanes franceses quieren minar el modelo laico mediante provocaciones sucesivas y numerosas organizaciones musulmanas francesas estarían ligadas a movimientos islamistas y terroristas, lo cual hace de ellas grupos con los cuales las organizaciones de izquierda deben evitar todo contacto.

La aparición del «peligro islamista»

La focalización de Charlie Hebdo en el supuesto peligro que representan los movimientos musulmanes empezó a fines del año 2003. Anteriormente, esa dimensión estaba mucho menos presente y se diluía en una animosidad global contra todo tipo de creencia religiosa.

Sin embargo, el 23 de octubre 2002, un artículo sorprendía ya a los lectores del semanario. El filósofo Robert Misrahi, contribuyente regular de la publicación, escribía en forma elogiosa sobre el libro La Rage et l’orgueil, el panfleto racista antimusulmán de la periodista italiana Oriana Fallaci. Aunque esta última comparaba la reproducción de los musulmanes que viven en Europa con la de las ratas, el cronista afirmaba: «El libro y su autora han sido calumniados: Oriana Fallaci no es racista.» [9]. Y agregaba: «Ella protesta también contra la denegación de moda en la opinión europea, ya sea italiana o francesa, por ejemplo. No se quiere ver ni condenar claramente que es el Islam el que emprende una cruzada contra Occidente y no a la inversa. No se quiere ver que los muy numerosos atentados, cometidos en todas partes del mundo, expresan evidentemente una voluntad única y un proyecto común.» [10].

Se trata presentar un Islam (y no solamente un islamismo) agresivo, en guerra con Occidente y unido en un proyecto común con designios desconocidos. Palabras que podría suscribir un Daniel Pipes [11], que tiene sin embargo la reputación de situarse en el extremo opuesto del espectro político. A la semana siguiente, el semanario publicaba protestas de lectores y la respuesta de la redacción hacía pensar que algunos de sus propios periodistas no estaban precisamente encantados por la publicación de aquella crónica. Robert Misrahi salió rápidamente del equipo de Charlie Hebdo y aquello no fue, al parecer, un incidente casual.

Todo cambió a partir de octubre de 2003 y, más exactamente, del Forum Social Europeo (FSE) de Saint-Denis, caracterizado por una polémica sobre la participación de las organizaciones musulmanas. Primer encuentro de ese tipo después de la invasión estadounidense a Irak, ese forum proporcionó a los movimientos altermundistas y musulmanes la oportunidad de reunirse para emprender el debate sobre el imperialismo.

A partir del verano anterior a la reunión, la presencia anunciada de las organizaciones musulmanas fue objeto de denuncia por parte de los círculos atlantistas. La protesta se concentró en la posible llegada de Tariq Ramadan después de la publicación de una tribuna de este intelectual sobre la actitud comunitarista de ciertos intelectuales judíos franceses en su defensa a toda costa de la política israelí [12].

En su editorial del 5 de noviembre de 2003, Philippe Val se implicó a fondo contra la presencia de Ramadan en el FSE [13]. A partir de ese momento, su revista se orientó progresivamente hacia una denuncia sistemática del peligro islamista, publicando frecuentemente caricaturas de musulmanes barbudos que maltratan a las mujeres, son antisemitas e incitan a actos suicidas de terrorismo, algo que sólo se veía antes en la prensa de extrema derecha.

Fue también en ese período que Caroline Fourest y Fiammetta Venner publicaron Tirs Croisés [14]. En la cubierta de ese título, se puede leer que «Desde el 11 de septiembre de 2001, el mundo vive bajo la angustia del terrorismo musulmán. Ese trauma no ha permitido una reflexión profunda sobre el origen de ese terrorismo: el integrismo.

Cuando la hizo, el mundo occidental trató de persuadirse de que solamente el Islam podía suscitar la barbarie, lo que tiene la ventaja de tranquilizar y apoyar la tesis del «choque de civilizaciones». (…) [Caroline Fourest y Fiammetta Venner] aportan un mentís a esa ilusión demostrando que, en muchos puntos (…) el mundo con el que sueñan los integristas musulmanes se parece como una gota de agua al que predican los integristas cristianos y judíos.». Esa nota del editor es engañosa. En realidad, lejos de ser un alegato por el laicismo, Tirs croisés está elaborado para que el lector tenga la impresión de que, en todos los aspectos, el integrismo musulmán es mucho más peligroso que los integrismos cristianos y judíos. De esa forma, cada capítulo está construido para demostrar esa tesis y más de la mitad del libro está dedicada solamente al integrismo musulmán. Las autoras no lo disimulan: «Sería falso afirmar que el integrismo musulmán no representa un importante riesgo. El islamismo ocupa efectivamente un lugar destacado entre los integristas. Es actualmente el mejor ubicado para imponer sus dictados y aterrorizar a quienes se le resisten.

Pero esa fuerza no está ligada a una diferencia de fondo con sus homólogos judío y cristiano. Ese excedente de nocividad no tiene nada que ver con la religión sino con el uso de la religión como instrumento.» [15], «Al lado del integrismo musulmán, los integrismos judío y cristiano parecen fenómenos marginales más bien folklóricos y, en todo caso, sin consecuencias.» [16].
Si el islamismo es el más peligroso de los integrismos, es a causa de sus especificidades. De esa forma, si bien no tiene el monopolio de la violencia, «es el único que tiene la ventaja de poseer un arsenal de bombas humanas» [17]. El hecho de que los integristas judíos gocen del apoyo de Tsahal para desarrollar sus colonias en los territorios palestinos no se tiene en cuenta, como tampoco los encantamientos de un Billy Graham cuya ONG llegó a Irak con las tropas estadounidenses con el objetivo declarado de convertir a los pueblos «liberados».

