No fue una sorpresa para el mundo
político el anuncio dado ayer por el presidente electo Pedro Pablo Kuzcynski:
Fernando Zavala Lombardi será su primer Presidente del Consejo de Ministros.
No lo era por dos motivos. El
primero, es que era un secreto a voces dentro de los corrillos políticos. Como
mencionó ayer Augusto Álvarez Rodrich en su columna, Zavala fue convocado el 18
de junio a la casa de PPK para que le ofrecieran el cargo y su nombre ya era el
más mentado para ocupar este sector. Este blog confirmó el viernes por la tarde
que el hoy exgerente general de Backus pasaría a ser el número dos del
gobierno.
El segundo es la confianza que le
tiene Kuczynski. Hace casi once años, PPK le puso a Toledo como condición que
Zavala fuera su reemplazo en el Ministerio de Economía y Finanzas para él
aceptar la PCM, dada la crisis generada por el nombramiento de Fernando Olivera
en la Cancillería. Zavala cumplió con creces.
¿Qué significa el nombramiento de
Zavala al frente de la PCM?
En primer lugar, significa el
empoderamiento de lo que, en ciencia política, se conoce como “tecnopols”.
Estamos aquí ante personas con un alto nivel de especialización y estudios, el
mismo que constituye la base de su poder, el mismo que puede ser ejercido tanto
en contextos democráticos como autoritarios, así como en mayor o menor apertura
de mercado. Su legitimidad está en la obtención de resultados y en su
experiencia técnica. Pero, a su vez, también comparten atributos políticos
importantes: son líderes que se encuentran en posiciones de influencia, colocan
su experiencia en distintos sectores del Estado, participan activamente en la
vida política y contemplan que una buena política no solo es aquella que cumple
criterios técnicos, sino que también resulta viable en términos políticos.
Una anécdota del gobierno de
Alejandro Toledo, que tiene a PPK y Zavala como protagonistas, apunta en esta
línea. Así arrancaba un artículo de Caretas a finales de aquel periodo:
Alejandro Toledo tiene sentados al
frente a sus ministros Pedro Pablo Kuczynski y Fernando Zavala. “¡Si hubiera
tenido menos tecnócratas insensibles me hubiera ido mejor!”, exclama
gesticulante.
PPK pasa la lengua por el labio
inferior. “Los tecnócratas insensibles”, ironiza el premier, “te dieron 6.5% de
crecimiento”. El titular de Economía sonríe cómplice. “El modelo ha funcionado,
Presidente”, tercia.
“Así que no jodas”, cochinea
Kuczynski cuando la azafata del avión presidencial ingresa a la cabina del jefe
de Estado para pedirles a los periodistas ir a sus puestos. El avión está a
punto de despegar y el premier ríe a sus anchas.
En segundo lugar, el nombramiento de
Zavala marca el perfil de su gabinete: ministros técnicos con una buena
comunicación e imagen pública. De allí las probables ratificaciones de Jaime
Saavedra (Educación) y Paola Bustamante (MIDIS). De acuerdo a la información de
la que disponemos, un perfil similar se busca para el sector Salud. Si se suma
en ello a Alfredo Thorne (Economía) y al hecho que la Cancillería tendrá a un
embajador de carrera con varias millas de kilometraje, el perfil resulta
nítido. (Más sobre los posibles jales en este post de Laura Grados)
En tercer lugar, las declaraciones de
Zavala apuntan a prioridades más o menos claras. seguridad, crecimiento
económico más alto, formalización, reforma del sistema pensionario y mejores
servicios a los ciudadanos. De allí que se vuelva bastante clave quien sea
nombrado como ministro del Interior y el equipo que lo acompañará. En esa misma
línea, PPK ha señalado que pedirán facultades con miras a hacer una
reestructuración policial a fondo, algo que estaba ya contemplado en el plan de
gobierno. Esta medida, sin duda, resulta vital para el sector, pero se requiere
que su ejecución sea hecha por alguien con pulso político en dicha cartera.
En cuarto lugar, supone una apuesta
con ciertos límites. No solo se trata, como se señala desde varios sectores, de
los peligros de las “puertas giratorias” (pasar del sector privado al público y
viceversa con suma rapidez) o de las cuestiones vinculadas al lobby, sino
también a la mirada que se tiene sobre el Estado. Así la caracterizó Alberto
Vergara, al comentar el libro de dos tecnócratas metidos a ministros: Piero
Ghezzi y José Gallardo Ku.
Seguramente es deseable tener más
profesionales con PhD en el Estado, pero sobre todo necesitamos rehabilitar la
relación entre Estado y ciudadanía de tal manera que las políticas económicas
exitosas de los últimos veinte años tengan continuidad en el tiempo mediante
pactos que involucren a la sociedad y sus representantes políticos y no que
prosigan por la mera imposición de sectores sociales o tecnocráticos sin
legitimidad electoral. Nuestro sistema carece de la legitimidad (y, por tanto,
de la estabilidad) que nace cuando se encuentran ciudadano y política pública
por la vía de la política y sus representantes. Somos una democracia
representativa, si acaso hace falta recordarlo. Es esta carestía la que nos
pone al borde de patear de tablero cada cierto tiempo. Los tecnócratas no
construyen legitimidad.
Finalmente, queda por ver la madera
política de Zavala en un escenario complejo. Fuerza Popular y el Frente Amplio
serán aliados y rivales, respectivamente, en distintos momentos. A su vez,
ambas bancadas, las mayores dentro del Congreso, tendrán que superar
dificultades internas propias de sus propias características (alta cantidad de
invitados en el fujimorismo, tensiones sobre el carácter del frente de
izquierda). Y, al interior del partido de gobierno, también existen pugnas y
divisiones entre varios grupos, aunque las mismas probablemente se calmen
durante los primeros meses de gobierno. Es allí y frente a los conflictos
sociales donde se verá el talante real del presidente del Consejo de Ministros.
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