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viernes, 4 de marzo de 2016

EL FIN DE LAS IDEOLOGÍAS EN EL PERÚ




¿Hay o no ideologías en el Perú? Para Alberto Vergara la política de la epopeya y la gesta ha acabado. Ya no hay temas sustanciales en debate o propuestas radicales de transformación, solo ausencia de contenido y gestos formales. Cero, o casi cero, ideología. La actual campaña presidencial sería prueba de ello. En cambio, para Santiago Pedraglio siguen existiendo proyectos en disputa. La ideología neoliberal que se mantiene desde Fujimori o el proyecto reformador del Humala del 2011 serían ejemplos concretos.

De cierta manera ambos autores tienen razón. Para empezar habría que diferenciar niveles de análisis. Ciertamente hay un orden convencional instituido desde la década de los noventa. La política neoliberal, un conjunto de instituciones y prácticas, administra el actual escenario. Su sentido está muy arraigado y podría ser simplificado así: “nada debería detener a las fuerzas del mercado, ¡viva lo privado, abajo lo público!”

Pero la política neoliberal no está libre de disputa, nunca lo estuvo. Grandes cantidades de conflictos sociales, el antiguo Humala (el del 2006 y en menor medida el del 2011) y el histérico discurso que sataniza a Velasco; elementos que dan cuenta de una activa lucha por el significado de la política, aunque su intensidad sea por el momento relativamente incipiente. La cuestión es que hay conflictividad, y no es un mero gesto formal.

Ahora bien, no creo que esto se contradiga con el fin de la política como un tipo de epopeya. Mucho ha cambiado desde la década de los ochenta, empezando por la desaparición de una amplia militancia de izquierdas casi religiosa, cuya obsesión por el proyecto transformador y el partido era dogmática. La lucha por el sentido no tiene una organización estable ni una solución sistémica para todos los problemas (quizás ni interese). Los temas puntuales han cobrado gran relevancia y las adhesiones políticas varían rápidamente. Además, hay una mayor valoración de la proximidad entre las candidaturas políticas y la gente, lo cual ya no pasa siempre por grandes mítines.


En suma, creo que hay un trasfondo ideológico en el Perú no exento de conflictos. Esto va acompañado de otras percepciones en torno a la política y que requiere determinados gestos, diferentes a los de antaño. Así, gesto y gesta no necesariamente tendrían que ir separados.

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