Lima es una ciudad vulnerable, entre
otras cosas, por no comprender la naturaleza que la rodea y por seguir siendo
clasista, racista, discriminatoria.
1. Las líneas azules del mapa son las
3 cuenquitas de las que depende Lima (o que son las más importantes).
A la izquierda está el río Chillón,
que da agua a algunos distritos de Lima Norte.
Al centro está el río Rímac, que da
agua a Lima Centro.
Y a la derecha está el Lurín, que no
se usa para agua potable pero sí para regar cultivos y mantener pozos.
¿De dónde viene esta agua? ¿Dónde
nacen los ríos? De la zona con línea verde. Sí. La sierra. Cuando el ingreso de
agua en las montañas cambia, los problemas los sentimos en toda la bajada:
huaicos, inundaciones, se caen los puentes, se me cae la casa.
Pero esto no pasa de la noche a la
mañana. La alarma suena antes en las alturas, pero como a nadie le importa, no
sólo no tenemos suficiente información meteorológica, no existe cobertura
mediática para saber cómo nuestros paisanos están que se mueren allá arriba.
¿Por qué?
2. Hace un calor espantoso. Pero se
veía venir. Esto se debe al incremento de temperatura del mar. Cuando sube la
temperatura, nos da la alarma de que las cosas van a cambiar. Aquí se repite lo
mismo que con la sierra:
Si no tenemos información
meteorológica suficiente, podríamos apoyarnos en los protagonistas de la pesca
artesanal.
Este calor no sólo hace que te sude
más donde no te llega el sol, hace que muchas especies marinas y costeras
modifiquen su comportamiento. No he visto un sólo reportaje sobre el impacto en
la pesca local por el incremento de temperatura. ¿Y por qué no hay? Todo esto
pasa en la zona delimitada con línea blanca.
3. #SalvemosLasLomas es también una
apuesta por la seguridad de la ciudad. Podrán revisar en los mapas de INDECI,
que muchos de los cerros de Lima han sido señalados en rojito, que no son aptos
para vivir. Las mafias han tomado el control de nuestras alturas, incluidas las
lomas, para venderlas a personas o a inmobiliarias. Se coluden con políticos
para su formalización.
No les importa que esos pedacitos de
tierra se van a caer como naipes cuando llegue a nosotros el terremoto que ya
toca. Estos cerros y la gente que allí vive, más o menos en proceso de
urbanización, pertenecen a “la periferia”, en los distritos que representan
hasta el 40% de la actividad económica de la capital.
Es decir, cuando se caiga todo y
muera gente (eso va a pasar), no sólo se van a ver afectados “por allá”, sino
toda la ciudad en su conjunto porque Lima está conectada de norte a sur y de
este a oeste. ¿Quién asumirá el costo social y económico de todo esto? Tampoco
te he visto hacer algo por los cerros de tu casa.
En conclusión, a Lima en general no
le importa qué ocurre fuera de sus límites capitalinos, a no ser que sea
Máncora o Asia, y esa es su gran desgracia.
El clasismo normalizado no sólo hace
que la gente crea que hay resentidos o acomplejados en el país, hace que nos
pongamos una venda a nosotros mismos y vayamos felices corriendo hacia un
precipicio con bolsas de Ripley en una mano y deudas bancarias en la otra.
A eso añadan ignorancia ecológica de
saber dónde estamos parados y concluyan. Agreguen ustedes cambio climático y es
un escenario apocalíptico.
El punto de ebullición está cerca.
Lima sería menos vulnerable si el
clasismo, racismo y discriminación realmente fueran historia, pero es evidente
que no lo hemos superado. Quien dude de eso, que vaya a marchar con los
evangélicos y su ideología de género.
La imagen es de Google Earth,
descárguenlo gratis y vean dónde vivimos.
FUENTE: Diego Padilla
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