Jari
Lavonen, El decano de Helsinki desgrana las claves del éxito finlandés en el
primer Simposio Internacional sobre la Formación Inicial de los Maestros celebrado
en Barcelona.
Sus
alumnos son los que empiezan la escuela más tarde (a los siete años), los que
menos horas de clase tienen, de los que menos deberes hacen… Y aún así, sus
resultados escolares están entre los mejores del mundo. El fracaso escolar y la
repetición de curso prácticamente no existen en Finlandia, cuyo sistema
educativo ha centrado la atención internacional por su buena posición en el
informe Pisa, la macroevaluación de la OCDE que mide los conocimientos de los
estudiantes de quince años en el mundo.
Ayer,
el decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Helsinki, Jari
Lavonen, desgranó las claves del éxito finlandés en el primer Simposio
Internacional sobre la Formación Inicial de los Maestros celebrado en
Barcelona. Este simposio, organizado a través del Programa de Millora i
Innovació en la Formació dels Mestres i la Secretaria d'Universitats i Recerca,
busca el intercambio de experiencias para impulsar la preparación de los
docentes y el sistema educativo. Lavonen sorprendió a los asistentes por su
visión de la educación.
¿Qué
cualidades ha de tener un buen maestro?
Una
de las cosas que más valoramos en los candidatos para acceder a la facultad de
Educación es la motivación. Si tienen experiencia con gente joven, en la atención
a otras personas, si saben escuchar. La motivación es imprescindible para ser
maestro. Otra cuestión en la que nos fijamos es que estén dispuestos a trabajar
duro, a estudiar mucho, porque la de maestro es una carrera difícil. Y otro
punto imprescindible: capacidad de comunicación e interacción.
¿Sólo
los alumnos con notas excelentes al final de la secundaria pueden acceder a las
facultades de educación finlandesas?
Sí
y no. Las notas de la secundaria nos dicen algo, por supuesto, pero también tenemos
un examen de acceso a la facultad. Los estudiantes han de leer varios libros
sobre filosofía de la educación, educación comparada, ciencia de la educación…
y luego les hacemos aplicar estos conocimientos a nuevos contextos. En general,
tenemos unos 3.000 aspirantes, y superan estos exámenes unas 300 personas.
Luego entrevistamos a estos aspirantes y acabamos seleccionando a 120
estudiantes, que son los que accederán a la facultad de magisterio. Así que las
notas de la secundaria no lo son todo para convertirse en maestro.
Usted
hace hincapié en que un maestro necesita una amplia formación moral y ética.
Esto
es imprescindible, porque un maestro trabaja con seres humanos. Y el ser humano
es lo que la educación hace de él. Los niños son valiosos, hay que tratarlos de
forma adecuada, apoyarlos, ser positivos para sacar lo mejor de ellos. Hay que
entender cómo son, y también entender a las familias. Un maestro ha de tener un
comportamiento ético porque es un ejemplo social.
¿Cuáles
son las claves del éxito de su sistema educativo?
Existen
varios factores. Primero, tenemos toda una cultura de la educación que nace del
siglo XIV. Luego, la selección de los maestros, escogemos a los mejores, y les
formamos bien. Además, la sociedad confía en los maestros, ellos se sienten
apoyados porque se les valora, tienen autonomía, en Finlandia ni siquiera
existe la inspección educativa. Y los maestros no son funcionarios, sino que
los contrata el municipio. Además, no tenemos escuelas privadas, todas las
escuelas son públicas y de alta calidad, y contamos con recursos suficientes
para la educación. También nos preocupamos por los alumnos con necesidades
educativas especiales, hay pocos alumnos por aula y contamos con apoyos y
refuerzos en las clases con mayores dificultades.
Usted
ha comentado antes que en Finlandia, la educación es totalmente gratuita.
