En el reciente proceso electoral, un importante sector de votantes se ha
expresado de manera inesperada por segunda vez consecutiva. Entender y
comprender esta manifestación de psicología social, puede ayudar a atender su
clamor. Pero las interpretaciones se van por las ramas, omitiendo este anhelo
social, que busca un cambio profundo en el régimen político. Al respecto, hago
las siguientes observaciones.
Los resultados del reciente sufragio han dado lugar a muchas
interpretaciones, analizando diversos aspectos de la campaña electoral y
actitudes de los candidatos principales. Pero precisamente, por ser resultados,
se necesita revisar el proceso para visionar la gestación de los hechos, que
son los que determinan el fenómeno social en que las personas destacadas,
aparecen como parte del mismo.
Se trata entonces de examinar hechos y no solamente personas. Pero es
frecuente atribuir a las personas destacadas, méritos y deméritos, de los
cuales, no siempre, son autores, pudiendo ser frutos de las circunstancias. En
este caso, nos alegra el triunfo electoral de Pedro Castillo, pero debemos
cuidarnos de no perder el sentido de los hechos. Solo así, podremos aprovechar
la oportunidad favorable y, ayudar sin caer en falsas expectativas.
Se dice que la izquierda ha ganado en primera vuelta y empezamos a soñar,
porque no analizamos las condiciones que rodean este suceso. En efecto, el
candidato de Perú Libre, sorpresivamente, obtuvo la más alta votación en la
primera vuelta electoral con un 19.1% de los votos, superando a los demás
competidores. Pero esto, no significa que la izquierda en general y Perú Libre
en particular, tengan ya, el poder político en sus manos. Veamos.
En 1985, IU liderada por Barrantes obtuvo el 21% de la votación y 64
escaños: 14 senadores (5 del PUM) y 50 diputados (15 de UNIR), producto de 1
millón 600 mil votos. Obviamente, fueron otras las circunstancias, pero no fue
una sorpresa. Los votos fueron emitidos por convicción y no por exabrupto social.
No obstante, IU decidió no participar en la segunda vuelta por cálculo político
en ese momento histórico. Actualmente la situación es distinta y sin restar
méritos a PL, es preciso hacer una reflexión fríamente.
A riesgo de ser mal interpretado, los resultados de la ONPE me dicen que
la derecha en conjunto habría obtenido el 73% de los votos y la izquierda en
conjunto, el 27% (PL, JPP y FA). Consecuentemente, la derecha habría obtenido
88 curules y la izquierda 42. ¿Cómo? ¿Entonces quienes ganaron las elecciones?
Según este enfoque, podríamos decir que, el gobierno ya ha sido elegido, y está
compuesto por ocho agrupaciones políticas: 6 bancadas de derecha y dos de
izquierda. Ahora solo falta elegir al administrador de sus decisiones.
¿Pero cómo? ¡Eso quiere decir que, tendremos un gobierno de derecha! Eso
ya está definido. Se gobierna mediante leyes y estas, las aprueba el Parlamento
de las ocho agrupaciones, en el que la derecha tiene amplia mayoría. Estos son
los hechos. En segunda vuelta se elegirá al Presidente ejecutivo, el que se
encarga de ejecutar las decisiones del Parlamento. Por eso, hablamos del Poder
Ejecutivo. Este no puede salirse del marco legal que dispone el Poder
Legislativo.
El presidente a elegir en segunda vuelta, puede ser de izquierda o de
derecha, pero tendrá que manejar la situación de una manera que facilite su
labor ejecutiva. Si el presidente tiene mayoría de votos en el Congreso de la
República, entonces su labor no tendrá mayores inconvenientes. Si no lo tiene,
tendrá que hacer concesiones que le permitan contar con suficiente apoyo
parlamentario para facilitar su labor.
Por el contrario, si no hay entendimiento entre Legislativo y Ejecutivo,
las relaciones serán conflictivas. Por ejemplo, el ex presidente Belaunde Terry,
en su primer gobierno tuvo un Parlamento de oposición que le impedía cumplir
sus promesas electorales, cayendo en desprestigio y terminó siendo depuesto.
También somos testigos de lo que hizo la mayoría absoluta que tuvo el
fujimorismo antes de la disolución del Parlamento antepasado. Pero ahora, son
otras las circunstancias.
Entonces, para la segunda vuelta, sería preferible para la derecha
parlamentaria, se elija como administrador político a uno de derecha, siempre y
cuando, sus discrepancias no lleguen a la confrontación. En cambio, de elegirse
uno de izquierda, el Parlamento mayoritariamente derechista le tendrá tirria.