Para las autoras, el islamismo dispone además de medios que lo hacen más peligroso que los otros: «Su financiamiento goza, también, de una ausencia de límites» [18], y es por consiguiente «susceptible de ser puesto al servicio de una empresa terrorista.» [19]. Si bien los integrismos judíos y cristianos disponen de abundantes fondos, estos provienen de la economía legal y están enmarcados por reglas jurídicas. No es ese el caso del financiamiento islamista cuyo origen es opaco y cuyo origen parece ser el crimen internacional.

En realidad, según las autoras, el verdadero problema del integrismo musulmán reside en que es la forma extrema de una religión que, al contrario del cristianismo y el judaísmo, no se ha adaptado a la evolución del mundo actual debido a que el mundo árabe es incapaz de evolucionar: «La falta de desarrollo de ciertos países árabes y/o musulmanes está relacionada con su incapacidad de [aceptar] el secularismo. Esos dos fenómenos se automantienen.» [20], «Por rechazo a la hegemonía occidental, los únicos movimientos sociales realmente populares no son guiados por el espíritu de las Luces sino que encuentran la fuente de su radicalismo en el fundamentalismo musulmán, aunque eso implique mantener el arcaísmo y el subdesarrollo que permitieron a Occidente consolidar su hegemonía sobre Oriente.» [21]. Nos deslizamos así de la denuncia del islamismo hacia la denuncia de toda una civilización en su conjunto.

Meses después de la publicación de este libro, Fiammetta Venner emprenderá una activa colaboración con Charlie Hebdo, mientras que Caroline Fourest escribirá esporádicamente para ese semanario. Ambas tendrán entonces la oportunidad de aplicar a la información diaria el punto de vista que defendieron en Tirs croisés y escribirán regularmente artículos en los que denuncian el peligro que, según ellas, representa el Islam para el modelo laico francés. Seguidamente redactarán, esta vez por separado, dos libros: Frère Tariq [22] y OPA sur l’Islam de France [23].

En esos dos libros, las dos afinan aún mas su denuncia contra el islamismo. Concentrándose en Tariq Ramadan y en la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF), ambas ofrecen una imagen de un Islam conquistador deseoso de destruir el laicismo francés y de doblegar la República para imponer sus propias reglas. Así afirman, en esos dos ensayos (que contienen a veces párrafos idénticos punto por punto), que son los musulmanes franceses quienes volvieron a poner sobre la mesa el debate sobre el velo con la esperanza de doblegar a la República mediante un paciente trabajo de zapa. A pesar de los hechos, afirman que la legislación sobre el velo no es fruto de la manipulación de Nicolas Sarkozy para retomar el asunto [24] e importar a Francia el «choque de civilizaciones», sino que es una ley que se impone a Francia cuando este país toma conciencia de la labor de zapa de los islamistas en su contra: «Al principio, un 80% de los miembros de la Comisión Stasi son hostiles a la idea de establecer una ley, pero las audiencias pronto los harán cambiar de opinión.

Durante semanas, los medios y la opinión pública descubren, atónitos, la extensión de los daños: mujeres que se niegan a que las atiendan médicos del sexo masculino en nombre del «pudor islámico» en los servicios de urgencia, alumnos que protestan cuando se habla de Voltaire o se aborda el evolucionismo, una alumna que pregunta en qué dirección se encuentra la Meca para orar en plena clase.» [25]. Ambas autoras criticarán a Nicolas Sarkozy, no por haber retomado el debate sino por haberse mostrado, según ellas, demasiado complaciente con «el islamismo».

Esta presentación de los hechos será evidentemente retomada en Charlie Hebdo, que no dejará pasar ni una ocasión de mostrar «barbudos» que obligan a mujeres a usar el velo y transagreden las leyes de la República. Es esa la tesis que Philippe Val defenderá en sus editoriales: «En definitiva, el velo no es más que un instrumento estratégico para, mediante la humillación de la mujer, combatir la igualdad en la escuela de la República.» [26].

A esa visión del Islam en Francia se agrega, por supuesto, una imagen del terrorismo forzosamente musulmán que Fiammetta Venner, Philippe Val y parte de la redacción del semanario denunciarán en cada una de sus columnas. Esa nueva orientación será una de las razones que mencionará el sociólogo Philippe Corcuff al dejar la publicación satírica: «Charlie Hebdo se ha entregado directamente a la fabricación de «conspiraciones» con los artículos de Fiammetta Venner sobre el Islam. Recurriendo a la repetición de la amalgama entre el Islam como religión, las diferentes corrientes del Islam político, el integrismo y el terrorismo, Charlie Hebdo –fuera de algunos corajudos que resistieron mediante la sutileza y la complicación– se enroló entonces en una cruzada de la Civilización («europea») contra la Barbarie («musulmana»)» [27].

Luchar contra la política árabe de Francia

Manteniendo esa imagen del mundo musulmán, Charlie Hebdo lanzará regularmente ataques contra la política de Francia hacia el mundo árabe. Para Fiammetta Venner, esta política la dictan los musulmanes franceses. Incluso llega a acusar implícitamente a la población francesa originaria del norte de África de haber contribuido a la derrota de Lionel Jospin en la primera vuelta de la elección presidencial de 2002 como represalia por haber hecho una revisión de esa política: «El 5 de mayo de 2002, Jacques Chirac es reelecto presidente de la República con más del 82% de los sufragios. (…) Esa misma noche, en la Plaza de la República, decenas de miles de franceses se reúnen para expresar su alivio y su alegría ante la tribuna de Chirac.