Sí,
desde la primaria a la universidad. En primaria, todos los alumnos tienen los
libros gratis, la comida en el centro gratis y el transporte gratis. En la
secundaria, en cambio, los libros no son gratuitos, pero contamos con buenas
bibliotecas. La universidad también es gratuita, tanto los grados como los
másters, no existen tasas. Esto es así porque creemos en la equidad.
¿Un
país necesita justicia social para obtener buenos resultados educativos?
Por
supuesto. Esto es crucial. Sin equidad no hay excelencia. En Finlandia hay
pocos alumnos con resultados bajos y el origen social pesa menos que en la
mayoría de países para tener éxito educativo, aunque también debemos mejorar en
esto. Ahora tenemos retos, la economía va peor y tenemos más diversidad
cultural en las aulas. Debemos trabajar más para mantener esta igualdad.
¿Hay
consenso político sobre ello?
Así
es. Entre los partidos finlandeses no hay grandes diferencias en su agenda
educativa. La educación es un valor nacional.
¿Cuántas
leyes educativas han tenido en los últimos treinta años?
La
última es de los 80.
Aquí
llevamos siete.
Bueno,
tras esta ley ha habido normas menores para mejorar algunas cuestiones, como la
educación especial. Pero no son leyes que se confronten con las anteriores,
sino que aportan algo nuevo, que responden a nuevas necesidades.
Todos
los países quieren salir bien en el informe Pisa. ¿A ustedes les preocupa
especialmente?
En
el 2012 nuestra puntuación en matemáticas bajó, y la ministra de Educación se
preocupó mucho. Pero la mayoría de la población no. De hecho, muchos maestros
estaban contentos porque creían que así recibirían más recursos para sus
escuelas.
Pisa
aporta datos valiosos. Pero, ¿hacer un ranking de sistemas educativos tiene
sentido? ¿Es posible comparar las escuelas de dos sociedades tan diferentes
como la coreana y la mexicana, por ejemplo?
Quizás
no. No debemos olvidar que el informe Pisa es un proyecto de la OCDE, y que
esta organización tiene una visión determinada del progreso. Ellos dicen: aquí
tenemos petróleo, aquí minerales, y aquí trabajadores cualificados. Miran en
qué países hay suficientes trabajadores cualificados para instalar empresas y
fábricas, para invertir. Y el ranking de Pisa es un efecto colateral de esta
visión.
En
España, el ranking de Pisa se vive como el sorteo de la Champions League.
A
nosotros, pese a que salimos bien, no nos gustan los rankings. No publicamos
rankings de escuelas ni de universidades. No buscamos competición, sino
colaboración.
La
educación en Finlandia comienza a los siete años. ¿Por qué tan tarde?
¿Y
por qué antes? La niñez es para jugar, para hacer cosas con otros, para
colaborar, no para se educado de una forma reglada y pesada. Un niño de cuatro
años tiene que jugar, no estar en una escuela con una educación reglada.
¿Y
si ambos padres trabajan?
Cada
municipio tiene guarderías, pero es un servicio más bien lúdico. También hay
madres que se encargan de varios niños y es el gobierno local el que las paga.
Aunque es cierto que ahora estamos discutiendo de nuevo la educación de 0 a 6
años.
¿Qué
efectos tiene un sistema educativo de calidad e igualitario en la sociedad?
Nuestra
visión de la educación es holística. Por supuesto que existe una correlación
entre nivel educativo y progreso económico, pero hay algo más. Una persona
educada tiene una vida más plena, más recursos vitales, cuida mejor de su
salud, disfruta más la vida. Ese es al menos el objetivo.
¿Y
qué necesita mejorar la escuela finlandesa?
Muchísimas
cosas. Ahora tenemos un debate sobre cómo introducir la tecnología en la
educación, sobre cómo dar respuesta al aumento de la diversidad cultural en las
aulas… También, entre los estudiantes de primaria, hemos detectado una menor
motivación por leer y aprender. El funcionamiento de las escuelas y la relación
con las familias también debe avanzar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario