Los cubanos tienen un marcado orgullo
nacional y regional, al tiempo que rechazan el mínimo intento de dominación
extranjera, razones por las cuales jamás regresarán a la Organización de
Estados Americanos (OEA), una entidad que desde su creación ha sido financiada
por Washington y ha tenido como sede la capital norteamericana.
A 55 años de la expulsión de Cuba de
la OEA, en Punta del Este, Uruguay, el 31 de enero de 1962, el pueblo y
gobierno de la mayor de las Antillas nada quieren saber de esa “agrupación
continental” que el líder histórico de Nuestra América Fidel Castro denominó el
“Ministerio de las Colonias de Estados Unidos”.
Esa organización fue, es y será un
instrumento al servicio de los intereses del imperio del Norte, y su propósito
ha sido interferir en los asuntos internos de las naciones de la Patria Grande,
como lo hizo luego del triunfo de la Revolución cubana, el 1 de enero de 1959.
Cumpliendo claras órdenes de
Washington, la OEA se prestó para agredir sistemáticamente al decano
archipiélago antillano, e intentar aislarlo de los países latinoamericanos y
caribeños.
Sin embargo, nunca pudo conseguirlo
pese a que regímenes títeres y férreas dictaduras se imponían entonces desde el
Sur del Río Bravo y hasta la Patagonia con el respaldo del Pentágono y
sucesivos inquilinos de la Casa Blanca, que apostaron a la destrucción de la
revolución liderada por Fidel Castro.
El “Ministerio de las Colonias de
Estados Unidos” está herido de muerte precisamente por sus continuas
injerencias en diferentes procesos progresistas escenificados en la Patria
Grande, como son los casos más recientes de Venezuela, Ecuador, Bolivia y
Nicaragua, por citar algunos.
No obstante su gravedad, dado el
desprestigio que tiene por favorecer a las fuerzas reaccionarias en la región y
justificar hasta invasiones militares norteamericanas y golpes de Estado de las
oligarquías, a la OEA se pretende revivir, en detrimento de la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), surgida en Caracas, Venezuela, en
2011.
A diferencia de la OEA, la CELAC es
un mecanismo intergubernamental de diálogo y concertación política, del cual
Estados Unidos está excluido.
La CELAC surge con el compromiso de
avanzar en el proceso gradual de integración de Nuestra América, haciendo un
sabio equilibrio entre la unidad y la diversidad política, económica, social y
cultural de los 33 países que la integran, y los 600 millones de habitantes de
la región.
Cuba y la mayoría de los pueblos y
gobiernos latinoamericanos y caribeños son partidarios de fortalecer esa aun
joven organización autóctona, que ha sido blanco constante del imperio
norteamericano, empeñado en desmembrarla para retomar su otrora dominio en la
Patria Grande.
La ofensiva derechista que hoy se
escenifica en América Latina tiene entre sus principales objetivos debilitar la
CELAC, que significa Unidad e Independencia, en contraposición a la OEA que
encarna dependencia y servilismo a Washington. (Pensando Américas)
FUENTE: Patricio Montesinos
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