Muchos son originarios del norte de África. Las cámaras inmortalizan esa muestra de apoyo al candidato de la derecha, hombre conocido debido a su política exterior proárabe, mientras que su adversario socialista Lionel Jospin fue apedreado en Palestina por haber calificado a Hamas [28] de movimiento terrorista.» [29].

Ya que el mundo árabe está poblado de teócratas y terroristas, y que es atávicamente antisemita, Francia estaría deshonrándose al mantener relaciones cordiales con los países que forman parte de él y con los grupos religiosos musulmanes. Esa lectura de la diplomacia francesa se desarrollará en particular en los artículos dedicados a los secuestros de periodistas franceses en Irak.

Para empezar, para Charlie Hebdo no cabe la menor duda de que esos secuestros son cosa de los islamistas [30], a menudo considerados miembros de la resistencia iraquí.

Es así que durante todo el cautiverio de la reportera de Libération, Florence Aubenas, aparecían en la primera plana de Charlie dibujos que recordaban el secuestro de la periodista en los que se veía casi siempre la imagen caricaturizada del islamista (barba, túnica árabe típica, cuchillo o cinturón con explosivos, sonrisa de vicioso).

En cuanto a los casos, Charlie se interrogará constantemente sobre el papel de las organizaciones de musulmanes franceses y los contactos que Francia tendría que hacer para lograr la liberación de los periodistas.
Philippe Val expresaría entonces su inquietud en cuanto a la movilización de los grupos musulmanes a favor de la liberación de los rehenes: «Es cuando menos curioso que las «autoridades del Islam» más radicales llamen a liberar a los rehenes franceses. (…) Tariq Ramadan, evidentemente, aprovecha la oportunidad para intervenir y haya que agradecerle algo. Los mollahs iraníes, Hamas, el Hezbollah, la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia, teóricos integristas como el muy influyente al-Qaradawi, muy popular entre los Hermanos Musulmanes y animador de un programa en Al-Jazira, los salafistas del Consejo para la Prédica, el jefe de éstos, Mehdi al-Sumeidai, uno de los dirigentes del movimiento fundamentalista sunita, Fakri al-Qaissi, todos actúan, envían emisarios, despliegan una intensa actividad secreta para tratar de salvar a los dos periodistas franceses. Toda esa gente no hizo nunca lo más mínimo durante otros secuestros.» [31].

La lista de esos dirigentes y la manera de presentarlos y mezclarlos, aún tratándose a veces de movimientos opuestos, se parece muchísimo a los artículos y libros de Fiammetta Venner y Caroline Fourest. A modo de conclusión, Philippe Val se pregunta: «Que los más decididos defensores de la shariah, que obedecen sin embargo a jerarquías y tendencias diferentes, y algunos de los cuales son inspiradores de atentados suicidas que nunca han criticado, estén hoy todos de acuerdo en condenar esta toma de rehenes no puede menos que hacernos reflexionar...» [32]. Para el redactor-jefe del semanario satírico, el que secuestradores que se presentan como musulmanes rechacen los pedidos de liberación de todas las autoridades musulmanas, cualesquiera que sean éstas, no es sorprendente ni merece que uno se interrogue.

Lo que sí le parece inquietante es lo que los grupos que se movilizan por la liberación de los rehenes van a exigir a cambio. Lo que cuenta es lo que Francia se expone a tener que aceptar a cambio de esa ayuda: los musulmanes son obligatoriamente culpables, y aquellos que no lo son no pueden más que ser cómplices o aprovecharse de la situación para sacar alguna ganancia política de la situación.

Después de la liberación de Christian Chesnot y Georges Malbrunot, la diplomacia francesa no parecerá mejor desde el punto de vista de Charlie Hebdo y su redactor-jefe. Después de pasar rápidamente sobre la alegría de volver a ver con vida a los periodistas franceses, la inquietud sobre los compromisos que Francia tuvo quizás que aceptar en ese asunto vuelve a la superficie: «¿Por qué el pago de un rescate sería menos honorable que no se sabe qué negociación secreta que convertir¬¬á a Francia en cómplice de no se sabe qué ejército islámico de no se sabe dónde? ¿Quién es esa gente seducida por la política árabe de Francia? ¿Acaso aquellos que matan tan fácilmente como respiran? » [33].

Y llama por tanto a los franceses a desconfiar del discurso oficial de su propio Estado: «Como si Chirac y Raffarin no tuvieran más que un objetivo: que toda Francia padezca el síndrome de Estocolmo y se ponga a dar gracias por la existencia de terroristas islámicos lo suficientemente amables como para liberar a nuestros periodistas y apreciar nuestra política exterior.».

Entonces poco importa la liberación de los rehenes y poco importan las nebulosas que rodean el secuestro. Lo único que importa es que Francia no debe mantener vínculos con aquellos que los círculos atlantistas presentan como terroristas o aliados de los terroristas. El redactor-jefe llegará aún más lejos la semana siguiente en un artículo de supuesto análisis de la visión que tiene la corriente altermundista del secuestro de Ingrid Betancourt. Al enumerar las diferencias que podrían existir entre el secuestro de la senadora franco-colombiana y el de los dos periodistas franceses según el punto de vista de aquellos que él trata de estigmatizar, Philippe Val aprovecha para denunciar el antisemitismo, según él intrínseco, de los países árabes: «[Christian Chesnot y Georges Malbrunot] fueron secuestrados por terroristas islámicos que adoran degollar occidentales, a no ser que sean franceses, porque la política árabe de Francia tiene raíces profundas que se hunden hasta el régimen de Vichy, cuya política antijudía era ya en aquel entonces, por defecto, una política árabe.» [34].

