Richard Arce del Frente Amplio: por
sus frutos los conoceréis
Parafraseando un pasaje bíblico
podríamos decir: “Por sus hechos los conoceréis”. Este antiguo proverbio es de
gran utilidad en el ámbito político donde abunda la demagogia y las poses
falsas para encandilar a la gente. Viene al caso la declaración de un
congresista del Frente Amplio, procedente del partido socialista, cuyo nombre
no es lo que interesa sino los hechos, pues nos permiten polemizar sobre el
concepto de izquierda que manejamos de distinta manera.
En amplia entrevista promocional en
el diario UNO del 19 del presente, se le preguntó: ¿Usted se considera un
congresista de izquierda? A lo que contestó: “Por supuesto, y de profundas
convicciones: y soy hombre de izquierda porque siempre me ha indignado ver la
injusticia y el abuso en todos lados”. Entonces, tenemos aquí una discordancia
haciendo que se le crucen los chicotes a sus seguidores pues los hechos de este
congresista no concuerdan con sus palabras.
¿Cómo es esto? Presume ser de
izquierda pero repite lo que dice la derecha pro imperialista contra Maduro y
vota con la derecha en una resolución del Parlamento de solidaridad con la
oposición al gobierno venezolano. Dice ser de izquierda pero vota con la
derecha la propuesta de declarar “héroes de la democracia” al comando militar
del fujimorismo “Chavín de Huántar”. Vaya uno a saber qué entiende por
izquierda este dirigente político mentor del movimiento “Nuevo Perú”.
En las imágenes que nos coloca ante
los ojos la prensa cómplice de las maniobras contra el gobierno de Venezuela
sobre las marchas de protestas, no se observan sin embargo, gremios de
trabajadores sindicalizados ni campesinos, ni organizaciones populares que
serían los más lastimados por un régimen dictatorial. ¿No es esto, evidencia
suficiente para darse cuenta de que no es tan cierto lo que nos informan? O,
hay incapacidad en la izquierda para darse cuenta de esta jugada derechista. Al
gobierno de Velasco se le hizo casi lo mismo en complicidad con el partido
aprista pero no prosperó y sus enemigos tuvieron que buscar otra vía para
derrocarlo.
Son muchos los ejemplos de políticos
que hacen alarde de sus posturas pero son los hechos los que definen su
verdadera vocación. Los cuatro últimos presidentes de la república se rasgaban
las vestiduras diciendo que luchaban contra la corrupción. Estas eran meras
palabras pero en los hechos es todo lo contrario. Se destapó la olla y allí
estaban los facinerosos acompañados de otros líderes mermeleros. Muchos
políticos inescrupulosos fingen con cinismo increíble y solo nos damos cuenta
de ello a la hora de la verdad cuando ejercen labores de gobierno estando en el
legislativo y ejecutivo.
Los camaleones tienen esa virtud de
mimetizarse para lograr sus objetivos. Eso mismo, hacen los camaleones
políticos pues se tiñen del color del entorno ideológico, repiten el léxico
doctrinario, enarbolan las consignas populares, simulan radicalismos y hasta
osan liderar agrupaciones para negociar representaciones. Pero tampoco se puede
aventurar calificativos de buenas a primeras, ya que muchos actúan de buena fe
aunque equivocadamente y solo el tiempo prudencial nos permitirá conocerlos
mejor a través de sus hechos.
Claro que toda persona tiene derecho
a pensar y obrar como mejor le parezca respetando o no, el marco ideológico. Es
su manera de responder a una problemática y deberíamos respetar su posición
aunque no la compartamos. Solo hay que medir sus intervenciones para esclarecer
confusiones sin presionarlo indebidamente porque en definitiva serán los hechos
los que nos dirán hasta qué punto podemos contar con ellos. Ya está. No
deberíamos por lo tanto, ofender a nadie por pensar de manera diferente.
Respetos guardan respetos. El sectarismo es el peor enemigo de la izquierda.
Pero, ¿a qué viene todo esto? A que
tenemos confusiones respecto a lo que se entiende por izquierda y muchos
conceptúan que el Frente Amplio es una agrupación de izquierda. Eso no es
exacto y los enfrentamientos internos lo dicen porque no es lo mismo un frente
de izquierda que uno combinado con derechistas aunque los presentemos como
“progresistas”. No obstante, se siguen formando frentes políticos multicolores
y no sólo de izquierda, pues las circunstancias así lo determinan.
Los promotores son conocidos porque
no es la primera vez que lo hacen. Ya han fracaso en lo mismo y aun teniendo la
experiencia con Humala, con el Frente Amplio y otros frentes, insisten en
asirse a membresías ajenas solo por carecer de escudo propio. Bueno, pero esa
es una opción legítima amparada por el fraudulento régimen electoral que
permite el “vientre de alquiler” y para muchos, por encima de todo, hay que ser
prácticos. Esto era lo que decían los líderes apristas cuando su partido era de
izquierda pero los hechos de esa lógica los llevó a la claudicación sin moral.
