El avasallador triunfo de la
candidata de Morena, Claudia Sheinbaum Pardo, sobre la oposición, habla más de
la debilidad de ésta que de la fortaleza de la primera.
Razón por la cual más que un canto de
victoria debería ser un llamado de atención para el partido de
López Obrador, que debe
prepararse para las mutaciones por venir en esa oposición.
PRI, PAN y PRD fueron los principales
competidores del momento climático del neoliberalismo mexicano, aquel que
arrancó con la administración de Carlos Salinas de Gortari, tras una situación
que hoy prácticamente todos están de acuerdo en considerarla un auténtico
fraude electoral.
Esto marcó el nacimiento del PRD para
hacer una oposición de izquierda, más comprometida que la que hasta ese momento
ejercía el derechista PAN, que por su parte cada día veía cómo su proyecto de
nación se iba convirtiendo en el del PRI: el adelgazamiento del Estado y
libertad a los empresarios para acumular tanto capital como les sea posible.
Esta acumulación definitivamente iba
a actuar en detrimento tanto del bienestar de los trabajadores, incluyendo
aquellos que se consideraban clase media, como de las instituciones
democráticas del país. Y prueba de ello es que todos los partidos acabaron
convirtiéndose en sus cabilderos a cambio de recursos para ganar elecciones.
Morena está muy lejos de representar
a un partido de la clase trabajadora, mucho menos socialista, sin embargo, ha
puesto en marcha programas que han paliado -muy magramente- algunas de las
políticas neoliberales que han desencadenado la gran desigualdad que sigue
privando en México.
Estas ligeras dádivas, que para los
demás partidos en su servilismo a las grandes empresas y vocación de parásitos,
ni siquiera eran ya una opción, han sido determinantes para el triunfo de esta
moderada izquierda electoral. Aunque la derecha asegure no sólo mantener, sino
mejorar los programas sociales, quién podría creerles si en cuatro décadas no
lo hicieron.
En qué cabeza podría funcionar una
colusión -más que coalición- de partidos que llevaron a una parte muy importante
de los mexicanos a decir: “cualquiera, menos uno de ellos”, iba a resultar
triunfante en las elecciones de este 2 de junio.
Pero la cúpula de Morena está
convencida que el triunfo fue obra de su carisma y su capacidad de pactar hasta
con aquellos que solían llamar -con justa razón- mafiosos. Una vez integrados
al lado correcto de la historia, todos los pecados son perdonados y
automáticamente redimidos a través de una candidatura o huesos para sus
operadores.
Si Morena no es capaz de reconocer no
sólo su situación, sino la del mundo, en la que una ultraderecha que cuando no
raya en lo salvaje, es porque lo hace en lo bestial, está ganando posiciones
como consecuencia del poco compromiso de los partidos de la izquierda
electoral, una desastrosa derrota podría estar más cerca de lo que puedan
imaginar.
La oposición por venir
En México ya hay un germen de la
ultraderecha que se está fermentando en las redes socio digitales, espacios
donde el discurso de odio se siente libre y embravecido, abundan ya en este
momento. Y basta ver los casos de Estados Unidos y el sicópata Donald Trump o
Argentina y el infante demencial Javier
Milei.
En ambos países los medios masivos de
comunicación también han aportado su valioso grano de arena, convirtiendo todos
los discursos políticos y las noticias en formas de entretenimiento; y seguro
están expectantes del próximo personaje carismático y escandaloso que al estilo
de Trump, Milei o Bolsonaro, hagan vibrar las vísceras del público.
Ya hemos visto como la parte más
radical de los medios, como los desterrados Alasraki, Ferriz o Alemán hacen
llamados irresponsables a la rebeldía, asegurando sin prueba alguna que
millones de votos fueron fruto del fraude. Cosa que ni Felipe Calderón se
atrevería a afirmar, más cuando él sabe cuán costoso es lograr una miserable
ventaja de menos del 1%.
Pero entre los derechistas de a pie y
mentes enfermas como las ya mencionadas, la narrativa fantástica del fraude
empezará a irse consolidando hasta empezar a sonar coherente para mentes
ingenuas, sobre todo aquellas que sientan que Morena no está cumpliendo con su
compromiso con las clases populares.
No hay que menospreciar a esta
derecha por absurda que sea, ya que ha pasado del discurso: “somos los
responsables de dar a empleo” a “aunque tengas cero posibilidades de algún día
ser parte de los millonarios, debes defender nuestros privilegios, porque si le
echas muchas ganas un día te beneficiarás de defendernos a costa de tu propio
bienestar y el de tu familia”.
Por Por Francisco Lemus | 04/06/2024 | México
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