La política árabe de Francia estaría por tanto basada en una vieja tradición antisemita. Peor aún, mediante esa política Francia estaría colaborando de hecho con aquello que Estados Unidos y su repetidor de diplomacia pública presentan como la peor amenaza de nuestra época: la adquisición de armas de destrucción masiva por parte de los terroristas: «Gracias a Irán, que nos debe su tecnología nuclear; gracias a Irak, que nos debe lo mismo, y gracias a un montón más de países árabes a los que hemos entregado todo el material militar necesario para avanzar hacia la democracia, tenemos amigos casi en todos los lugares en que las redes de Bin Laden están explorando para abrir nuevos estaciones de servicio.» [35].

Como puede verse, el análisis que hace Charlie Hebdo de la política árabe de Francia se basa a la vez en una visión peyorativa del mundo árabe musulmán y en las orientaciones de la política exterior de la administración Bush. Eso no tiene nada de raro dado que Philippe Val se había convertido ya en celoso propagandista de la OTAN cuando la guerra de Kosovo. Así que no es sorprendente que las políticas imperialistas de Washington y Tel Aviv sean juzgadas con ambigüedad en las columnas del semanario y por parte de Prochoix.

Los enemigos de mis enemigos son mis amigos

Ante todo, se impone una precisión. No afirmo que los responsables de Charlie Hebdo o de Prochoix escribieran artículos que hacen implícitamente la apología de la política de Ariel Sharon o de George W. Bush. Ambos dirigentes son repulsivos a los ojos de las opiniones occidentales y los dibujantes de Charlie Hebdo han publicado a menudo caricaturas muy duras contra ellos. Hay que ver también que el semanario satírico cuenta con varios redactores resueltamente antisionistas [36].

Sin embargo, se puede notar que muy a menudo, cuando no se les aplaude o, a veces, se les condena, ambos dirigentes aparecen justificados, ignorados o se adoptan las líneas esenciales de su propaganda. Así, no se encuentra en los editoriales de Charlie Hebdo la misma violencia cuando se trata de denunciar los crímenes de la Coalición en Irak y los que comete Tsahal en los territorios palestinos, que cuando se trata del «peligro islamista» o de la diplomacia francesa hacia el mundo musulmán. Lo mismo sucede en Prochoix, que dedica muchos más artículos a estigmatizar el antisemitismo de los islamistas palestinos [37] que al racismo entronizado por el Estado en Israel.

Los redactores de Charlie que son fieles a Philippe Val, Fiammetta Venner y Caroline Fourest integran regularmente a sus análisis los principales elementos de la propaganda sionista. Según sus artículos, el problema regional central es la ausencia de una contraparte árabe con la que se pueda llegar a la paz. Esa orientación es también una de las razones que invocó Philippe Corcuff para explicar su salida de Charlie Hebdo [38].

Así que, según las fundadoras de Prochoix, los dirigentes de los países árabes utilizan a Israel para mantenerse en el poder o para evitar introducir reformas en sus regímenes y abrirse a la modernidad: «Para la mayoría de los pueblos del Machrek o del Maghreb, el hecho de que Israel ocupe territorios en Palestina sirve también a menudo de pretexto para dejar para más tarde la adaptación del Islam a la evolución del mundo. Ese es, en todo caso, el argumento que dan ciertos gobiernos dictatoriales para rechazar la democratización de sus países.» [39].

Siguiendo esa lógica, los países árabes no tienen ningún interés en llegar a la paz con Israel, razón por la cual estimulan el terrorismo palestino de acuerdo con la Autoridad Palestina: «El gobierno israelí puede vanagloriarse de desactivar las bombas (de los integristas judíos) antes de que exploten (…) los Estados árabes y la Autoridad Palestina no dan prueba de la misma determinación de disuadir a sus conciudadanos de transformarse en bombas humanas.» [40].

Además de su incapacidad para impedir los atentados, la Autoridad Palestina se ve acusada de complicidad en la organización de los atentados: « A fuerza de educar a generaciones enteras en el culto al martirio, ya sea en la escuela, en la familia o durante los entierros, prometiendo constantemente una vida de ensueño después de la muerte, la Autoridad Palestina se ve cada vez más confrontada a fenómenos suicidas entre los niños» [41].

Encontramos de nuevo esa denuncia contra la Autoridad Palestina del lado de Philippe Val quien fustigará varias veces la actitud de Yaser Arafat, incluso antes de que se produzca el gran virage antimusulmán de su revista a fines del año 2003: «Actualmente, la totalidad de la prensa y de los medios franceses apoya a Arafat, un poco como fue apoyado José Bové (…) Sharon y Arafat son dos engranajes complementarios de la máquina que fabrica el miedo sobre el que se basa el sometimiento voluntario de los pueblos.

Si Sharon es culpable por dejarse arrastrar hacia lo irreparable, Arafat es culpable por haber deseado y premeditado esa estrategia.» [42]. Señalemos que en este fragmento, aunque se pone a Sharon y a Arafat en el mismo plano, es el palestino quien aparece como responsable de la situación. El primer ministro israelí solamente comete el error de reaccionar de forma indebida. Por su parte, Fourest y Venner no vacilan en presentar a los palestinos como responsables del desencadenamiento de la segunda Intifada [43]. Al hacerlo olvidan que las primeras acciones violentas de los palestinos durante la segunda Intifada fueron una reacción a la provocación de Ariel Sharon en la Explanada de las Mezquitas.

