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Durante meses la campaña de Donald Trump ha estado bajo
investigación por parte de diferentes autoridades de los Estados Unidos por la
manera en que se llevó a cabo en las plataformas digitales. Se ha hablado de
'bots' rusos y granjas de troles en San Petersburgo, y esas mismas
investigaciones han llevado hacia Cambridge Analytica (CA), una empresa de
datos digitales que cuenta con información personal de más de 230 millones de
votantes en Estados Unidos a los que puede persuadir con mensajes e imágenes.
CA se ostenta de ser el artífice principal del triunfo de Trump.
Esta empresa, que es de reciente creación, forma parte del
grupo Strategic Communication Laboratories (SCL), de origen británico y que
está en el mapa hace ya casi tres décadas. Los orígenes de la SCL estuvieron en
campañas militares de desinformación, principalmente en Medio Oriente y Asia
Central, y después mudaron sus intereses y estrategias a las campañas
electorales, participando en más de veinticinco procesos alrededor del mundo en
lugares como Ucrania, Sudáfrica, India y Colombia desde 1994. CA fue creada en
2013 para participar directamente en los procesos electorales estadounidenses
(ya lo ha hecho en 44 de ellos) aunque en el exterior tuvo un proceso relevante
en las campañas a favor del Brexit.
"Aunque parece ser claro el papel que desempeñaría la
empresa en la elección mexicana (similar a lo que hizo con Trump y el Brexit),
no es tan nítido para quien trabaja".
Steve Bannon, uno de los principales consejeros de Trump en
la campaña y los primeros meses de gobierno, fue vicepresidente de la compañía,
mientras que el millonario ultraconservador Robert Mercer es el principal
accionista. Mercer además invirtió en Breitbart News, que también dirigía
Bannon y que fue un gran apoyo para Trump. No es difícil sacar conclusiones de
la importancia de la empresa digital en las elecciones y la política
estadounidense. En Inglaterra, la empresa fue acusada de utilizar tácticas
deshonestas que favorecían a sus clientes, los cuales estaban a favor del
Brexit.
Cambridge Analytica en México
En México, CA abrió sus oficinas en 2016 y ya participa en la
promoción de marcas y otras cuestiones comerciales, pero también es de su
interés participar en la política y las campañas electorales, según declaró en
una entrevista Alexander Nix, el CEO de la empresa. Recientemente, el periódico
mexicano El Financiero (en alianza con Bloomberg) publicó una investigación
donde muestran mensajes de reclutamiento enviados por Arielle Karro, jefa (o
exjefa) de operaciones de CA en México. Aunque parece ser claro el papel que
desempeñaría la empresa en la elección mexicana (similar a lo que hizo con
Trump y el Brexit), no es tan nítido para quien trabaja.
Alexander Nix, presidente de Cambridge Analytica, durante la
cumbre Concordia. Nueva York, 19 de septiembre de 2016. / Bryan Bedder / GETTY
IMAGES NORTH AMERICA / AFP
Algunas voces aseveran que la empresa estaría trabajando para
José Antonio Meade, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Otras especulan que su cercanía es con políticos ligados al Partido Acción
Nacional (PAN), bastión de la derecha en México. Cualquiera que fuera el
cliente, la participación presenta dos problemáticas legales:
A partir de los 100.000 pesos (5.000 dólares) los proveedores
de servicios necesitan estar en el Registro Nacional de Proveedores del
Instituto Nacional Electoral (INE) y, hasta la fecha, CA no aparece en dicho
registro por lo que su participación podría constituir un delito en materia
electoral;
En México, la Constitución y la Ley Federal de Protección de
Datos Personales preservan nuestra información personal, por lo que para poder
ser usada en perfiles psicométricos como los que realiza CA los ciudadanos
debemos dar nuestro consentimiento de forma explícita, de otra manera se
estaría violando nuestra privacidad y nuestros derechos.
¿Es Cambridge Analytica la única empresa en el mundo que hace
eso? No, ahí están las granjas de troles en China, India, México o Rusia. La
periodista española Marta Peiranos, especialista en temas de seguridad y
derechos en Internet y criptografía digital, afirma que la razón por las que
muchas de estas granjas se encuentran en estos países es por la misma que
empresas de otros ramos industriales (la automotriz o textil por ejemplo) se
establecen ahí: la electrónica y la mano de obra es barata, la legislación laxa
y hay tarifas más bajas en la electricidad. Peiranos reitera que son negocios
globales y no nacionalistas. Ya una década antes de las granjas de troles rusos
o las manipulaciones de jóvenes macedonios en la política estadounidense para
ganar dinero, en la serie estadounidense 'Breaking Bad' se ejemplificaba la
manera de intervenir ordenadores en Canadá desde Bielorrusia para lavar dinero
para un traficante en Nuevo México. Todo es parte del 'turbocapitalismo'.
