En la mayoría de casos, la pascua les traerá a los aspirantes a colarse
en la segunda vuelta noticias ingratas.
El simulacro de votación que conoceremos mañana no será definitivo, pero
dejará a varios postulantes presidenciales en un trance muy difícil. No nos
referimos, por cierto, a los Santos o los Alcántaras, que siempre supieron que
esta aventura era para ellos el sueño de una siesta de verano, sino más bien a
aquellos que en algún momento creyeron que la hacían. ¿Cómo va a hacer, por
ejemplo, Daniel Urresti para explicar por qué bruscamente se le corta la risa?
¿A qué mano negra responsabilizará esta vez Julio Guzmán de su infortunio? ¿Qué
tautología ensayará ahora César Acuña para justificar lo mal que luce su futuro
electoral inmediato?
Un trago desagradable, sin duda, es el que los espera a todos ellos… pero
hay otros a los que les va a ir peor. En el fondo, los aspirantes
presidenciales a los que acabamos de aludir saben hace semanas que el tren de
las auténticas chances de colarse en la segunda vuelta partió sin ellos hace
rato. Y saben asimismo que nosotros también lo sabemos. La dosis de vergüenza
que tendrán que encajar, en consecuencia, es moderada.
Los que sí tendrán que chupar limón mañana, y rancio, son en cambio
aquellos candidatos que hasta hoy están que se empujan entre sí alimentando la
fantasía de que ya están en la segunda ronda, y pronto recibirán la
notificación de que quizás hayan estado exagerando un poco en las notas épicas
de su discurso triunfal.
—Ni pascua, ni resurrección—
Nos referimos, desde luego, al cuarteto tempestad que conforman Rafael
López Aliaga, Verónika Mendoza, Hernando de Soto y Keiko Fujimori. Con matices
y medicaciones distintas, ellos se han insinuado, en efecto, como seguros
participantes del segundo tiempo del partido que empezará a disputarse el
próximo domingo en las ánforas.
El pase de Yohny Lescano a la siguiente etapa de la competencia, por lo
que parece, lo asumen ya como una calamidad inexorable. Pero en lo que
concierne a la identidad del contendor que él tendría que enfrentar en ese
nuevo escenario, se presentan convencidos de que ellos mismos serán. Sobre
todo, cuando uno los escucha perorar: si los sondeos divulgados por los medios
no los favorecen, tienen otros a la mano que los catapultan a una distancia del
puntero que se confunde con el margen de error, o han conocido en la calle un
respaldo que esas encuestas no registran. Si hasta hace poco la pérfida prensa
los ignoraba para perjudicarlos, su impecable performance en el debate de la
semana que termina los ha convertido en los héroes indiscutidos de jóvenes y
desposeídos. Y si los programas de gobierno son el argumento llamado a definir
quién constituye la mejor oferta para la ciudadanía, pues el suyo ya fue
reconocido por alguna instancia de autoridad venerable como un documento
iluminado.
La verdad, sin embargo, es que el reporte de mañana no puede traerles
buenas noticias a todos. En el caso de uno, o quizás dos, el simulacro de Ipsos
permitirá alentar todavía la esperanza de un rincón en el podio que
aparentemente dominará el representante de Acción Popular. Pero los otros, nos
tememos, tendrán un domingo que no será de pascua ni de resurrección. Saldrán
de seguro a buscar sus huevos de chocolate como hacían de niños, pero si los
encuentran, descubrirán que el chocolate con el que han sido elaborados es
amargo y que la sorpresa, si la hay, habría sido mejor evitarla.
Una intención de voto estancada o repentinamente encogida sería para López
Aliaga, por ejemplo, una flagelación de la que su alma difícilmente saldría
fortalecida. Y un nuevo desbande de potenciales electores hacia los predios de
Pedro Castillo (que vive en el bosque) sería para Verónika Mendoza una
circunstancia que la obligaría a echarle una segunda miradita a ese espejo
embrujado que solía decirle que ella era la soberana de la izquierda.
A Hernando de Soto, mientras tanto, la perspectiva de estarse enrumbando
hacia un destino peor que el de Vargas Llosa en las urnas tiene que hacérsele
más agobiante que el reto de atinar con la concordancia correcta en una oración
castellana. Y a Keiko Fujimori, finalmente, la imposibilidad de siquiera llegar
por tercera vez segunda en estos comicios presidenciales le anunciaría el retiro
definitivo de la política.
Habrá notado seguramente el observador acucioso de la realidad nacional
que, a pesar de que conserva todavía una posición expectante en las encuestas,
no hemos incluido en esta lista de los potenciales desengañados de mañana a George
Forsyth, por lo que debemos apresurarnos a aclarar que ello no obedece a un
descuido. Lo que ocurre es que, a juicio de esta pequeña columna, él solo
caería en la cuenta de las eventuales consecuencias negativas de una cifra
desalentadora pasado mañana.
—Vía crucis extendido —
Dicho todo esto, sin embargo, tenemos que hacer una confesión. Por
increíble que parezca, muchos votantes vemos con secreta envidia la situación
que viven estos aspirantes al poder, pues por lo menos para uno de los cuatro
el domingo pascual traerá una buena noticia. Para nosotros, en cambio, la
constatación de que alguno de ellos pasará a la segunda vuelta con Yohny
Lescano –Eloi, Eloi, ¿por qué nos has abandonado?– no será sino una extensión
del vía crucis.
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