Finalmente, y de manera clásica, estos autores califican toda crítica a Israel de antisemitismo. Señalemos, por ejemplo, que a Philippe Val le pareció intolerable que un sondeo realizado a pedido de la Comisión Europea arrojara que el 59% de los ciudadanos de la Unión Europea estimaba que Israel representa una amenaza para la paz mundial [44].

Y, retomando uno de los peores ejes de la propaganda sionista, acusa a quienes critican la política colonial israelí de criptonegacionismo: «Llegamos al momento absurdo en que la emoción suscitada por un ataque que debe ser condenado –del ejército israelí en una zona palestina– permite ignorar la memoria de las víctimas de los nazis» [45]. El redactor-jefe de Charlie Hebdo se cuidará sin embargo de citar la menor frase demostrativa de su punto de vista, pero ¿qué importa?

De forma general, como se considera que el peligro principal en el plano internacional es el Islam, toda política que anuncie como objetivo el combate contra el terrorismo islámico encuentra circunstancias atenuantes. Tal es el caso del presidente Ben Alí, según las animadoras de Prochoix. Contrariamente a otros Estados, las autoras no presentarán a Túnez como una dictadura sino como una «democracia oficial mantenida con mano de hierro por el ejército» [46]. En realidad, en Túnez el ejército no desempeña un papel esencial y el poder se apoya más bien en la policía. Pero esa situación política parece ser una necesidad ya que «los movimientos islamistas amenazan aún un tímido proceso de modernización» [47].

Ello conduce a Caroline Fourest y Fiammetta Venner a condenar Reporteros Sin Fronteras, culpable de haber hecho campaña por la liberación de Mohamed El Hachmi, periodista tunecino condenado por delito de opinión, a quien ellas acusan, al igual que el régimen de Túnez, de hacer la apología de la shariah. Sin embargo, aunque las autoras se hayan hecho muy amigas de Antoine Sfeir [48], no van tan lejos como este último, quien presenta a Túnez como un modelo de democratización para el mundo árabe [49].

En vista del adversario, hay que relativizar incluso el crimen que representa la ocupación de Irak. Refiriéndose otra vez al secuestro de Christian Chesnot y Georges Malbrunot, Philippe Val la emprendió contra lo que consideró como una ingratitud francesa hacia las fuerzas de la Coalición que accedieron a desempeñar un papel en la liberación de los periodistas franceses: «No hubo tampoco ni una palabra sobre los estadounidenses y los ingleses, a pesar de que éstos ocupan Irak. Fuimos allí, negociamos, hicimos ir y venir columnas de carros, aterrizar y despegar aviones, pero ¿los estadounidenses no tienen nada que ver con eso y no vieron nada?» [50]. En realidad, lo que de verdad le parece inquietante a Philippe Val es que Occidente pueda dividirse ante la amenaza islámica. ¿Qué importan los crímenes de la Coalición o los excesos cometidos en nombre de la guerra contra el terrorismo? Lo importante es que Europa siga siendo la aliada de Estados Unidos.

Es así que, después que en un casete atribuido a Osama Bin Laden, una voz declarara que ofrecía una «tregua» a los Estados que prometieran cesar los ataques a los musulmanes, el redactor-jefe de Charlie Hebdo montaba en cólera: «Se dirige primero a las poblaciones europeas que desprecia. Contando con su cobardía, quiere convencerlas de que se doten de gobiernos que se mantengan pasivos mientras que él asesina, por ejemplo, estadounidenses. Después se ocupará de nosotros. Pero eso no lo dice. Espera que el estúpido medio prefiera creer lo contrario, que prefiera hacer como si creyera lo contrario, en lo que le llega el turno.» [51].

O sea, si Europa no elige gobiernos que se enrolen en la guerra de Washington contra el terrorismo, será una prueba de «cobardía». Nos encontramos ante la misma lógica de los halcones que denunciaban la victoria del Partido Socialista Español en las elecciones que siguieron a los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004.

Charlie Hebdo llega incluso a denunciar como desertores a los europeos que tengan la audacia de negarse a ver las cuestiones geopolíticas a través del prisma de Washington. Después de haber sido, en otra época, una publicación libertaria, el semanario llega incluso a exigir una política de control de las fronteras más estricta para combatir el terrorismo. Es así que, bajo el título prudente y sutil de «Barnier a-t-il fait entrer Ben Laden en France?» [¿Barnier hizo entrar a Ben Laden en Francia?] [52], el periodista de Charlie Olivier Boulens protesta por la entrada al territorio francés de 6 000 peregrinos que volvían de la Meca y que, según él, no fueron sometidos a controles adecuados en el aeropuerto de Riad: «En pleno plan Vigipirate y en momentos en que Francia aconseja a sus ciudadanos abstenerse de toda estancia en el país wahhabita debido a un «elevado riesgo de atentado terrorista», el gobierno no juzgó conveniente pedir más garantías sobre esos aviones que pudieron entonces aterrizar en Francia a pesar de las reglas de seguridad en vigor. París consideró sin duda que los pasajeros estaban bajo la protección de sus frascos de agua santa de Zemzem...». Como el peligro es enorme, los medios para combatirlo deben ser importantes. Tanto peor si ello va en contra de las libertades públicas.

