Por Miguel Ángel Ortega*
Según la ONU, la humanidad se
enfrenta a un gravísimo problema de escasez de agua (Naciones Unidas, 2009). La
disponibilidad de agua es muy dispar: la de un canadiense es de 87.000 m3/año,
la de un estadounidense de 9.800 m3; por el contrario, un egipcio tiene sólo
700 m3 y un saudí 95 m3. En el mencionado informe de la OMC se afirma que “las
limitadas reservas mundiales de agua dulce y potable para consumo humano están
disminuyendo con rapidez, lo que supone una grave amenaza para la salud
pública, la estabilidad política y el medio ambiente”.
Informe sobre el Comercio Mundial
2010 de la Organización Mundial del Comercio (OMC), contiene un apartado
dedicado al comercio de los recursos naturales. Además de interesantes
estadísticas, se hace eco del debate sobre si el desarrollo tecnológico nos
permitirá superar los límites impuestos por la finitud de los recursos y evitar
el consiguiente deterioro del planeta. Los “optimistas” argumentan que eso es
lo que viene ocurriendo; para ellos la prueba es que el precio de los recursos
naturales ha bajado en las últimas décadas. Yo me alineo con los “pesimistas”.
El contraargumento es claro: a pesar del indudable progreso tecnológico, todos
los informes ambientales de prestigio señalan que la Tierra y sus recursos
están cada vez más deteriorados. Si las materias primas bajan de precio es
porque su oferta ha aumentado y aquél no internaliza adecuadamente los costes
de explotación de los recursos humanos y naturales. Además, para fijar precios,
el mercado se guía, entre otros factores, por el valor añadido, que es el
resultado del conocimiento técnico aportado por los seres humanos en la
transformación de los recursos naturales, que son la base de cualquier producto
o servicio que consumimos. Esta es otra de las razones por las que el precio de
los productos sin transformar es menor. De momento la producción es suficiente
para atender la demanda, pero las estimaciones han constatado que, para ciertas
materias primas estratégicas, el panorama puede cambiar mucho antes de 2030, y
entonces la subida de precios podría ser inevitable.
Es obvio que nuestra civilización
depende de los recursos naturales, y que el desigual reparto y la creciente
presión sobre los mismos puede llevar, lleva ya de hecho, a tensiones que no
pueden depararnos nada bueno. Este artículo habla de la situación de los
recursos naturales estratégicos (RNE).
Desigual reparto
La producción de los RNE está
concentrada en diversas regiones del planeta. Segú la OMC, los grandes centros
demandantes deben cubrir la mayor parte de su consumo con importaciones:
- Europa es importadora neta de
todo tipo de RNE, al igual que Japón y Corea.
- EE.UU es exportador neto de
productos forestales y minerales, pero importador neto de los restantes RNE.
- India y China sólo exportan pescado,
e importan todo lo demás, si bien China concentra buena parte de la producción
de tierras raras.
La producción se concentra, en
muchos casos, en países pobres y políticamente inestables, para los cuales
disponer de tan valiosos recursos se convierte, a menudo, en una maldición.
Agua
Según la ONU, la humanidad se
enfrenta a un gravísimo problema de escasez de agua (Naciones Unidas, 2009). La
disponibilidad de agua es muy dispar: la de un canadiense es de 87.000 m3/año,
la de un estadounidense de 9.800 m3; por el contrario, un egipcio tiene sólo
700 m3 y un saudí 95 m3. En el mencionado informe de la OMC se afirma que “las
limitadas reservas mundiales de agua dulce y potable para consumo humano están
disminuyendo con rapidez, lo que supone una grave amenaza para la salud
pública, la estabilidad política y el medio ambiente”.
Atmósfera / clima
La intensidad del cambio
climático, fenómeno del cual cada vez hay más evidencia científica, depende de
la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Y ésta no deja
de crecer porque las emisiones totales siguen aumentando. Si en 2001 cada
habitante de la Tierra emitía, de media, 3,8 Tn de estos gases, en 2007 la
cifra era 4,4 Tn. De nuevo, encontramos una distribución muy desigual: en 2008
un indio emitía 1,31 Tn, un español 8,86 Tn y un australiano 20,8 Tn.
Bosques
En el Informe de la Organización
de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) Evaluación de
los recursos forestales mundiales 2010, se señaló que el índice total de
deforestación seguía siendo alarmante, aunque estaba disminuyendo. Según el
Banco Mundial, entre 1990 y 2007, la pérdida de bosque registrada en un
conjunto de 30 países ascendió a 1.603.000 km2 (más de tres veces y media la
superficie de España), de los que la mayoría se perdieron en bosques
tropicales, destacando con fuerza Brasil y, a continuación, Indonesia.
