Cada vez más los aspectos formales y
procedimentales están reduciendo el espacio a la campaña electoral,
preocupándonos menos de qué debe hacer el próximo gobierno y el nuevo
Parlamento.
En un proceso electoral se deben
preservar el voto y el derecho fundamental a la participación política, cuyos
requisitos son escasos, como en todo el mundo: edad, nacionalidad y estar
inscrito en el registro. Pero en nuestro país, un frondoso conjunto de leyes y
otras normas de menor rango han ido limitando este derecho, regulando en casi todos
sus espacios pasando de ser un soporte a convertirse en un fin en sí mismo.
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