"Los tiempos actuales, donde el valor combinado de diez
multinacionales es equiparable al PIB de los 180 países más pequeños del mundo,
nos obligan a replantearnos el papel de las corporaciones y el mercado como las
principales amenazas a las democracias, y eso incluye a las plataformas
digitales".
De hecho en el artículo 'Troops, Trolls and Troublemakers: A
Global Inventory of Organized Social Media Manipulation', Samantha Bradshaw y
Philip Howard, del Computational Propaganda Research Project (COMPROP) de la
Universidad de Oxford, analizan las granjas de troles y 'bots' en 28 países,
desde Venezuela y Rusia hasta Inglaterra y Alemania, con parámetros y comportamientos
similares en la mayoría de ellos. Lo mismo los peñabots del PRI en México que
los "seguidores" del BJP en India o los troles y 'bots' de los
republicanos y demócratas en Estados Unidos. Es el marketing digital y las
operaciones psicológicas (psyops) más que el contenido político o programático
lo que ha tomado por asalto el escenario de las batallas electorales.
El 'turbocapitalismo'
En este contexto, la mayoría de los periodistas y analistas
mexicanos han abordado el papel de las redes sociales desde la óptica
estadounidense y en relación a sus fobias y filias políticas. Exposiciones
panfletarias algunas y coyunturales la mayoría. Arturo Sarukhan, exembajador de
México en Estados Unidos, escribió uno de los artículos mejor logrados al
respecto, al señalar la complejidad que envuelve a la manipulación cibernética
y que la dislocación socioeconómica producto de la desindustrialización tiene
más peso en el triunfo de Trump o del Brexit que las noticias falsas, aunque
también reconoce la contribución de CA en ambos procesos.
En lo que difiero con el exembajador es en las conclusiones,
ya que para él estas giran en torno a la reedición de una Guerra Fría donde la
narrativa de Rocky IV vuelve a ponerse de moda. Pero, ¿si la transformación de
la economía es global y el poder de las corporaciones y el crimen organizado
quedan de manifiesto a lo largo y ancho del planeta, por qué la principal
amenaza es otro país? No somos ingenuos y la geopolítica es una realidad,
regida por intereses y no por buenas intenciones. Esa realidad aplica para
Estados Unidos, Rusia, Inglaterra o México. Pero la importancia y
preponderancia de los Estados-nacionales ya no es la misma que cuando se firmó
el Tratado de Versalles ni en los Acuerdos de Bretton Woods.
"Ante las noticias falsas o la manipulación psicológica
en redes sociales, sea por motivos políticos (nacionales o internacionales) o
de inspiración económica, lo que nos queda es denunciar la mentira".
Los tiempos actuales, donde el valor combinado de diez
multinacionales es equiparable al PIB de los 180 países más pequeños del mundo
(con países como Colombia, Indonesia, Israel y Sudáfrica incluidos), nos obligan
a replantearnos el papel de las corporaciones y el mercado como las principales
amenazas a las democracias, y eso incluye por supuesto a las plataformas
digitales y dilucidar cuanta democracia cabe en Internet. Mientras que Sarukhan
describe el fenómeno como Guerra Fría 2.0 y Marta Peiranos nos habla de un
capitalismo 3.0, el autor de estas líneas considera como principal problema el
'turbocapitalismo'. Sobra decir que estas consideraciones no son mutuamente
excluyentes sino que pudieran ser colectivamente exhaustivas.
Ante las noticias falsas o la manipulación psicológica en
redes sociales, sea por motivos políticos (nacionales o internacionales) o de
inspiración económica, lo que nos queda es denunciar la mentira. Una sociedad
que pretende ser democrática debe desterrar la falsedad y el engaño como bases
de la comunidad política y ciudadana. No todas son malas noticias en ese
sentido. Hace un par de días vio la luz un proyecto colaborativo de periodismo
llamado 'Verificado 2018', que tendrá como objetivo combatir este tipo de
manipulaciones y que promete ser un importante faro guía en la ruta electoral.
Ya hablaremos de eso con detenimiento.
FUENTE: Javier
Buenrostro
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son
de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el
punto de vista.
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