Es por eso que, por su lado, Caroline Fourest denuncia la actitud de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) cuando ésta expresa inquietud ante los procedimientos antiterroristas a que recurre el juez antiterrorista francés Jean-Louis Bruguière [53], métodos que son, efectivamente, extremadamente criticables: «La FIDH lucha desde hace años por lograr la disolución de la 14ª sección antiterrorista de París del juez Bruguière, a la que denuncia como «una máquina de fabricar «culpables» musulmanes haciendo pesar sobre éstos una presunción de terrorismo».

Hay que decir que no se trata de denunciar algunos excesos sino de acusar la lucha contra el terrorismo en su conjunto de ser una inmensa cacería según el físico… Palabras publicadas después del 11 de septiembre.» [54].
No se trata más que de uno de los ataques contra la FIDH o contra la Liga de Derechos Humanos que aparecen en Frère Tariq. Se acusa a ambas organizaciones de prestar demasiada a atención a los casos de violación de los derechos de la gente de origen árabe, combate obsoleto desde el 11 de septiembre de 2001, según la autora.

La FIDH no es el único blanco de la cólera de las fundadoras de Prochoix o de los artículos de Charlie Hebdo. Asociarse a organizaciones musulmanas o poner en tela de juicio las políticas imperialistas de la administración Bush que se esconden tras la guerra contra el terrorismo es exponerse a ser presentado como un enemigo, como un «islamo-izquierdista», un «rojo-pardo» u otro epíteto lesivo a la credibilidad de quien lo recibe.

Los amigos de mis enemigos son mis enemigos

Partiendo de los terroristas islamistas, Prochoix y Charlie Hebdo han llegado a presentar a todos los islamistas como personas increíblemente peligrosas y, seguidamente, a todos los musulmanes antiimperialistas como cómplices de ese movimiento integrista hipertrofiado. Ese método de acusación mediante asimilaciones sucesivas es utilizado también con los grupos no musulmanes que se oponen a las políticas atlantistas y sionistas, y que se asocian a grupos musulmanes. La demonización sucesiva de esas organizaciones permite ridiculizar a cualquier adversario político sin tener ni siquiera que tomar en cuenta sus argumentos o su discurso, técnica que la Red Voltaire conoce bien por haberla sufrido en carne propia.

Debido a nuestra visión de la política internacional y de la importancia de los grandes rejuegos estratégicos futuros, era evidente que la Red Voltaire no podía dejar de convertirse en blanco de los ataque de Prochoix y de Charlie Hebdo. El libro L’Effroyable Imposture cometía, en efecto, el pecado de «[rehabilitar] parcialmente a los islamistas ya que, según argumentaba, ningún avión se había estrellado contra el Pentágono y la lista de kamikazes a bordo del avión había sido agregada posteriormente por el FBI (…). Uno se queda con la impresión de que el gobierno estadounidense es extremadamente manipulador y finalmente casi más peligroso que el islamismo» [55].

Philippe Val irá más lejos aún durante un debate en el canal televisivo Arte el 13 de abril de 2004 ya que presentará a quienes ponen en duda la versión oficial del 11 de septiembre como «criminales» comparables a los negacionistas [56].

Poner en perspectiva el «peligro islamista» y desmontar el discurso dominante sobre los atentados del 11 de septiembre y las políticas que ese crimen permitió justificar nos convertía en un enemigo a eliminar. Por consiguiente, se dio un tratamiento exclusivo a la Red Voltaire y a su presidente, Thierry Meyssan: acusación de negacionismo, de paranoia y de antisemitismo a través de caricaturas y de múltiples artículos, tantos que la lista sería demasiado larga, e incluso la redacción de un libro cuyo objetivo era ensuciar la reputación de Thierry Meyssan ofreciendo una lectura novelada de su biografía [57]. Sin embargo, me parece interesante sobre todo analizar las acusaciones sobre las simpatías islamistas atribuidas a la Red Voltaire, ya que esos ataques son reveladores de cómo funciona el método de asimilaciones sucesivas que utilizan Prochoix y Charlie Hebdo.

Mohamed Bechari es un miembro electo del Consejo Francés del Culto Musulmán. Durante el cautiverio de los rehenes Christian Chesnot y Georges Malbrunot, realizó una gira por el mundo árabe y musulmán para recoger la mayor cantidad posible de compromisos de dirigentes musulmanes a favor de la liberación de ambos periodistas franceses.

Durante esa gira, Bechari sostuvo un encuentro con el dirigente del Frente Islámico de Salvación Argelino, exilado en Qatar, Abassi Madani. Este último había emprendido una huelga de hambre en solidaridad con los rehenes franceses y, en ese contexto, Bechari lo besó en la frente, gesto que fue fotografiado y que Caroline Fourest condenó en su libro Frère Tariq [58], cosa que también hizo Philippe Val en Charlie Hebdo. Poco a poco, se fue olvidando el contexto en que fue tomada la foto y Bechari ya fue presentado solamente como el hombre que besó a Abassi Madani. Al extremo de que cuando Voltaire publicó una tribuna de Bechari, Prochoix vio en ello una prueba de las simpatías islamistas de la Red Voltaire: «Mohamed Bechari, presidente de la Federación Nacional de Musulmanes de Francia, acaba de publicar una tribuna en el diario Voltaire, que dirige Thierry Meyssan, el hombre en cuya opinión ningún avión se estrelló contra el Pentágono. En 2004, Mohamed Bechari escandalizó al público al retratarse besando al líder del FIS, Abassi Madani.» [59].

