Escrito por: Juan Mendoza Doctor en
Economía por la Universidad de Brown, EE.UU.
La arquitectura del sistema
previsional peruano adolece de un conjunto de fallas. Una de ellas es cómo se
financian las pensiones. En particular, los aportes de los afiliados de las AFP
o a la ONP son una fracción de sus remuneraciones en planilla. Hay
variasrazonespor las cuales el financiamiento de las pensiones en el Perú es
ineficiente.
La primera razón es que,al gravar las
planillas del sector formal, el mecanismo de financiamiento de las pensiones es
una barrera a la formalización laboral. Ello ocurre porque los aportes a las
AFP o a la ONP aumentan la diferencia entre el costo de un puesto de trabajo
para el empleador y la remuneración que percibe un trabajador. En otras
palabras, nuestra arquitectura previsional hace menos probable que un
trabajador independiente decida entrar a planilla, tal y como lo señalan Levy
(2014), Webb (2014), y Cruz-Saco et al. (2014).
En segundo lugar, dado que menos dos
terceras partes de los trabajos son informales, y que solamente un 20% de la
fuerza laboral está en planilla, nuestro sistema de previsional excluye a la
mayoría de los trabajadores del derecho humano de tener una pensión de
jubilación. Recordemos que, hoy por hoy, solo una de cada cuatro personas
mayores de 65 años recibe pensión de la ONP o de las AFP, lo cual representa un
nivel de cobertura lamentable.Peor aún, si persistimos en la idea de gravar la
planilla formal para financiar las pensiones, estaremos condenando a nuestro
sistema previsional a seguir teniendo baja cobertura por muchas décadas más.
La tercera falla en el financiamiento
de las pensiones es que el mismo utiliza el mecanismo recaudatorio del impuesto
a la renta personal, vale decir la planilla formal. Entre dos impuestos
alternativos, es más eficaz el que recauda la misma cantidad causando menores
distorsiones a la actividad económica y originando menores costos de
recolección y administración. En el Perú, a diferencia de los Estados Unidos o
de los países europeos, el impuesto a la renta es menos eficaz que los
impuestos indirectos, como el impuesto general a las ventas o el impuesto
selectivo al consumo. En consecuencia, al financiamiento de las pensiones a
través del mecanismo de recolección del impuesto a la renta causa mayores
distorsiones en las transacciones económicas en comparación a un sistema en que
las pensiones se financiaran con los impuestos indirectos.
La cuarta falla es recurrir al ahorro
forzoso. Un problema de partida del ahorro forzoso es que el mismo parte dela
errónea premisa que las personas no ahorran en el Perú a menos que las obliguen
a hacerlo. El análisis de los datos de las Encuestas Nacional de Hogares del
INEI nos indica que la fracción del ingreso familiar que ahorran los peruanos
es similar ya sea que estén afiliados a las AFP o a la ONP o a que trabajen
como independientes. Pero un problema adicional del ahorro forzoso es que
reduce la capacidad de los trabajadores de invertir en su educación, vale decir
en su capacidad de generación de ingresos. Ello sucede porque los aportes
previsionales obligatorios reducen los recursos disponibles para invertir en
educación u otras formas de ahorro distintas a las AFP o a la ONP.
El impacto negativo del ahorro
forzoso sobre la inversión en educación es especialmente marcado para los
trabajadores de menores ingresos que tienen menor acceso al crédito para
financiar su educación que los trabajadores más afluentes. En otras palabras,
el ahorro forzoso reduce la acumulación de capital humano y, por lo tanto, el
crecimiento económico, además de empeorar la distribución del ingreso.
Los errores en el diseño del sistema
previsional peruano son compartidos con los de otros países de la región. No es
de extrañar, entonces, que en muchos países latinoamericanos, como Argentina,
Bolivia, Brasil, Costa Rica, México, y Uruguay, hayan aparecido pensiones no
contributivas en la última década. A diferencia de las pensiones contributivas,
que se basan en aportes previsionales que gravan la planilla formal, las
pensiones no contributivas utilizan los impuestos indirectos para financiar
pensiones al universo o a un subconjunto de los adultos mayores dependiendo del
país. De hecho, el Perú tiene desde 2011 su propia pensión no contributiva,
Pensión 65, orientada a las personas de bajos ingresos mayores de 65 años.
