ANALISIS por Patricia Zárate:
Estamos viviendo unas elecciones presidenciales inéditas por la pandemia.
Según CEPAL, América Latina ha sido el continente más golpeado, por su alta
informalidad y carencias, que se han exacerbado con la crisis sanitaria y
económica haciéndonos retroceder en varios aspectos, incluso en temas de
hambre, que creíamos haber superado.
Y durante todo este tiempo, ha habido una ausencia de representación
política o siquiera un vínculo con un líder. Es así que, durante la campaña,
ninguna candidatura despertaba mayor entusiasmo. Al final, sin embargo, llega
un profesor cajamarquino, con experiencia gremial y política, pero de aspecto
sencillo, que, sin profundizar en planes de gobierno, era visto como “alguien
como yo” (19%), la principal razón para votar por Castillo en primera vuelta,
la segunda fue por sus propuestas (13%). Por otro lado, la principal razón para
votar por K. Fujimori fue por su padre (40%) y en segundo lugar por ser mujer
(13%).
Fujimori tiene una cuesta arriba demasiado complicada, 20 puntos
porcentuales en la encuesta del IEP. Ella solo gana en la capital y en los niveles
socioeconómicos más altos. ¿Se puede revertir esta tendencia? Si bien 37% aún
no se ha manifestado por ningún candidato, está ese sentimiento de esperanza
que se observa cuando los encuestados hablan espontáneamente de por qué votarán
por Castillo, difícil será luchar contra eso. Los vínculos emocionales parecen
ser lo más importante para el 6 de junio. El problema es que hay que resolver
demasiadas cosas urgentes luego. Gobernar un país muy golpeado por la crisis no
será sencillo.
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