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miércoles, 6 de julio de 2016

LOS 3 GRANDES RETOS DEL PRESIDENTE KUCZYNSKI



Ya como virtual presidente, Pedro Pablo Kuczynski ha identificado las tres áreas de acción prioritarias para el inicio de su gobierno: seguridad ciudadana; reactivación de la economía; y “revolución social“. Para todas tiene propuestas y objetivos que se encuentran en su plan de gobierno, y algunos que se han expresado verbalmente a lo largo de la campaña. Sin embargo, hay aún importantes asuntos por definir en cada una.

En seguridad ciudadana hay un conjunto bastante integral de medidas de prevención y lucha contra la delincuencia común y crimen organizado. Destaca la propuesta de diseñar e implementar una nueva política de prevención social de la violencia y el delito, y la creación del Programa Barrio Seguro. Un aspecto clave es ampliar la cobertura de la vigilancia y el patrullaje de los barrios del país, llegando al 100% en 2021 (de menos de 50% actualmente). Asimismo, se propone fortalecer la inteligencia policial y la investigación criminal, constituir el sistema especializado contra la criminalidad organizada (incluyendo la lucha contra el narcotráfico), garantizar la presencia del Estado en los valles cocaleros, acabar con los remanentes terroristas en el VRAEM, y fortalecer la lucha contra la trata de personas, entre otras. En estos temas, las propuestas de PPK contrastan claramente con el enfoque de Fuerza Popular de mano dura e involucramiento de las Fuerzas Armadas en la seguridad ciudadana.

El gran reto para implementar este tipo de política es que depende fundamentalmente de empezar a “refundar“ la Policía Nacional en un corto plazo. Y para ello se requiere de un acuerdo político en el legislativo, lo cual pasa a su vez por convencer a una mayoría fujimorista que ha propuesto más bien retomar el 24 x 24, establecer un estado de emergencia en Lima y Callao,  y poner a los militares en las calles. Para ser viable, la primera prioridad de PPK requerirá, entonces, del trabajo político más arduo e inmediato en el Congreso.

Con respecto a la reactivación de la economía, desde la publicación del plan de gobierno de PPK ha sido claro el énfasis en el papel de la gran inversión pública y privada (megaproyectos) como clave para generar el crecimiento deseado, antes que un énfasis en la pequeña o microempresa. Esto no requerirá del arduo trabajo legislativo del tema de seguridad, pero hay un vacío importante en los planteamientos que también sugieren un gran desafío político: no se menciona ni evalúa el impacto ambiental de los megaproyectos de infraestructura priorizados en el plan de gobierno, ni tampoco se ha mencionado el aspecto ambiental al discutirlos en los medios de comunicación. Al mismo tiempo, no se menciona estos grandes proyectos en las secciones de análisis de temas ambientales del plan de gobierno.

En un país de gran conflictividad socioambiental, esta sería una omisión peligrosa. El plan de gobierno de PPK tiene propuestas para prevenir y resolver pacíficamente los conflictos sociales, con la creación del Sistema Nacional de Prevención y Solución Pacifica de los Conflictos Sociales como elemento central para lograrlo. Sin embargo, la discusión sobre los megaproyectos a destrabar parece completamente divorciada de las propuestas de gestión de conflictos y de política ambiental. Poner al crecimiento por encima de lo social y ambiental ya ha demostrado ser una estrategia peligrosa y contraproducente para anteriores gobiernos.

Finalmente, se ha ofrecido una “revolución social“ enfocada en el acceso a agua, educación y salud, y lograrla se relaciona directamente con el cuarto gran objetivo del plan de gobierno de PPK: mejorar la inversión social. Para ello se propone avanzar en una gran diversidad de sectores: educación, agua potable y alcantarillado, desarrollo agrario y rural, y salud pública. Los medios mencionados para lograr estos avances incluyen mantener y fortalecer el actual esquema de programas sociales, seguir con las reformas en educación, y dedicar mayores presupuestos a la inversión social.

Cabe destacar, sin embargo, que en el plan de gobierno no solo se busca aumentar el acceso a estos servicios fundamentales, sino a través de ellos alcanzar un objetivo mayor: reducir la gran desigualdad de ingresos que persiste en el Perú. Al hablar de una revolución social, es de suponer que se está aludiendo a este cambio estructural, como se propone en el plan de gobierno. Pero nada en el plan mismo ni en declaraciones posteriores aclara cómo se lograría reducir las históricas brechas entre peruanos, ni cómo medirlas. Es decir, al comprometerse explícitamente con reducir la desigualdad no solo se compromete a que todos mejoren y “crezca la torta“, sino también a que las brechas entre peruanos se acorten y con ello se asegure la paz y el desarrollo. Acá hay un gran vacío por aclarar, que solo se hará más evidente cada vez que se mencione este cambio supuestamente “revolucionario“.


FUENTE: Gonzalo Alcalde

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