Como Abassi Madani es un islamista, Bechari es necesariamente un islamista y Voltaire una publicación proislamista. Lo uno demuestra lo otro. El único problema de ese razonamiento es que Bechari firmó en Voltaire una tribuna a favor del laicismo, que él presenta como la verdadera fundación cultural de Europa [60].

Es así, sin tener en cuenta lo que se dice, que Prochoix y Charlie Hebdo se han hecho un listado de personas con las que no se debe tener relación alguna y cuya simple participación en un proyecto permite desacreditar todo el proyecto en su conjunto. En esa lista están la Red Voltaire, Tariq Ramadan, los miembros de la UOIF, de la FNMF, los participantes del sitio Oumma.Com y muchos otros [61]. Ese absurdo método de análisis conduce a veces a denuncias risibles ya que el periodista del sitio sionista Proche-Orient.Info, Sylvain Attal, fue incluido recientemente en una lista de personas que, según Prochoix, deben ser condenadas por haber participado en el sitio Oumma.Com cuando lo que hizo fue publicar una respuesta [62].

Sin embargo, esas prácticas apuntan ante todo a los movimientos altermundistas que se acercan a organizaciones musulmanas con vistas a construir una coalición antiimperialista. Personalidades del movimiento altermundista fueron así ridiculizadas por haber debatido con las figuras anteriormente diabolizadas por las animadoras de Prochoix o en las columnas de Charlie.

Como esas organizaciones no pueden ser estigmatizadas como islamistas, se les acusa de ingenuidad o de antisemitismo. Philippe Val recurre de nuevo a la imagen de un movimiento islamista amplio y manipulador que trabaja con un objetivo, engañando a los tontos altermundistas: «Los intelectuales [islamistas] analizan muy bien el fenómeno de pérdida de memoria de la sociedad occidental y la próxima desaparición de las memorias vivas del periodo nazi. Sienten que ha llegado su hora. Que quizás van a lograr, mediante el Islam, reagrupar el resentimiento que siente todo el tercer mundo, y todos aquellos que, en las sociedades occidentales, se sienten excluidos. Los payasos altermundistas (…) hacen pensar en quienes seguían con fascinación los discursos del ayatolah Khomeyni durante su exilio en Neauphle-le-Château.». [63].

Pero, aunque denuncia una buena dosis de credulidad entre los altermundistas, el cemento de la alianza entre las organizaciones musulmanas y los movimientos contestatarios es el antisemitismo, punto de vista que comparte Prochoix. Y afirman, refiriéndose a la conferencia de la ONU en Durban: «Organizada en principio sobre el tema del racismo, la Conferencia Mundial de Durban de agosto de 2001 quedará grabada como un momento en que ciertos militantes de extrema izquierda se acercaron a los islamistas en nombre de la lucha contra el americano-sionismo. Durante el discurso de Fidel Castro, en el forum de las ONG, algunos activistas oyeron claramente algunos «Hill Jews» después de «Free Palestine».» [64].

Esa táctica de diabolización ha funcionado bien en ocasiones. Según el sitio TouTEsEgaux.net [65], numerosos militantes podrían haber renunciado a participar en la gran manifestación antirracista del 7 de noviembre de 2004 debido a una advertencia de Philippe Val, quien afirmó tres días antes que «los que desfilen el domingo, quiéranlo o no, marcharán por una defensa de las comunidades, de sus costumbres, de sus hábitos, de sus creencias.

Los que se nieguen a desfilar se quedarán en sus casas porque defienden un estatus humano universal» [66]. La manifestación respondía sin embargo al llamado de la LDH, del MRAP [67], de la CFDT, de la CGT, de la UNAS, de la FSU, de G10 Solidaires, de la Federación de Consejos de Padres de Alumnos y de la Liga de la Enseñanza. La LICRA y SOS Racisme fueron los únicos que no se solidarizaron. Para Philippe Val, participar en aquella manifestación contra todas las formas de discriminación equivalía a asumir la «defensa de la libertad de exhibir símbolos comunitarios y, principalmente, el velo –porque hay que llamarlo por su nombre– [eso] es en realidad la defensa a la vez de una opresión de la mujer y la importación de una visión étnica del conflicto israelo-palestino.» [68].

Militar por los derechos de los musulmanes y contra la discriminación de la que son víctimas sería olvidar que el verdadero problema es el antisemitismo y, por tanto, dar prueba de complicidad con los islamistas que lo propagan: «El que un antisemitismo musulmán que se expresa en Europa se esté fusionando con un viejo antisemitismo europeo es un fenómeno que nos toma por sorpresa, ante el cual nuestros contravenenos habituales –las diferentes asociaciones antirracistas– se ven desarmadas al extremo de encontrarse en vías de implosión. Una de las consecuencias es el deseo de algunos judíos de dejar Europa, si el fenómeno se amplía.» [69].

Y si no bastaran las acusaciones de antisemitismo, todavía cabe la posibilidad de dedicarse a la desinformación pura. Por ejemplo, dando fe a rumores sobre un posible superdespliegue de islamistas en el Forum Social Europeo (FSE) de Londres. Eso fue lo que hizo Fiammetta Venner a propósito de una hipotética visita de Yussef al-Qaradhawi, en un artículo intitulado «FSE: un autre jihad est possible» [FSE: Otra jihad es posible] [70].

Apoyándose en ese rumor, la periodista profetizaba la infiltración total de los islamistas en el movimiento altermundista: «En medio de esa avalancha de debates organizados en asociación con islamistas en el FSE de Londres se deslizó un coloquio intitulado: «El movimiento islámico: ¿asociado o enemigo?» Al paso que van las cosas, es posible imaginar ya la interrogante alrededor del próximo FSE: «El movimiento laico: ¿amigo o enemigo?»»