El esfuerzo fiscal de financiar las
pensiones no contributivas depende del monto de la pensión y de a cuantas
personas se quiere extender el beneficio. En cualquier caso, no hay duda, como
concluye un reciente estudio dela OCDE, el Banco Mundial y el BID, que las
pensiones no contributivas son mucho más efectivas que las contributivas para
ampliar la cobertura del sistema previsional.
Mi impresión es que si queremos
mejorar la eficiencia del sistema previsional peruano debemos prescindir del
ahorro obligatorio y asegurar una pensión mínima universal a todas las personas
mayores de 70 años.La idea de extender una pensión mínima no contributiva en el
Perú ya fue esbozada por Levy (2014). El monto de la pensión universal debería
de cubrir la línea de la pobreza, es decir sería de alrededor de 300 soles de
hoy indexados por inflación. Además, como parte del beneficio de la pensión,
toda persona de más de 70 años tendría un seguro básico de salud.
Solo recibirían la pensión completa
quienes no tienen pensión alguna. Aquellos que reciben pensiones de las AFP
inferiores a los 300 soles recibirían la diferencia.Esta pensión debe
financiarse con los impuestos indirectos, por ejemplo con una fracción de total
de larecaudación del impuesto general a las ventas. Se mantendría el beneficio
que otorga Pensión 65 a aquellos entre 65 y 70 años en situación de pobreza.
Sin embargo, luego de los 70 años no tendría sentido que Pensión 65 siga
existiendo.
El primer beneficio de esta reforma
sería extender el derecho humano de una pensión a todas las personas mayores a
70 años. En otras palabras, nuestro sistema previsional tendría cobertura
universal y sería mucho más solidario de lo que es ahora. El segundo beneficio
sería que habría mayor acumulación de capital humano al tiempo que se
reduciría, en alguna medida, la informalidad laboral. En tercer lugar, se
vincularía la pensión de jubilación con la atención básica de la salud, que es
una preocupación acuciante a medida que las personas envejecemos. Además, al
eliminar el ahorro forzoso, se fomentaría la aparición de productos financieros
eficientes y competitivos para atender las necesidades de jubilación sobre la
base del ahorro voluntario. El actual sistema es poco eficiente como lo
atestigua la enorme divergencia entre la rentabilidad de las AFP y la de los
fondos que administran. Por ejemplo, en el 2015, la rentabilidad de las AFP fue
de 18.3% mientras que la de los fondos de los afiliados estuvo entre 2.4% y
5.9%.
Finalmente, la reforma que propongo
sería fiscalmente responsable pues el costo de cubrir la pensión universal,
incluyendo el seguro básico de salud, sería esencialmente compensando por el
aumento en la recaudación por lamayor acumulación de capital humano y el
incremento en la formalidad laboral, por las menores distorsiones sobre la
actividad económica, así como la caída en los costos de recolección y
administración de impuestos.
Referencias
Cruz-Saco, María Amparo, Juan
Mendoza, Carla Moreno, Bruno Seminario y María Alejandra Zegarra (2014). “El
Sistema Previsional del Perú: diagnóstico 1996-2013, proyecciones 2014-2050 y
reforma”, Documento de Investigación DD/14/11, Universidad del Pacífico.
Levy, Santiago (2014). “Las pensiones
de retiro en América Latina: ¿A dónde vamos?, presentación en el XII Seminario
Internacional FIAP, Mayo.
Organización de Cooperación y
Desarrollo Económicos, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo
(2015). “Panorama de las pensiones: América Latina y el Caribe”, BID.
Webb, Richard (2014). “Las AFP”,
artículo de opinión en El Comercio, 04-Ago-2014.
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