Debemos considerar sin embrago que
presentarse con una careta prestada es en cierto modo un fraude contra la fe
pública y la izquierda pierde identidad para camuflarse bajo las banderas de un
frankenstein no natural. Estos son los hechos que definen la calidad política
de los representantes de una izquierda que ha venido perdiendo credibilidad
precisamente por sus actos. Nadie imaginó que los ultras de ayer terminarían
arriando sus banderas entregándose sin dignidad. Frente a ello, surge la
necesidad de ir al rescate de la izquierda recuperando sus valores ideológicos
y su accionar auténtico.
No es una tarea fácil ni podemos
esperar dividendos inmediatos. Muchos desean disfrutar ya de sus habilidades
histriónicas por cuenta del Estado y prefieren un trabajo electorero de pronto
resultado en beneficio personal principalmente. Pero no se trata de un reto
personal sino de una misión social que está por encima de lo electoral. Si se
han perdido los objetivos ideológicos no tendremos un rumbo definido y
estaremos a la deriva sin saber a dónde ir. Entonces hay que retomar el rumbo
por el que han muerto ya muchos precursores del socialismo peruano.
¿Y qué significa ser de izquierda?
¿Hay una sola izquierda o hay tonalidades diversas? Independientemente del
origen histórico de este vocablo político extraigo a colación el gráfico de mi
libro “Trazos para una República Equitativa” al desarrollar el tema sobre
Fisiología Política. Como se puede apreciar, en un plano geométrico horizontal
de 180°, se juntan en el centro dos ángulos de 90°, determinando una línea
fronteriza entre el lado derecho y el izquierdo.
Es fácil deducir que en los extremos
opuestos tenemos la ultra izquierda y la ultra derecha. A partir del centro hay
diversas posiciones hacia la izquierda y hacia la derecha. Son muchas las
variantes que hay en cada lado, desde las más moderadas hasta las más
radicales. Los que están cerca de la frontera son los más propensos a emigrar
al bando contrario de manera ocasional mayormente. A los moderados de la
derecha se les dice ahora “progresistas” para diferenciarlos.
En las variantes de izquierda están
los socialistas en diverso grado y los que no lo son. Si hay convicciones
sólidas como sucede con quienes se guían por los principios del materialismo
científico no habrá duda de que se mantendrá leal y honestamente en la
izquierda. Pero en todo caso, este esquema visual es solo eso. Nada es estático
y las movilizaciones dependen de muchos factores condicionantes. Nada es
absoluto ni definitivo en la dialéctica de la vida. De manera ocasional puede
haber coincidencias no estructurales con las propuestas no izquierdistas pero
en lo fundamental no es ético claudicar. Nuestro deber es ser consecuente con
nuestros ideales doctrinarios.
Es verdad que las injusticias y
abusos indignan, pero ello no es determinante para considerarse de izquierda
como afirma tal congresista, porque no tenemos esa exclusividad. Muchas
personas de derecha también tienen sentimientos similares y hasta luchan contra
esos males siempre que no afecten el sistema que los ampara, y grupos políticos
de derecha propugnan programas sociales con esos argumentos. Kuczynski se
indigna por la injusticia en salubridad, pero no por ello es izquierdista, como
tampoco lo era la misionera Teresa de Calcuta.
Lo que distingue a un izquierdista es
su ideología respecto al sistema de dominación imperante propugnando un cambio
en la estructura que condiciona los males sociales que son producto de su
funcionamiento. Esta visión no es por susceptibilidad lastimera simplemente,
sino por la toma de consciencia de que esos males son sistémicos y que no hay manera
de eliminarlos sino cambiando la estructura que los origina. Esto es lo
fundamental aunque haya discrepancias en las maneras de lograrlo.
Por el contrario, los grupos sociales
beneficiarios del sistema aspiran a que se conserve y se perfeccione sin cambiar
su naturaleza estructural. Esta divergencia entre conservadores y renovadores
se repite en todo el pasado histórico y los hechos nos dicen que siempre
triunfan las fuerzas de la renovación. Por ello fue que el capitalismo derrotó
a la monarquía como en su momento el capitalismo será también derrotado por su
negación enarbolando las banderas de mejores condiciones de bienestar humano.
Abolir el sistema de dominación vigente es una aspiración de las clases
sociales dominadas y quienes promueven el cambio de sistema son claramente
izquierdistas.
Si estamos claros en ello, podremos
ver los intereses que se mueven tras los sucesos políticos en nuestro país y en
el mundo en esa lucha histórica. Podremos interpretar con mayor acierto las
jugadas de la derecha en colusión con las empresas de la prensa, podremos
protegernos de las influencias manipuladoras de la derecha y defender mejor los
intereses populares. En ese sentido, será de gran ayuda fomentar el
conocimiento doctrinario y técnico en nuestras filas, abriendo los espacios de
diálogo y aprendizaje sobre todo para las jóvenes generaciones.
Soy consciente de que lo dicho líneas
arriba tiene mucho de polémico, pero asumo el costo. La ilusión es motivar
reflexiones y extraer algo de utilidad para avanzar en nuestras aspiraciones.
Después de todo, así como hay un esquema horizontal de la fisiología política
también hay el esquema vertical en el que, en su parte baja las maquinaciones
políticas casi no existen pero a medida que ascienden hacia las cúpulas se empoderan
progresivamente hasta convertirse en lo principal.
FUENTE: Milcíades Ruiz
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