Este artículo será ampliamente criticado por el movimiento altermundista y Charlie Hebdo se verá obligado a justificarse, con gran dificultad [71].

Este asunto no es en sí más grave que todas las demás campañas de calumnias que han emprendido Prochoix y Charlie Hebdo, aunque sí es revelador de la existencia de una nueva tendencia. Cuando Charlie Hebdo fue puesto en el banquillo de los acusados, recibió el apoyo de una parte de la prensa mainstream, ayuda con la cual seguramente no habría podido contar hace algunos años.

La legitimidad en el «sector informativo»

Cuando se puso a Charlie y a Fiammetta Venner debido al artículo sobre el FSE de Londres, la publicación y la autora encontraron apoyo en Claude Askolovitch, figura del Nouvel Observateur y firme sostén de las responsables de Prochoix desde la publicación de Tirs croisés. Invitado junto a Philippe Val al programa de France Culture, Le Premier pouvoir, el 2 de octubre de 2004, Claude Askolovitch felicitó al redactor-jefe del semanario satírico por la excelente investigación realizada por Fiammetta Venner. El 21 de octubre de 2004, firma en su semanario un artículo intitulado «Los izquierdistas de Alá» donde, al igual que Fiammetta Venner, denuncia la influencia del islamismo en el movimiento altermundista.

Fustiga también la presencia de Tariq Ramadan en el FSE citando el libro Frère Tariq de Caroline Fourest, que acaba de aparecer en las librerías. Esta devolviendo la moneda ya que su propio artículo «L’encombrant M. Ramadan» [72], escrito el año anterior durante el FSE de Saint-Denis aparece citado varias veces en el libro como referencia.

Claude Askolovitch no esperó por Philippe Val, Caroline Fourest y Fiammetta Venner para denunciar el «peligro islamista» y el «antisemitismo» de izquierda. El periodista había denunciado antes el supuesto «antisemitismo» del investigador Pascal Boniface luego que éste saliera de la dirección del Partido Socialista Francés habiendo recomendado a dicho partido, sin éxito, que se distanciara de la política de Israel.

Más tarde, denunció el «antisemitismo» de Bernard Langlois, fundador de la revista Politis, en el Nouvel Observateur del 14 de agosto de 2003, cuando éste último salió en defensa de Boniface [73].

Imputaba esa deriva antisemita al acercamiento del movimiento altermundista hacia las organizaciones musulmanas [74].

La temática de la infiltración islamista es retomada y amplificada a partir de octubre de 2003 y de la participación de Tariq Ramadan en el FSE de Saint-Denis [75].

La salida a la venta de Tirs croisés llegará en el momento justo para esa campaña y Claude Askolovitch multiplicará las referencias a ambas autoras en sus artículos. El 7 de enero de 2004 dedica a Fourest y Venner una entrevista de dos páginas en el Nouvel Observateur, el 22 de febrero se apoya en el trabajo de éstas para fustigar el «islamo-izquierdismo» y las presenta como arquetipo de la izquierda laica que lucha contra la infiltración islamista y hace, el 27 de mayo de 2004, un retrato elogioso de las dos animadoras de Prochoix.

Sin embargo, Claude Askolovitch es un fuerte apoyo mediático para las dos autoras pero no es el único. La reorientación de las problemáticas de Prochoix ha dado a Caroline Fourest y Fiammetta Venner una aureola que no podían esperar antes [76].

Philippe Val se benefició también con la reorientación de la línea de su semanario. Desde entonces se le invita regularmente a la televisión para embestir contra la «amenaza islamista» y servir de justificación de izquierda a la condena de los movimientos contestatarios.

Cosas impensables hace algunos años, Philippe Val vio sus palabras recibir el aplauso del ex primer ministro Raymond Barre durante un debate televisivo [77] y su argumentación a favor del referéndum sobre el Tratado Constitucional Europeo fue retomada por Bernard Henri Levy en su Bloc Note de Le Point [78]. Un reconocimiento que el redactor-jefe de Charlie Hebdo deseaba ardientemente puesto que en febrero de 2005 declaraba a la revista TOC: «La segunda cosa que traté de hacer es legitimar el título a los ojos de la gente que constituyen el sector de la información y con quienes mantengo relaciones cordiales. El verdadero peligro para una publicación es el de ser marginal. Se puede tener grandes ventas y ser marginal. A la inversa, un diario puede vender poco y ser importante. Hay que aceptar ser minoritario y rechazar ser marginal. Evidentemente, sólo se puede ser minoritario durante un tiempo, si no el mercado te mata.».

Como lo demuestra ese nuevo eco medi¬ático, Charlie Hebdo et Prochoix, se han convertido hoy en los vectores, en el seno de los movimientos contestatarios, de los prejuicios y las orientaciones geopolíticas de los medios de difusión dominantes, ellos mismos ampliamente influidos por las problemáticas de Washington.

Sus artículos y obras sirven para disuadir a los movimientos contestatarios de asociarse a los movimientos musulmanes, y de formar una coalición opuesta a los políticos atlantistas y sionistas. Las evoluciones geopolíticas de los diez últimos años han traído como consecuencia una reorientación por parte de un sector de la izquierda francesa. No darse cuenta de ello y conservar a esos grupos como referencia no es más que retrasar la constitución de un polo antiimperialista.


FUENT: Cedric Housez

LECTURA PARA SER LEÍDA Y PARA SU DIFUSIÓN

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