Salvo que haya concesiones políticas entre las partes. Pero eso, significa
declinar principios, lo cual, podría ser funesto, como sucedió ya en el
“gobierno de la convivencia” oligarquía/aprismo.
De modo que, en la campaña para la segunda vuelta, los candidatos podrán
ofertar muchos atractivos, pero de nada servirá, porque ello, depende de lo que
decida el Parlamento ya elegido. Pero cualquiera que sea el resultado de la
segunda vuelta, el panorama que afrontará el Ejecutivo, es sombrío, pues no hay
condiciones favorables para una gestión exitosa, ya que la pandemia y la crisis
económica, lo impedirán previsiblemente.
Un gobierno de derecha podrá contar con apoyo político financiero de
nuestros depredadores a cambio del patrimonio nacional, pero el problema no es
solo de dinero. Es el deterioro mundial el que condiciona lo que puede hacer
cada país. Ninguno por sí solo, aunque su gobierno no tenga oposición, podrá
salir airoso de la catástrofe mundial que involucra a todos. Si no hay pronta
recuperación, las condiciones de vida de la población se agravarán sin que los
bonos de auxilio sean suficientes. Todo tiene un límite.
Dicho lo anterior, paso a resaltar algunos hechos en retrospectiva. El
proceso histórico es una concatenación de hechos sucesivos que se
retroalimentan de sus efectos. De este modo lo que sucede hoy, tiene relación
con lo que sucedió ayer y más atrás. Pienso por ello que, desde las elecciones
parlamentarias del 2020, un gran sector de la población electoral ha
reaccionado frente a una situación de deterioro moral de los políticos
conocidos, optando por favorecer a los desconocidos, o que no tienen
antecedentes negativos. Ver,
https://wordpress.com/post/republicaequitativa.wordpress.com/1429
En esa oportunidad, actuando más por desengaño que, por convicción, el
electorado nos sorprendió con resultados imprevistos, pues el FREPAP, partido
político de la secta religiosa “israelitas” apareció con una alta votación,
ocupando el segundo lugar, seguido por la agrupación “Podemos Perú” en la que
destacaban los militares Daniel Urresti y Antauro Humala, líder de los
reservistas etno caceristas. ¿Qué pasó? Desde entonces se veía ya que, un
sector importante del electorado actuaba por desengaño, pero no se le dio
importancia.
¿Qué nos dice este hecho? Que los electores “probaron” con estos partidos
esperanzados de que harían labor positiva. Pero no fue así, y fueron
repudiados, a tal punto que se desató la ira popular con saldo de muertes,
cuando el presidente del Parlamento asumió la presidencia provisional del
Ejecutivo, después de vacar al titular. Para calmar la ira, se tuvo que
designar otro presidente provisional entre los congresistas menos cuestionados.
Es así como llegó Sagasti a palacio, pero también ha desengañado al
electorado, perjudicando a su partido. Consecuentemente, esos partidos sorpresa
han sido rechazados en estas últimas elecciones, pues han quedado fuera por
desengaño, y el partido Morado de Sagasti, de haber tenido el 7. 40% en el 2020,
ahora ha quedado fuera al no pasar la valla. Vemos aquí claramente, la
persistencia de un estado de ánimo adverso a los políticos que desengañan.
Podríamos decir entonces que, en las últimas elecciones dicha tendencia
observada en el 2020, de votar más por desengaño que por convicción, se ha
vuelto a manifestar ahora, favoreciendo la candidatura de Perú Libre, con la
esperanza de tener un presidente sin los antecedentes de los otros candidatos.
Pero el peligro es enorme para la izquierda, porque si hay desengaño, podría
ser desastroso para ella.
Esta es una gran responsabilidad para la bancada de Perú Libre (37
congresistas muchos de ellos primerizos, frente a 88 de derecha con muchos
maniobreros). Esta responsabilidad alcanza a la bancada de JPP (5 congresistas)
si no hay sectarismos. Pero también es nuestra responsabilidad aportar para que
la izquierda parlamentaria cumpla con un rol digno. De lo contrario, el
deterioro de la imagen de la izquierda podría ser fatal.
En estas condiciones, ¿Conviene ganar en segunda vuelta? Keiko tiene una
Espada de Damocles pendiente en el Poder Judicial, que podría enviarla a la
cárcel. Entonces, también pesa en los cálculos los previsibles sucesos
posteriores. Sobre esto, también es bueno discutir para ver posibilidades. Pero
aquí me quedo, esperando que no me maleteen por dar una opinión divergente.
Escribe: Milciades Ruiz
Abril 16.2021
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