Pesquerías
La FAO afirma en su estudio
Situación Mundial de la pesca y la acuicultura 2010 que “la proporción de
poblaciones (de peces) sobreexplotadas, agotadas o en recuperación aumentó
desde el 10 % en 1974 hasta el 32 % en 2008”. El mar ya no da más de sí. Las
capturas están estancadas o ligeramente a la baja. Aunque, afortunadamente, el
incremento de la demanda se satisface gracias a la piscicultura, la continua
presión sobre las poblaciones de peces marinos acentuará la sobreexplotación
del mar.
Combustibles fósiles
Según el informe Energy
(r)evolution, editado por Greenpeace y dos organismos vinculados a las energías
renovables, tendríamos carbón para rato: las reservas exceden en 3.000 veces la
extracción anual mundial de este mineral. Al ritmo actual de consumo, habría
gas y petróleo para otros 40 ó 50 años. Si se consideran también las reservas
no convencionales de estos dos combustibles fósiles, que se pueden extraer a un
coste económico y ambiental aún mayor, la demanda podría satisfacerse sin
problema al menos durante un siglo. Pero el suministro de combustibles fósiles,
como sabemos, está asociado a riesgos ambientales (especialmente para el clima)
y geopolíticos. La compañía BP expone en su informe Statistical Review 2012 que,
debido a las revueltas en el mundo árabe y al terremoto de Japón, “2011 vio,
por primera vez, cómo el precio medio anual del petróleo superaba los 100
dólares”. Y ello a pesar de que se usaron las reservas estratégicas y los
países de la OPEP aumentaron la producción.
Materias primas críticas
Ante la creciente presión sobre
las materias primas, la UE puso en marcha un grupo de trabajo para identificar
las materias primas críticas. Se trata de 41 minerales y metales cuya falta
provocaría un impacto muy negativo sobre la economía. Catorce de ellos son
especialmente críticos (antimonio, berilio, cobalto, grafito, metales del grupo
del platino, tierras raras, etc.).Como el grupo del platino y las tierras raras
comprenden varias materias primas, en realidad la lista asciende a 35
sustancias, muy usadas especialmente en industrias de alto contenido
tecnológico. La UE ha identificado dos tipos de riesgos asociados a estos
materiales: de suministro, habida cuenta de las consideraciones geopolíticas, y
ambientales, debidos a la insuficiente protección del medio ambiente en los
países productores. China, Rusia, Congo y Brasil son los principales
productores de este grupo de materias primas.
El papel de China y de otros
actores globales
Pero el papel de China no se
limita a productor principal de algunas de las materias críticas, como las
tierras raras. Su creciente mercado engulle una porción cada vez mayor de los
recursos mundiales. Es el caso de las citadas tierras raras, pero también de
otros productos. Un estudio del Instituto Federal de Geociencias y Recursos
Naturales del Gobierno alemán señala que, en 2005, el consumo promedio de China
representaba el 26,3 por ciento del consumo mundial de estos nueve productos:
acero, aluminio, carbón, cobre, estaño, níquel, petróleo, plomo y zinc. En 2010
rozaba ya el 39,9 por ciento. Asimismo, es bien conocida la toma de posiciones
de China en los mercados de minerales, mediante la inversión en grandes
compañías mineras occidentales, y del petróleo, a través de acuerdos para
asegurar su abastecimiento. Asimismo está adquiriendo tierras en países en vías
de desarrollo, que le dan además acceso a grandes reservas de agua. No es la
única, ya que India, Corea o varios estados petroleros de Oriente Medio están
haciendo lo mismo; pero sí es la principal. Por tanto, las economías emergentes
se suman a la carrera por la dominación de los recursos que ya condujo a las
potencias europeas a crear imperios y a guerrear entre ellas por mantenerlos.
Los RNE son la base de todo
nuestro consumo. ¿Podrá su limitada disponibilidad satisfacer indefinidamente
la creciente demanda? La respuesta podría ser “no”. Seamos previsores.
Reduzcamos su consumo; sirvámonos de la tecnología para reutilizar, reciclar y
ganar eficiencia. Seamos conscientes de que muy probablemente si nuestro
consumo sigue creciendo llegará el momento en que no habrá para todos; pero no
porque, como ocurre ahora, los recursos estén mal distribuidos sino porque,
sencillamente, no habrá. Garantizar su uso sostenible y establecer los
mecanismos de redistribución adecuados evitaría que en un futuro no muy lejano
cada vez más personas se vean privadas de un nivel de vida digno y surjan
respuestas violentas a las tensiones geopolíticas. Ecoportal.net
*Economista. Director de Asociación
Reforesta
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