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TRADUCCIÓN A OTROS IDIOMAS - TRANSLATION TO OTHER LANGUAGES

viernes, 20 de febrero de 2015

LA MALA PUNTERÍA ELECTORAL


La riqueza del mundo fundamentalmente se debe a la producción de bienes y servicios de la humanidad pero el disfrute de esa riqueza tiene muy pocos destinatarios. El crecimiento económico mundial, es la sumatoria del crecimiento de todos los países. Pero lo que aporta cada país al conjunto es muy diferente. Hay países que tienen una abundante producción nacional (Producto Bruto Interno- PBI) en tanto que otros, tienen una producción muy baja, como es el caso de los países pobres.
Los países con mayor poder económico tienen mayor masa de capital para reproducir riqueza y cuentan con industria pesada para fabricar barcos, aviones, vehículos de todo tipo, maquinaria de producción y más, cuyo valor económico es muy grande. Por el contrario, los países sin capacidad económica solo producen artículos manuales y otras pequeñeces de poco valor utilizando insumos y tecnología extranjera. En general, crece más el país con mayor base económica. Un país pobre puede crecer con un PBI anual del 10 % pero en cifras no porcentuales no llega ni al 1% de un grande.
La desigualdad de crecimiento económico se debe a múltiples factores. Cada país maneja su economía considerando esos factores según los criterios de sus gobernantes. A este manejo se le conoce como política económica la misma que, determina las políticas sectoriales. De acuerdo a los criterios económicos gubernativos  se traza la política agraria, política pesquera, política industrial, política comercial, educativa, etc.
De este modo, la suerte de los países depende pues de la calidad de sus gobernantes. De la visión que tengan estos, de su capacidad de conocimiento sobre cómo se desarrolla el mundo, del manejo de opciones que disponen en la competencia internacional. Muchos países crecen a costa de otros utilizando mecanismos de intercambio desigual o no equitativos. Los países oprimidos viven supeditados al favor de los países opresores.
Entonces cada país, está obligado a desarrollar una estrategia de desarrollo económico de acuerdo a su conveniencia, a sus capacidades, a sus posibilidades. Pero, los que deciden esto, son los gobernantes y si estos hacen un mal manejo de las oportunidades entonces toda la nación queda expuesta al desastre. A la inversa, un buen manejo gubernamental puede impulsar el desarrollo nacional beneficioso. ¿Pero beneficioso para quienes? Eso depende de la ideología de los gobernantes.
Al igual de lo que sucede en la familia, a medida que aumentan nuestras necesidades necesitamos tener mayores ingresos. Si esto no sucede, entonces la pobreza infecta el hogar y cuanto más crece el número de miembros hay menos comida para compartir, menos salud, menos educación, etc. Lo propio ocurre en el ámbito país que, es el conjunto nacional de familias. Cada año aumenta la población y por lo tanto, tenemos mayores necesidades de alimentos, de empleo, vivienda, hospitales, escuelas, etc.
Si nuestro país no crece económicamente por lo menos al mismo ritmo de sus necesidades, entonces se empobrece más y las crecientes carencias ocasionan males sociales que hacen sufrir a la población. En cambio, si el país crece y acumula para expandir su crecimiento entonces nuestro futuro tendría sostenibilidad. Pero si los gobernantes no están pensando como estadistas sino como piratas, anteponiendo sus intereses personales por encima del interés nacional, entonces la patria sufrirá los resultados ya conocidos,
Los malos gobernantes han causado mucho daño al presente y futuro nacional pero al parecer se insiste en el error. El Perú de hoy es hechura de los gobernantes del pasado y del presente, como lo será también, el futuro. Así por ejemplo, la independencia del virreinato nos trajo una república en la cual, la misma aristocracia colonial fue la que siguió gobernando. Para el criterio de esos gobernantes la política económica no tenía nada que ver con la población aborigen. El país solo era incumbencia de los blancos.
Por consiguiente, los “seudo patriotas libertadores” podían seguir teniendo sus esclavos negros y sus vasallos nativos y eso es lo que celebraremos en el “Bicentenario de la Independencia”. Para aquellos gobernantes, el Perú no era su patria ancestral y su destino podía ser negociado con endeudamiento, pérdida territorial, depredación de recursos naturales, tratados internacionales onerosos, etc. No existiendo ese cariño ancestral por la patria, entonces el país estuvo siempre expuesto a la traición, sin horizonte y a la deriva.
Frente al militarismo del siglo XIX la aristocracia impulsó el civilismo y este nos trajo el caudillismo político. Las políticas de Estado estaban identificadas con los caudillos y no con el país, menos aun con la población ancestral. Cada caudillo imponía su criterio. Esto es lo que seguimos arrastrando hasta la actualidad.
En todo este proceso hemos tenido gobernantes de diversa catadura pero desde la década de 1980 la calidad gubernativa entró en acelerado deterioro hasta llegar a la mediocridad actual. La patria está en una situación desastrosa pero nada garantiza que el deterioro se revierta. El pueblo repudia la degradación moral de la vieja república pero, si las causas de ese deterioro no se modifican, las consecuencias serán las mismas y el futuro, desalentador.
Seguimos siendo un país a la deriva sin rumbo de desarrollo y el manejo del gobierno continúa como un asunto solo de la “clase política” que se turna en el usufructo del poder político. Al pueblo solo le corresponde elegir entre los miembros de esa cofradía política. Como si no hubiese otros peruanos capaces, se asignan el derecho de reelección sin dar oportunidad a un futuro diferente, haciéndonos cargar con nuestra desgracia como una maldición suprema. ¿Podemos romper ese hechizo? O agachamos la cabeza sumisamente.
¿Y qué pasaría, si en el gobierno estuvieran los peruanos que más conocen de cada sector? ¿Si la designación del Presidente, no fuese producto del sistema tradicional sino atribución de la asamblea de representantes sectoriales electos al poder legislativo? En esta perspectiva, ¿En qué situación quedarían los predestinados candidatos que están ya frotándose las manos? ¿Es que somos incapaces de acabar con el caudillismo?
Desde luego que hay otras alternativas. Es verdad que hay intereses muy fuertes que no desean que cambie el actual sistema. Pero lo que no debemos hacer es cruzarnos los brazos. ¿O será verdad como algunos dicen que, los peruanos tenemos la clase de gobierno que nos merecemos por falta de coraje?
Uno de esos tipos de la “clase política” llegó al poder y pulverizó el dinero de todos los peruanos ahogándonos en una inflación genocida con millones de damnificados. Este delito quedó impune y el autor volvió a ser reelegido aumentando la corrupción y la penetración del narcotráfico cuyos miembros sentenciados eran indultados por dicho sujeto. Hoy se perfila para una tercera elección. ¿Quiénes permiten tal atrocidad? ¿Es tanta nuestra adición al sadomasoquismo político?
No lo creo así. Es la estructura de dominación la que hace a nuestro pueblo actuar contra sí mismo. El vigente sistema electoral es parte de esa estructura y es allí, a donde tenemos que apuntar. Se necesita una gran campaña de esclarecimiento y concientización con mucho trabajo de pedagogía política en campo. La falta de capacidad publicitaria puede ser cubierta por la creatividad tan abundante en nuestras filas. Salvo mejor parecer.
Febrero 2015

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